Antonio Ledezma: "Pedro Sánchez nos pidió unidad y no dejar la vía electoral, ahora quiero coherencia"
El exalcalde de Caracas es un referente de la oposición venezolona en el exilio. "El silencio de Zapatero es estruendoso, callar ante un crimen te convierte en cómplice".
10 agosto, 2024 02:40A Antonio Ledezma (San Juan de los Morros, Venezuela, 1955) le atropella la vida. Lleva dos semanas durmiendo poco, a trompicones, hablando por las noches con Venezuela y por el día con los medios de comunicación españoles. En medio está el resto de cosas, las obligaciones, pero sabe que es el momento. No hay tiempo para flojear justo ahora.
Lleva esperando esta oportunidad al menos desde que salió de Venezuela. Más de 1.000 después de que unos matones del régimen se presentaran en su casa en 2015 con rifles y pasamontañas, tirando la puerta abajo para sacarlo de allí.
Pasó cerca de dos años y medio bajo arresto domiciliario. Su pecado era haber sido alcalde de Caracas y destacarse como líder opositor; el delito que le imputaron fue “conspiración a la patria”.
En 2017 consiguió huir hasta llegar finalmente a Madrid, donde permanece desde entonces. “Por qué hablar de mí si estoy vivo”, dice ahora. Otros no tienen esa suerte. Y enumera una ristra de nombres que no logra sacar de su cabeza. Por qué hablar de mí si estoy vivo…
Así que hablamos de su país, de lo que pasa, de que el 28 de julio hubo unas elecciones en Venezuela y de que el presidente Nicolás Maduro se resiste a entregar las actas como le piden dentro y fuera de sus fronteras.
Los que no salieron, los que están allí son quienes se juegan el pescuezo. Él habla desde la distancia, pero dentro de un engranaje necesario en su oposición al chavismo. Lo define como un equipo, una familia desagregada, en la que Antonio ejerce de patriarca en la retaguardia. Es lo que le ha tocado.
Sabe que España es importante, que la comunidad venezolana es muy numerosa. Baja atropelladamente del piso, hacemos la entrevista en un café cercano regentado por compatriotas y escapa igualmente a la carrera hacia otra cita.
Antes de eso le para una familia de venezolanas que pasaba por allí. “Me puede usted hacer una foto con el doctor Ledezma”, pregunta la mujer al periodista. Sí, claro.
“Gracias por lo que hace, nuestro Estado nunca fue chavista”, le dice la mayor del clan al político. También éste es su trabajo, mantener viva la llama de la oposición entre la comunidad en el exilio.
En esas conversaciones con los líderes políticos de su país, ¿qué le cuentan ahora mismo desde allí?
A mí me toca coordinar el Consejo Político Internacional del comando de María Corina [Machado]. Nuestra responsabilidad es hacerlo de manera articulada, que nadie dé un paso en falso, porque una de nuestras fortalezas es que estemos unidos más allá de las diferencias ideológicas que hay en la plataforma. La estrategia tiene como médula la salida electoral, que no caigamos en la desesperación para poder llevar a término este proyecto.
La oposición defiende que ha ganado las elecciones. Pero Maduro afirma lo mismo y, de momento, se niega a publicar las actas. Siendo realistas, ¿qué salida ve posible? ¿Habría que ofrecerle algo a Maduro para que abandone?
Realistamente hablando, María Corina y Edmundo González han conseguido una transición ordenada. Eso significa despejar esas tinieblas por las que quieren presentar a María Corina como una vengadora radical que viene a cortar cabezas. Es totalmente falso. Aquí tiene que haber justicia. Tal como dijo Juan Pablo II, sin justicia no habrá paz. Lo que proponen María Corina y Edmundo es rehacer las instituciones para volver a edificar el Estado de derecho.
