Moncloa lamenta la falta de liderazgo de Yolanda Díaz para controlar a Podemos entre el caos
Los socialistas piden a la vicepresidenta y ministra de Trabajo que ponga orden cuanto antes tras la guerra abierta por el 'sólo sí es sí'.
9 marzo, 2023 02:55Hace tiempo que se ha instalado la idea de que el Gobierno de coalición se ha convertido en una especie de Gobierno tripartito, formado por el PSOE, Unidas Podemos y Yolanda Díaz.
En la práctica, el Ejecutivo funciona así en sus decisiones, en sus manifestaciones públicas y también en sus comportamientos internos. Ocurre incluso en los aperitivos previos a los Consejos de Ministros, en los que Ione Belarra e Irene Montero se mueven al margen, con Díaz integrada con el resto del Gabinete socialista.
Se visualizó también el martes tras la votación de la reforma de la ley del sólo sí es sí en el Congreso, cuando la vicepresidenta segunda se quedó bromeando con los diputados socialistas mientras la ministra de Igualdad salía del hemiciclo por la puerta opuesta, esquivando al resto del Gobierno y a la nube de periodistas del pasillo. Yolanda Díaz, de hecho, tampoco asistió al debate de esa misma tarde, dejando a Belarra y a Montero solas ante el envite de los grupos parlamentarios.
La división también se ha concretado estos meses respecto a las negociaciones para corregir los efectos de la ley. Los encuentros partían de dos bandas, una representada por la ministra de Justicia, Pilar Llop, y su propuesta para la proposición de ley del PSOE; y otra por Montero y Belarra, firmes al sostener una confrontación pública con Moncloa para evitar el cambio de la norma.
Yolanda Díaz, según su entorno, ha intentado facilitar el acuerdo, pero se desconocen pronunciamientos públicos sobre cuál debía ser la salida del embrollo. El martes apareció a última hora de la tarde para votar con Unidas Podemos en contra de la admisión a trámite de la ley, pero no explicó sus razones.
Sus dos frases en las últimas horas han sido "no debimos llegar hasta aquí", pronunciada justo antes de la votación, y "le pediría a todo el mundo que sea responsable. Yo soy vicepresidenta y creo que lo soy. Pero todos tenemos que ser responsables, más que nunca", dicha este martes, al día siguiente del enfrentamiento. Eso ha sido todo.
Fuentes socialistas y de Moncloa lamentan estos días que Yolanda Díaz no ejerza mayor liderazgo en su –proclamado– espacio político. Desde dentro de las filas moradas la sensación es parecida.
El único que ha verbalizado en público este reproche es el portavoz socialista, Patxi López, quien en Hora 25 de la cadena SER pidió a la vicepresidenta que haga algo si quiere un acuerdo, que sea "más proactiva", según su propia expresión.
El mismo martes, apenas unos minutos antes de que el Gobierno votara separado la reforma del sólo sí es sí, Díaz recibió reproches de ambos lados; por no mediar lo suficiente y por no comprometerse con el proyecto. Estas diferencias fueron especialmente visibles durante la negociación del CGPJ, en la que Podemos estuvo a punto de romper la disciplina de voto de la vicepresidenta.
Preservar la coalición
Las fuentes socialistas recuerdan que cuando Pablo Iglesias salió del Gobierno ungió a Díaz como cabeza de Unidas Podemos en el Ejecutivo, pero eso ha funcionado en muy contadas ocasiones. Para empezar, porque ella no es secretaria general de Podemos ni tiene poder orgánico en ningún partido, al menos de momento.
El viejo lío, recurrente, es que Yolanda Díaz es la candidata de una formación (Sumar) que todavía no existe, y que precisamente estará integrada por partidos enfrentados. Así, Podemos le critica que va demasiado por libre y que no se encarga de las labores de coordinación –"como sí lo hacía Pablo"– ni de asumir públicamente el discurso oficial de los morados.
[Moncloa evita la comparecencia de Irene Montero tras el Consejo de Ministros]
Moncloa explica que Sánchez y Díaz mantienen una relación fluida. El presidente transmitió a la vicepresidenta su decisión de reformar la ley del sólo sí es sí y ella intentó el acuerdo. Los dos se han conjurado reiteradamente para mantener la coalición y siguen convencidos de ello tras el enfrentamiento del martes.
Pactan las divergencias por interés mutuo, pero con algunas líneas rojas que incluyen el respeto. Nada que ver con la etapa de Iglesias, en que las negociaciones se templaban públicamente con los medios.
Lo que le piden en privado los socialistas a Díaz es transformar esa voluntad e interés estratégico en un mayor liderazgo para embridar las duras críticas públicas de Unidas Podemos. Por ejemplo, las expuestas por la diputada Laura Martín en el duro debate del martes.
En el encuentro que mantuvieron en el Salón de los Relojes del Congreso Díaz y Montero, con Enrique Santiago como testigo, se abordó la necesidad de bajar el tono y preservar la coalición. Significativamente, la vicepresidenta no estuvo en el Congreso durante el debate acompañando a Montero, lo que, a su vez, provocó un profundo malestar en Unidas Podemos.
Públicamente no hay más críticas desde el PSOE a la vicepresidenta, entre otras cosas, porque los socialistas necesitan que cuaje el proyecto de Díaz, porque es la única forma de sumar escaños para gobernar después de las elecciones generales. Y también para poder mantener el acuerdo en una eventual nueva investidura de Pedro Sánchez en 2024.
La dirección del PSOE explica que el origen de las tensiones en el Gobierno de coalición está, precisamente, en la necesidad de Unidas Podemos de diferenciarse de cara a las elecciones y, sobre todo, a marcar territorio y ganar poder para negociar un hipotético acuerdo con Díaz para entrar en Sumar. Es decir, necesita fortalecerse para tener más peso en esa supuesta candidatura. Por ello, creen también que la vicepresidenta debe poner orden cuanto antes en ese espacio.
En Podemos, por su parte, reina el miedo de que un posible fracaso en las elecciones autonómicas relance la figura de Díaz como "salvadora" del espacio más allá del PSOE, donde podrían terminar por difuminarse.
Mientras tanto, la postura de los socialistas no ayuda a ese fin. Sánchez parece haber optado por ningunear a Unidas Podemos en general y a Irene Montero en particular. En concreto, los asuntos de Igualdad se han convertido en su principal objetivo, hasta el punto de haberse apropiado casi de sus competencias.