Bolaños y Belarra pactan rebajar la tensión en el Gobierno tras semanas de enfrentamientos
La desconexión entre PSOE y Unidas Podemos ha obligado a los ministros a maniobrar discretamente para evitar nuevos choques antes del 28-M.
16 marzo, 2023 02:52El Gobierno de coalición mueve ficha ante los fracasos legislativos. Las fisuras provocadas entre PSOE y Unidas Podemos durante las últimas semanas, primero a razón del sólo sí es sí y luego por la reforma de la Ley Mordaza, han convertido el Consejo de Ministros en un lugar irrespirable para los socios. En medio del caos de la Moncloa, Félix Bolaños e Ione Belarra maniobran entre bambalinas para rebajar la tensión.
El ministro de Presidencia y la de Derechos Sociales llevan desde la semana pasada manteniendo conversaciones recurrentes para evitar que la olla a presión en la que se ha convertido el Gobierno termine de estallar a dos meses de las elecciones autonómicas. Los reproches y acuerdos, siempre discretos entre estos dos, han sido mutuos, pero la conclusión ha sido la misma: la riña no beneficia a nadie.
Fuentes de ambas partes confirman estos acercamientos, que si bien nunca se han detenido, sí han tomado un nuevo rumbo en los últimos días, cuando el fracaso de la Ley Mordaza estaba casi garantizado. "Ha habido muchas conversaciones", confirman desde la Moncloa, sobre todo con Belarra, pero también con las otras ministras de Unidas Podemos.
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Para el PSOE, maniobrar hacia la ministra de Derechos Sociales ha sido más por necesidad que por gusto. A pesar de la buena relación entre Belarra y Bolaños, los socialistas siempre han preferido discutir estos asuntos con la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, pero la falta de liderazgo en su —proclamado— espacio político no sienta bien en Moncloa. Tanto en las filas socialistas como en las moradas la sensación es parecida.
La desconexión se puede ver incluso en los aperitivos previos a los Consejos de Ministros, en los que Ione Belarra e Irene Montero se mueven últimamente al margen del resto. O el martes pasado durante el debate del sólo sí es sí, con las dos solas en la bancada azul ante el aluvión parlamentario. Ese mismo día, tras la votación, la vicepresidenta se quedó bromeando con los diputados socialistas mientras la ministra de Igualdad salía del hemiciclo por la puerta opuesta, esquivando al resto del Gobierno y a la nube de periodistas del pasillo.
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Los dos partidos que forman la coalición de Gobierno votaron en sentido contrario, entre graves acusaciones y descalificaciones –una diputada de Podemos llamó "puñado de fascistas" al PSOE–, para reformar una ley que ambos habían aprobado juntos en el Consejo de Ministros. Ese fue el primer síntoma público de que había que reconducir la relación.
Pero la división, en realidad, viene de bastante antes. Se ha concretado en los últimos meses respecto a las negociaciones para corregir los efectos de la ley, con tensos encuentros entre el bando de la ministra de Justicia, Pilar Llop, y el que representa la ministra de Igualdad, Irene Montero.
El mismo martes, apenas unos minutos antes de que el Gobierno votara separado la reforma del sólo sí es sí, Díaz recibió reproches de ambos lados; por no mediar lo suficiente y por no comprometerse con el proyecto. Estas diferencias fueron especialmente visibles durante la negociación del CGPJ, en la que Podemos estuvo a punto de romper la disciplina de voto de la vicepresidenta.
Salir del bache
En el ala socialista del Gobierno son conscientes de que, con las elecciones a la vuelta de la esquina, quedan pocas semanas útiles de Congreso y le temen a la crisis interna, pero sobre todo a que la división del Gobierno pueda traducirse en desmovilización. Así, el objetivo del PSOE es triple: desviar el foco de los fracasos, recuperar a Podemos y centrarse en nuevas leyes y acuerdos.
El problema es que esos acuerdos no terminan de aterrizar. Sólo en la última semana la Ley Mordaza naufragó por la cerrazón de los socios de investidura y la del sólo sí es sí va camino de dinamitar los pocos puentes que quedan tendidos entre PSOE y Unidas Podemos. Sólo queda en pie, tambaleante, una Ley de Vivienda estancada desde el inicio de legislatura y que, precisamente, tuvo su único conato de desbloqueo a partir de una conversación entre Belarra y Bolaños.
Esta tampoco va bien últimamente. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, anunció en una entrevista de RNE un acuerdo inminente "a falta de algunos elementos" para la Ley de Vivienda, que en ese momento estaban negociando los ministerios de Derechos Sociales –que ya tenía un preacuerdo con Transportes, el otro implicado– y Asuntos Económicos. La noticia duró apenas una hora antes de ser desmentida por Ione Belarra.
El acuerdo continúa lejos, pendiente de que la vicepresidenta Nadia Calviño le dé su aval en medio de las presiones. Tanto en el PSOE como en Unidas Podemos coinciden en que necesitan esta ley, por lo menos esta, para salir del bache y cumplir con uno de los compromisos que más quebraderos de cabeza ha traído en la legislatura, visto que con mordaza no hubo tanta suerte. Ahora, por una vez, ambas partes están igualmente interesadas.