En Venezuela el poder judicial no es tal cosa, es una comparsa de personajes identificados con el régimen que se pasean por los pasillos con toga y birrete dictando sentencias para condenar a inocentes y absolver a los culpables. Entonces, lo que podemos garantizar es que no habrá caza de brujas, no habrá un linchamiento. El puente de plata que se le ofrece a Maduro son las garantías procesales, el respeto a los derechos humanos para él, su familia y sus colaboradores.
Para que haya un reconocimiento de Edmundo González como presidente de Venezuela, será muy importante el papel de la comunidad internacional. ¿Qué espera de España?
Esperamos más de España por ser lo que es, porque los nexos con España son indisolubles más allá de la lucha por nuestra independencia.
De momento, el Gobierno español ha firmado un documento con otros seis países de la UE para pedir que Maduro entregue las actas. ¿Cree que es suficiente?
Si el Gobierno de España y su canciller [el ministro de Exteriores, José Manuel Albares] piden oportunamente que hay que revisar las actas, significa que no reconocen la proclamación de Maduro. Eso ya tiene un valor que reconocemos y agradecemos. El PSOE también votó en el Parlamento Europeo resoluciones reprochándole a Maduro su intransigencia al no permitir la entrada en Venezuela de observadores de la UE, y eso es otro mensaje claro.
No habrá caza de brujas. El puente de plata que se le ofrece a Maduro son las garantías procesales, el respeto a los derechos humanos para él, su familia y sus colaboradores
¿Y qué falta entonces?
Falta que las elecciones fueron el 28 de julio. La ley establece en el artículo 146 que Maduro estaba obligado a presentar las actas en el plazo de 48 horas y han pasado muchos días, no las va a presentar. Por eso yo le digo al Gobierno de España y al resto de países que no sigan pidiendo las actas. Lo que tienen que hacer es emplazar a Maduro a que baje las armas y detenga la masacre contra el pueblo de Venezuela.
Él mismo se ufana en decir que tiene más de 2.000 detenidos y que los va a mandar a cárceles de máxima seguridad. Maduro está aterrorizando a la ciudadanía porque lo que busca es convertir Venezuela en un gran campo de concentración.
Perdóneme que insista, pero, ¿cree que España debe tomar la iniciativa en la Unión Europea para asumir una posición más fuerte y clara en este sentido?
Tradicionalmente España ha sido la puerta de entrada a Europa para los venezolanos. Y sí, sería muy significativo que España asumiera la iniciativa para que la Unión Europea fuera mucho más contundente a la hora de exigirle a Maduro que admita la derrota y permita la proclamación de Edmundo González Urrutia.
El Gobierno de España está al tanto de las tropelías de Maduro, porque lo contrario sería hacerse el ciego. Se sabe que está coludido con el narcotráfico, que tiene alianzas con países como Irán, que ha querido convertir a Venezuela en el escondite de los narcos y las Farc. Se sabe que Maduro encabeza una legión de bandidos que han saqueado el erario público de la riqueza venezolana y ahora es evidente que ha cometido un escandaloso fraude para pretender continuar en el poder de manera ilegítima.
Uno de los silencios que más llaman la atención es el de José Luis Rodríguez Zapatero. Ha sido mediador, estuvo en Venezuela supervisando el proceso electoral y no ha dicho nada.
Se trata de un silencio muy estruendoso, que llama poderosamente la atención. Se trata de un exjefe de gobierno de un país democrático al que le permitieron ingresar en territorio venezolano. No dejaron a los expresidentes Vicente Fox de México, Amelia Moscoso de Panamá, Jorge Quiroga de Bolivia, Miguel Ángel Rodríguez de Costa Rica. Como tampoco lo hicieron con la delegación del Parlamento Europeo o la que había enviado el Partido Popular español.
Mediadores tradicionales como el Vaticano suelen optar por una diplomacia discreta, sin levantar mucho la voz. ¿Cree que puede ser esa su estrategia?
