Moncloa había previsto la primera reacción de Argelia al acercamiento de España a la posición de Marruecos en el conflicto del Sáhara. Fuentes diplomáticas argelinas calificaron el sábado la posición de Pedro Sánchez como “la segunda traición histórica” de Madrid al pueblo saharaui. Pero lo hacían a través de un portavoz sin identificar y en conversación con un portal de noticias argelino –Tout Sur L'Algérie (TSA)–. Es decir: sin solemnidad y sin oficialidad.
Sin embargo, el Gobierno español sí se vio sorprendido poco después, cuando el ministerio de Asuntos Exteriores en Argel llamó a consultas a su embajador en Madrid. Eso ya era un movimiento gubernamental, de cara a la galería, toda una declaración de intenciones.
Las dudas llegaron a Moncloa en ese instante. Quienes habían trabajado en el movimiento diplomático referido al Sáhara se preguntaban: "¿Por qué esto? Tenían información a todos los niveles". Se referían, entre otros, al hilo directo de Sánchez con el presidente argelino y al que también mantiene José Manuel Albares con su homólogo en Exteriores.
De ahí que, pasadas las horas, se impusiera entre los miembros del Gobierno una percepción mayoritaria: "Es escenografía". No obstante, Sánchez es consciente de que deberá aprender a "gestionarla", teniendo en cuenta que la oposición podrá utilizarla para criticar el acuerdo con Marruecos.
Sin alterar los cauces diplomáticos, sin reventar la negociación, el Gobierno ya trabaja para encontrar un camino a través del cual pueda trasladar que ese acuerdo también incluye a Argelia.
Una de esas bazas, relatan fuentes del Consejo de Ministros a EL ESPAÑOL, pasa por una de las razones manejadas por Sánchez a la hora de posicionarse con Marruecos en el conflicto del Sáhara: "Es la primera vez que el país vecino reconoce la soberanía de España Ceuta, Melilla y las aguas territoriales de Canarias".
Así lo avala el comunicado de la casa real alauita, que recoge la carta de Sánchez a Mohamed VI: “Todas estas acciones se llevarán a cabo con el objetivo de garantizar la estabilidad y la integridad territorial de los dos países”.
"Una relación seria"
Han transcurrido poco más de dos meses desde el 12 de enero, cuando el diplomático argelino Said Moussi presentó sus credenciales ante el rey Felipe VI como embajador de la República de Argelia en España, en un tradicional acto que se celebró en el Palacio Real.
La "tranquilidad" que, poco a poco, se va extendiendo por Moncloa tiene que ver con que la llamada a consultas no consiste en una retirada del embajador, como sí lo fue con Karima Benyaich. La embajadora de Marruecos en España sigue en Rabat desde mayo de 2021, cuando el gobierno acogió al secretario general del Frente Polisario, Brahim Ghali.
La diferencia radica en que, en aquella ocasión, Madrid no avisó a Rabat; y ahora el Gobierno español sí había informado a Argelia, según sostienen fuentes de Moncloa en conversación con este periódico.
Pedro Sánchez concibe la relación con Argelia como seria y fiable. Y tanto el presidente como José Manuel Albares han mantenido trato constante con sus homólogos argelinos, el presidente Abdelmadjid Tebboune, y el ministro de Asuntos Exteriores, Ramtane Lamamra.
Fueron frecuentes también los viajes del Gobierno español a Argelia durante los meses de septiembre y octubre para garantizar el suministro de gas antes de que Argel cerrase el gasoducto Magreb-Europa.
Sánchez dejó en manos de la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, las negociaciones con Argelia para aumentar el suministro de gas a España por el gasoducto Medgaz, que representa el 48%, según datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (CORES).
Suministro garantizado
Al menos hasta el pasado viernes, el suministro que llega a España por el Medgaz estaba asegurado y “la ampliación, que permitirá la circulación de más de 10 bcm (10.000 millones de metros cúbicos), está prácticamente lista y en fase final”, según revelaba ese día Naturgy a EL ESPAÑOL.
En todo caso, en Madrid ven una gran diferencia entre el conflicto con Marruecos y el que se pueda desencadenar con Argelia. La gran diferencia de esta decisión tomada por el Ejecutivo de Sánchez de apoyar a Marruecos es que “se comunicó a tiempo”, frente a la acogida de Brahim Ghali, que enfadó a Rabat porque la ministra Arancha González Laya, más tarde destituida, no había informado.
Por otra parte, Estados Unidos busca estabilidad en la región norte de África, y un cierto control de El Estrecho. Y desde Moncloa argumentan que Argel se posiciona con Europa a través de la relación con España, lo que de alguna manera clarifica que no está con Putin en esta crisis.
Conviene precisar que la secretaria de Estado adjunta de Estados Unidos, Wendy Sherman, viajó este mes a Madrid, Rabat y Argel, donde respaldó el plan de autonomía marroquí para el Sáhara Occidental, que Washington considera “serio, creíble y realista”.
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