¿Por qué el PP llamó a Junts y a ERC? ¿Por qué Sémper habló en euskera? Feijóo muestra sus cartas
"Cuanto más Feijóo es, mejor sale todo": dirigentes, diputados, exministros y barones del PP evalúan el futuro de "el jefe" tras la no investidura.
1 octubre, 2023 02:48No era un secreto para ningún diputado del Congreso que las concentraciones de gente en la acera frente a los leones, estos días, eran militantes y simpatizantes del PP, convocados por las agrupaciones locales de Madrid. Ellos mismos lo confesaban, casi orgullosos, a poco que se les preguntara. Y sin embargo, a nadie le pareció mal. Ni siquiera, fuera de lugar. En su derecho estaba Alberto Núñez Feijóo de traerse a su claque, más aún teniendo en cuenta que iba a perder.
Y hasta él lo sabía de antemano.
"Precisamente por eso los ha traído", comentaba el líder de otro partido a las puertas del patio, "pero no me lo pongas, coño, que yo habría hecho lo mismo". Era precisamente en el momento que recoge la imagen que encabeza este artículo: cuando el líder popular le quitaba la cursiva de manera figurada al adjetivo, al menos, para las fotos.
"El jefe no es un hombre de masas", admitía minutos antes uno de sus colaboradores, "pero estos días, con el discurso y sobre todo las réplicas ha logrado liderazgo". No es que no lo tuviera. En realidad, todo el partido estaba detrás de él. Pero el trompazo del 23-J lo había dejado aturdido, a él y al partido. "Sabíamos que teníamos el mejor líder para ganar; ahora todos saben que también para perder".
Una vieja amiga del político gallego, que fue ministra con Mariano Rajoy y sigue en el Congreso, pone sobre la pista del ahora qué. "Se trata de no entrar en los marcos del PSOE, sino crear los nuestros propios".
Es decir, ¿como al principio, cuando al llegar en abril de 2022 a la presidencia del PP el aturdido parecía Pedro Sánchez? "No lo parecía, lo estaba", contesta de nuevo ese empleado de Génova, que trabaja en el gabinete de Feijóo. "Ahora, después de cómo ha ido esto, se trata de lograr que seamos nosotros los que marquen de qué se habla en la calle".
En la noche del martes, cuando había terminado la primera jornada del debate y en el palacio de las Cortes apenas quedaban los ujieres, un diputado del PP de los que se sientan más cerca del líder, salía con su mochila a cuestas hacia casa. Antes de cogerse el taxi, dejaba unas cuantas confidencias, como el que comenta el partido con los colegas, todavía apurando el culín de cerveza.
"El jefe se iba de aquí como si aún pudiese seguir ocho horas más. Ha estado sublime, algunos no le conocíamos bien en su papel parlamentario, no conocíamos ese colmillo", explicaba recolocándose la mochila al hombro.
"Los socialistas nos atacan mucho con lo del fake", lamenta. Mucho investidura fake, mucho fake news... "pero lo hacen porque les duele, usamos los datos oficiales y desnudamos su propaganda. Ahora se trata de afianzar esta credibilidad ganada".
Quizás es muy ambicioso, probablemente algo naïf, pero el empeño del gabinete de Génova es crear un personaje alrededor del "presidente Feijóo".
El primer paso fue referirse a él con ese apelativo, desde el día uno. En privado, sin grabadora, lo llaman "el jefe"; en público, ante el micrófono, es siempre "el presidente". Y la nueva fase, o eso se barrunta en los despachos, es "lograr que la gente baje al dato, porque todos son verdad, los sacamos del BOE, de los informes ministeriales... que la gente acabe entendiendo que 'si lo dice Feijóo, es verdad'. Con eso..."
-Con eso, ¿qué?
-Ese día, las elecciones están ganadas.
El Partido Popular es consciente de las razones que le llevaron a perder ganando el 23 de julio. Y no son un secreto ni hay complicados razonamientos detrás. Sorteado el euromillón, todos sabemos la combinación... y la última semana de campaña se acumularon una serie de errores. Primero, el sesgo de las encuestas; y segundo, consecuencia de lo anterior, "jugamos a la defensiva".