Zapatero observó el proceso y estaba al tanto de que habían inhabilitado a María Corina Machado de manera arbitraria. Es un fraude continuado. Tiene que estar al tanto de todo esto, de que las investigaciones indican que los resultados no coinciden con lo que dice Maduro. Él vio la movilización y es insólito que no diga nada.
Yo me quedo con el Zapatero que fue a Venezuela a defender presos políticos y apoyó a algunos de ellos. Pero ahora apelo a una frase de José Martí, que dice que cuando alguien ve cometer un crimen y no hace nada, termina siendo cómplice, termina siendo corresponsable de ese crimen.
España y el resto de países no deben seguir pidiendo las actas. Lo que tienen que hacer es emplazar a Maduro a que baje las armas y detenga la masacre contra el pueblo de Venezuela
¿Qué cree que ocurrió? ¿Se vendió al chavismo?
Este hecho lo relaciona con el chavismo. Otros miembros del Foro de Sao Paolo o del Grupo de Puebla han hablado. El expresidente Ernesto Samper de Colombia o Leonel Fernández de República Dominicana, que tienen una relación de amistad con Maduro, también pidieron las actas. Pepe Mujica, un icono de la izquierda sudamericana, coincide con el actual presidente de Uruguay, Luis Lacalle. Boric en Chile coincide en esto con Milei en Argentina. Ahora más que nunca Venezuela necesita que alguien alce la voz en defensa de los derechos humanos.
Como usted dice, varios líderes de la izquierda sudamericana han criticado a Maduro: Boric, Petro, López Obrador, Lula… ¿Por qué le cuesta tanto a una parte de la izquierda española romper amarras con el chavismo?
Es incomprensible. La explicación dependería de conjeturas, de hipótesis. Yo no quiero entrar en eso. Pero la izquierda aquí se encuentra con un problema ético. Tienen derecho a defender su ideología o sus postulados programáticos, pero es un ‘bacalao’ cargar con Maduro, porque es un lastre que más bien desprestigia. Qué lumbre le puede dar a un movimiento de izquierda un hombre que ha hundido a Venezuela en el abismo de la pobreza. ¿Cómo puede servir de referencia en España o en cualquier lugar del mundo?
De hecho, una buena parte de la izquierda, más pragmática, ha abandonado esa dicotomía. Antes Venezuela se utilizaba casi como un reflejo de esa lucha entre la izquierda y la derecha. Ahora sólo la derecha sigue enarbolando esa bandera, la izquierda sabe que tiene poco que ganar por ahí.
El país que tiene las mayores reservas de petróleo no tiene gasolina, todos los días hay apagones. Se construyeron plantas para transformar agua cruda en agua potable y a buena parte del país sólo llega el agua cruda. Éste es el país que ha destrozado Maduro. Entonces, cómo alguien que se hace llamar de izquierdas y que habla del pueblo puede asumir la defensa de semejante personaje representativo del maleficio del populismo. Hay un problema de confusión o hay un problema ético.
Creo que algunos se acomodan en esa máxima de que el fin justifica los medios. Y esto los lleva a dejar de lado consideraciones que eclipsan la defensa de los derechos humanos. Para mí los derechos humanos están por encima de la ideología. Nicolás Maduro está siendo investigado en la Corte Penal Internacional como perpetrador de crímenes de lesa humanidad y ahora está violando los derechos humanos otra vez.
Es sabido que ustedes, la oposición venezolana en el exilio, mantienen muy buenas relaciones con el Partido Popular. ¿Cree que de alguna forma eso puede alimentar ese discurso, que la izquierda les vea como rivales?
Aquí no se trata de alianzas políticas, sino de la solidaridad que estos grupos no le regatean a Venezuela. Igual hablamos con el presidente Aznar o con Rajoy que con Felipe González, que fue mi defensor. Tenemos actividades en las cuales participan líderes de Vox o en su momento Albert Rivera, cuando era líder de Ciudadanos. Es una alianza en defensa de la democracia.
