Alcalá 253, noche de fiesta. Albert Rivera ha succionado el suelo electoral del PP. Los liberales han provocado un desastre sin precedentes en la historia de los conservadores. Pablo Casado afrontará la legislatura entrante con menos escaños de los que obtuvo Iglesias en 2016. Apenas un 1% de los votos separa el resultado de azules y naranjas. Ciudadanos, 57 escaños frente a los 66 de su rival directo, se ha erigido con la llave de la gobernabilidad y ha sellado su ansiado ensanchamiento del centro.
Cualquier cifra le vale a Rivera para ilustrar su sangrante mordida a Casado. Véase el total de sufragios. En 2016, el PP aventajó a Ciudadanos en casi cinco millones de papeletas -y más de cien diputados-. Este 28 de abril de 2019, sólo le saca alrededor de 200.000.
Si no es con números, la Ejecutiva naranja puede recurrir al mapa autonómico. Han derrotado al PP en la Comunidad de Madrid, Andalucía, Aragón, Cataluña, Baleares... Y a punto ha estado del sorpasso en Murcia, Valencia y Extremadura. Además, el proyecto liberal escala un puesto en la clasificación nacional y se coloca a mucha distancia de Podemos (42) y Vox (24).
Ciudadanos ha conseguido amueblar sus dependencias en el Congreso con expectativas de gobernar en el futuro y con la llave de La Moncloa en el presente. Pedro Sánchez no suma parlamentarios suficientes con Podemos y el PNV. La nueva aritmética le obligaría a ir en busca de un nacionalismo separatista, algo que él mismo se ha puesto como línea roja en campaña. De ahí que se antoje probable la mano tendida a los liberales.
El 'no es no' a Pedro Sánchez
Con el escrutinio al 99%, Rivera ha salido a las puertas de la sede a saludar a su parroquia: "¡Muchas gracias a todos por ir a votar!". El presidente de Ciudadanos ha prometido que respetará el resultado, que ha descrito así: "Os voy a dar una noticia mala y una buena. La primera es que Sánchez formará gobierno con Podemos y los independentistas. La segunda es que existe un proyecto de futuro para gobernar España".
Con un breve discurso, ha reiterado que nunca aceptará un trato con el líder socialista. "Nacimos para echar a gente como Sánchez", espetó el candidato naranja en su último mitin antes de las generales.
Consciente de ello, Rivera ha ninguneado al PP en su comparecencia. Se ha proclamado "líder de la oposición" y ha prometido a los presentes que, en un futuro, alcanzará La Moncloa: "Somos la esperanza de España, el futuro de la libertad y la igualdad".
La última vez que un proyecto autodefinido "de centro" condicionó el escenario político fue en 1979, cuando UCD ganó sus últimos comicios. A partir de ahí, los verdes se desmoronaron y el sueño de Suárez, el CDS, nunca superó los veinte escaños. Hace tiempo que Rivera rompió ese techo de cristal, pero los 58 diputados con los que acaba de alzarse a costa del PP le aportan gruesos argumentos para seguir postulándose a la presidencia.
El "refugio" ante Vox
En los corrillos de Génova ya hablan de Ciudadanos como el "refugio que han elegido los electores" para frenar el auge de Vox. Una percepción que aporta razones a los de Rivera en dos sentidos. Ya no tienen que envidiar la estructura del PP y el verdadero antídoto moderado se cocina con más eficacia en Alcalá, 253.
Ciudadanos asumió serios riesgos en la confección de sus listas. Envió a algunos de sus dirigentes más importantes a encabezar circunscripciones donde el escaño no estaba asegurado. Ese temor se ha evaporado con el escrutinio. Marta Rivera Cruz (Coruña), José Manuel Villegas (Almería), Juan Carlos Girauta (Toledo) o Miguel Gutiérrez (relegado varios puestos en Madrid) seguirán en el Congreso.
Queda como asignatura pendiente el debut en el País Vasco, donde Rivera ha vuelto a quedarse sin escaño. En Navarra ha solventado el problema mediante esa gran coalición con PP y UPN, que ha obtenido dos butacas en la Carrera de San Jerónimo.
Otras asignaturas pendientes son Valencia, Galicia o las dos Castillas. Allí, el Partido Popular ha mantenido su victoria en detrimento de Ciudadanos, pero el margen también se ha reducido considerablemente.