Alrededor de un café, lo explica un presidente autonómico popular. "Cuando vas ganando la final de la Copa de Europa y vas 1-0 a falta de cinco minutos, lo que haces es guardar el resultado". Pero puede ocurrirte lo que al Atleti con Sergio Ramos en 2014", continúa, "sí, lo sabes... pero ¿qué vas a hacer? Eso pasa una vez de un millón".
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Ahora, después de la experiencia, el PP tiene decidido no jugar más a la defensiva. Es cierto que no le queda otra, porque estará en la oposición y eso es lo que toca, atacar. Pero el fondo del asunto está en la estrategia de ataque, que se ha podido desvelar estos días en el Congreso.
"Será clave perseverar en el estilo de la investidura... contundencia en el fondo, educación en la forma", confiesa otro miembro de la dirección, especialmente satisfecho con la réplica conjunta del "jefe" al PNV y a Bildu. "Cuanto más Feijóo es, mejor sale todo. No es un político madrileño al uso, y eso es una ventaja aunque para muchos no lo parezca".
Comunicación interna
Eso de que no es un líder como los demás tiene muchas derivadas, aún no todas ni bien entendidas en el PP -la cúpula, las regionales y/o las agrupaciones locales- ni bien gestionadas.
Un ejemplo es la confusión que generaron las frases en euskera de Borja Sémper en el debate de la reforma del Reglamento para el uso de las lenguas en el Congreso. Otro es la polémica gratuita con Alejandro Fernández, presidente de los populares en Cataluña, que siguió a la noticia que desveló EL ESPAÑOL de que Feijóo preveía contactar con Junts y con Esquerra para su investidura.
Al portavoz del partido se le eligió para ese debate en la Cámara, precisamente, por ser vasco y hablar vascuence, además de por su imagen moderada, centrista, amigable y aceptada con simpatía hasta por quien vota a cualquier otro partido en España. Y la cúpula sabía que hablaría en su otra lengua, y que lo haría "más de lo imprescindible", con los objetivos de demostrar que eso ya se podía hacer en el Congreso y de que el PP "no es un partido contrario a las lenguas cooficiales".
Pero nadie más lo conocía. Concretamente, el grupo parlamentario, al que se le ocultó para evitar filtraciones a la prensa. Por un presunto efecto sorpresa.
Por otro lado, lo de llamar al partido de Carles Puigdemont y al de Oriol Junqueras se diseñó como una táctica a largo plazo dentro de la estrategia misma del discurso de investidura. Si Feijóo iba a perder, la clave estaba en que toda España entendiera que lo hacía "porque yo mantengo mis principios y valores", como dijo en la tribuna. "¿Y usted, señor Sánchez?".
Es decir, que la idea era poder decir que el PP tiene líneas rojas constitucionales y el PSOE no. Y para eso hacía falta haber hablado con Junts y ERC, para poder responder "no". Pero nadie avisó al PP catalán, cuyo líder reaccionó desabrido en Twitter, sin entender nada...
Si hay un mar de fondo en el PP es la que se refiere al "clan gallego" y lo califica como una especie de "búnker", que aún diseña tácticas de liga regional cuando lleva año y medio jugando la Champions. Eso va a cambiar, Feijóo ha detectado su problema de comunicación interna, y tiene decidido revisar los métodos, además de reforzar esa área.
La ballena en la piscina
Más errores, en este caso de la campaña, fueron la gestión de la existencia, presencia, presión y eventual asociación con Vox.
Asociación en dos las diferentes acepciones que la RAE atribuye a la palabra en su diccionario: la primera, "acción y efecto de asociar o asociarse", responsabilidad directa de algunos barones que no pudieron o supieron vender bien sus pactos posteriores al 28-M; la segunda, "atribución a muchos de algo que solo es aplicable a varios o a uno solo", culpa del PSOE y sus socios... "pero responsabilidad, de nuevo, nuestra".