Al margen de Felipe Gonzalez, que se ha desmarcado totalmente de la línea actual del PSOE, ¿mantienen contactos con grupos de izquierda españoles?
Cuando hacemos algún acto, como hace poco en la plaza de Cibeles en Madrid, invitamos a todos. Antes de las elecciones nos reunimos con el señor Feijóo y nos recibió una representación de dirigentes del PSOE en Ferraz.
En 2019 ya se vivió una oportunidad en la que parecía que se podía terminar con Nicolás Maduro. ¿En qué se diferencia este momento del que vivimos entonces con Juan Guaidó?
Juan Guaidó, en su condición de presidente de la Asamblea Nacional con base en el artículo 233 de la Carta Magna, llena un vacío de poder que se desprende de la falta de legitimidad por parte de Maduro. Guaidó lo ocupó y asumió una Presidencia interina. Ahora mismo Edmundo González es el presidente electo y tiene una legitimidad de origen designada masivamente por el voto popular.
Cómo alguien que se hace llamar de izquierdas puede asumir la defensa de semejante personaje representativo del maleficio del populismo. Esa izquierda está confusa o tiene un problema ético
En ese momento Estados Unidos reaccionó de forma muy rápida y reconoció a Guaidó como presidente interino. Después le siguió la Unión Europea. Ahora vemos de nuevo que Estados Unidos se ha movido rápidamente en favor de Edmundo González, aunque con ciertas reservas. ¿Cree que la UE y Estados Unidos pueden temer un paso en falso como ocurrió con Guaidó?
Estados Unidos tiene en sus manos el expediente del Centro Carter, una de las instituciones más calificadas y prestigiosas en cuanto a observación electoral. Y ese informe del Centro Carter ha sido lapidario a la hora de dejar ver todas las irregularidades que hubo en ese proceso. La UE también manejan datos, dan credibilidad a los informes que dicen que quien ganó fue Edmundo González.
Pero se mantienen a la expectativa. Por eso le pregunto si temen que fracase de nuevo este intento, como ya ocurrió en 2019.
Sería confundir peras con manzanas, son dos episodios totalmente separados. En este momento lo que hay es una violación a la ley y la Constitución, Edmundo González tiene legitimidad de origen.
En estos años Pedro Sánchez se ha caracterizado por tomar decisiones arriesgadas en política internacional, le gusta remarcar ese papel. Más que de España, le pregunto qué espera de él.
Que sea consecuente con un pueblo y con una dirigencia a la que le pedía que buscáramos salidas electorales. Líderes como Pedro Sánchez siempre nos daban dos consejos: primero, únanse; y segundo, que no nos saliéramos de la vía electoral. Cuando llegué aquí a España hablé con él y me insistió en que no nos sacaran de esa vía electoral. Y eso hemos hecho.
¿Ha vuelto a hablar con él desde entonces o lo ha hecho recientemente con alguien del Gobierno, del Ministerio de Exteriores?
No. Me gustaría presentarle directamente los informes al canciller Albares, pero no ha habido ocasión.
Termino con una pregunta tópica para un líder en el exilio. ¿Se ve volviendo próximamente a una Venezuela diferente?
Yo tengo el optimismo indeclinable de que Venezuela va a salir de este atolladero, tengo la absoluta convicción de que este sacrificio de los que han muerto, de los que han pasado por la cárcel, de los que han sido torturados no será en vano. Por qué hablar de mí si yo estoy vivo. Pobres los muchachos que murieron chiquitos como Neomar Lander, como Vallenilla, como Pernalete, como Génesis, que murieron en las calles luchando por la libertad. Esos son los mártires que dibujaron con su sangre el mapa sentimental de Venezuela y a los que estamos homenajeando con esta victoria.
Para qué hablar de uno mismo… Pero, ¿se ve volviendo a Venezuela?
No hago sino levantarme y acostarme todos los días con los pensamientos enredados aquí en estas canas de salir volando a Venezuela.