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Para explicar esto de Vox, la "ballena en la piscina", según la definió estos días Aitor Esteban, portavoz del PNV, hay que viajar en el tiempo unas cuantas semanas, a una reunión de barones en la que estaba presente el valenciano Carlos Mazón y el aragonés Jorge Azcón, entre muchos otros. Allí, esta vez entre vinos, se compararon los qués y los cómos de ambos, y los de María Guardiola en Extremadura. Todos ellos hoy gobiernan en coalición con los de Santiago Abascal.
Reproducimos aquí, mezclando varias voces, aquellas reflexiones: "Mazón tuvo que hacerlo rápido, para sacarse de encima al candidato de Vox, acusado de malos tratos, pero sí, nos vino mal. Azcón pudo y supo callar, y Aragón desapareció de los titulares hasta después de las generales, nadie hablaba de nada. Lo de Guardiola, por su parte, fue un absoluto desastre, nos mató".
El problema, comenta quien sabe en Génova, no fueron los acuerdos, ninguno de ellos. ni siquiera tener que hacerlos, se daban por descontados, aunque como piedras en el camino, percibidas como contradictorias con el discurso del "presidente".
La España territorial
"Todos los líderes autonómicos están encantados con Feijóo, se ha partido la cara por ellos y, además, les ha dejado hacer", diagnostica un portavoz oficial del PP.
Por ejemplo, en Asturias el PP sabía que no tenía opción... y el jefe se fue para allá a hacer campaña con Diego Canga. "Si lo he traído de Europa, no lo voy a dejar solo", respondía Feijóo a su gabinete cuando le pedían que no se desgastara para nada. "Y mira, nos faltó el canto de un duro para echar a Adrián Barbón", concluye este miembro de la dirección.
Pero en Génova, a los barones, los coordinan la secretaria general, Cuca Gamarra; el vicesecretario de Organización, Miguel Tellado; el coordinador general, Elías Bendodo; e incluso, en ocasiones, el mano derecha para todo, Esteban González Pons. Eso también va a cambiar, porque ya no habrá cuatro cocineros metiendo cuchara en el puchero, de cuya receta, finalmente, nadie es responsable directo. El equipo de Madrid va a ser remodelado y se van a afrontar congresos territoriales, con renovación de líderes prevista en País Vasco y Cataluña.
La semana de la no-investidura comenzó con el acto/manifestación/mitin abierto de Felipe II. Allí Feijóo tomó riesgos: habló por primera vez sobre Vox de manera explícita (luego lo repetiría en el Congreso un par de veces), los discursos acabaron con un "¡viva España!" que el PP no suele usar -por cierto "complejo", admite un dirigente-, y se interpretó el Himno nacional como cierre.
El objetivo era asumir de lleno la bandera (nunca mejor dicho) de la defensa de la "igualdad de todos los españoles" e, identificando ese concepto con la rojigualda, hacer ver que el PSOE de Pedro Sánchez la mancilla... el objetivo se consiguió, aunque con ciertos miedos. "Cuidado con no caer en Vox", advertía una persona muy cercana a Feijóo.
Al acabar la semana, el PP que perdió ganando el 23-J siente que ha ganado perdiendo la investidura. Eso quería decir la foto buscada del "presidente" saludando a sus followers.
"No ha salido bien... mejor que bien. Todavía mejor de que esperábamos", concluye al teléfono otro presidente regional. "Y la verdad es que sumas cuando aciertas -y Alberto lo ha hecho-. Pero multiplicas cuando, además, el contrario se equivoca. La imagen de cobardía de Sánchez ha sido pésima para él".
La actuación de Feijóo en la tribuna convenció tanto a los más socialdemócratas del partido como a los más conservadores. E igual a los de formas moderadas que a los que les gusta ir de frente. La prueba está en las palabras que cierran esta crónica, pedidas expresamente para ello a uno de los líderes más críticos con "el gallego".
-¿Cómo lo has visto?
-Feijóo ha consolidado su liderazgo en el partido. Quien creyera que era un paleto estaba muy equivocado.
-¿Y cómo lo ves a partir de ahora?
-Supongo que también ha entendido que en la política nacional no sirve sólo hablar del presupuesto de sanidad y la sostenibilidad de las pensiones... hoy ya es consciente de que tendrá que hacer política frente a unos rivales muy populistas.