Carmen Giménez (Madrid, 1980) es atleta y presidenta de Run for You, una fundación de atletismo inclusivo de la Comunidad de Madrid. Licenciada en Administración y Dirección de empresas y en Ciencias financieras por la Universidad Pontificia de Comillas, trabajó durante nueve años como consultora para una multinacional americana. Luego, ella misma explica cómo, después de cumplir treinta años, su vida cambió drásticamente.
"Soy víctima de violencia de género. El 12 de marzo del 2010, el que era mi pareja me tiró desde un tercer piso y eso fue el origen de la lesión medular que implica la silla de ruedas. He tenido ya trece años de adaptación a estas circunstancias, no sólo a la discapacidad, sino a entender y asimilar la violencia", relata a ENCLAVE ODS.
"A aceptar que la persona que quieres intenta matarte, algo muy difícil de afrontar, las secuelas psicológicas superan con creces las secuelas físicas. Las lesiones sufridas de dicha agresión me impiden la movilidad de las piernas, lo que me obligó a cambiar las zapatillas por las ruedas de una silla”.
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El deporte profesional llegó entonces a su vida como un nuevo motor, aunque su historia de superación no termina ahí. "En el año 2018, mi hijo Bruno nació prematuramente. A las pocas horas de su nacimiento nos dejó, pero su vida sigue latiendo dentro de mí. Soy madre de tres hijos: Ana, Bruno y Valentina".
Y continúa explicando cómo a raíz del nacimiento y del fallecimiento de su hijo Bruno empezó a correr más y más distancia, "con el objetivo de llevarle por las calles, y como la maratón es una prueba que transcurre por suelo urbano y por calles preciosas en el mundo, quería dedicarle todo ese tiempo y compartir juntos todas esas emociones".
"Aquí me ves ahora, cumpliendo con ello. Fue mi hijo lo que me movió a crear la Fundación, de la que yo soy la parte visible, pero somos muchas personas, cada vez más, las que ayudamos a otras muchas, para visibilizar la discapacidad y prevenir la violencia de género”.
Actualmente, Carmen Giménez es una estrella del atletismo, campeona de España en las categorías de 800, 1.500 y 5.000 metros y récord nacional en los 5.000 metros. Aliada de Liberty Seguros desde que venció en su categoría de la carrera Liberty en 2022 y 2023, ha recibido numerosos premios y acaba de dar el salto a la competición internacional, en las maratones del 24 de septiembre en Berlín, del 15 de octubre en Ciudad del Cabo y del 19 de noviembre en Japón. De hecho, ha hecho historia siendo la primera española en competir en la Maratón de Berlín en la categoría de silla de ruedas.
El deporte, nuevo principio
Giménez atiende hoy a ENCLAVE ODS recién llegada de Japón, tras terminar de impartir una conferencia. “La maratón de Japón ha sido una experiencia súper bonita, es algo único en el mundo, no es una maratón específicamente de atletas en sillas de ruedas, pero estábamos 70 atletas, de los cuales 9 éramos mujeres. En la media maratón, ¡había 150! Imagínate, 230 atletas en sillas de ruedas, eso es algo único en el mundo: compartir con tantas personas, con la cultura japonesa de fondo, que son tan respetuosos, ha sido increíble”.
Para llegar hasta el lugar del evento, explica, “volamos primero a Dubai, de allí a Oita y luego tuvimos que usar un transporte terrestre durante una hora más”. De allí partió la mítica maratón, con sus 42 kilómetros. Pero ese viaje empezó, en realidad, meses antes. “La preparación en silla es muy parecida a la preparación a pie. Yo entreno todos los días. Es una acumulación de kilómetros, y es gradual, tú vas computando semanas, en torno a unas ocho o diez semanas antes del evento y vas aumentando el volumen de kilómetros hasta alcanzar los 120, alternados con dos o tres días de trabajo de gimnasio. Se hacen intervalos y series más intensas, y se combinan las partes aeróbica y anaeróbica. Son importantes la alimentación, el descanso, y por supuesto es clave la mente”.
Para ella existen varios hitos en su carrera, pero siempre recuerda “los campeonatos de España, pero en concreto el de debut, de Sevilla". "Siempre crees que no puedes hacerlo porque tienes muchos kilómetros por delante y crees que no vas a poder. Ponerme en la salida y conseguirlo fue un momento fundamental. Y luego estaría el salto a las competiciones internacionales, como en septiembre en Berlín, todo para recorrer el mundo con Bruno, en octubre estuve en Sudáfrica y ahora en Japón”.
Fortaleza psíquica
'El deporte es un derecho, no un lujo' es ahora el lema de su fundación. “Mi motor es el amor, por mi hijo, la necesidad de que esté presente, de que su nombre se escuche en todo el mundo. Esa es mi motivación, no corro para ser la primera, lo hago para que su nombre recorra el mundo. Eso es un motor muy poderoso. El amor es el motor para mí y eso es lo que me ayuda. El amor mueve montañas”, afirma con determinación.
“El atletismo es un deporte de una disciplina dura, en concreto la maratón", explica. "Pasas por momentos de flaqueza en el proceso y la competición. Durante esas dos horas y pico piensas de todo, cosas muy buenas, cuando la gente te anima y te sientes fuerte y bien, corres, pero el cuerpo empieza a sufrir y empiezas a pensar ‘no puedo, lo dejo, abandono, quién me ha mandado’. Al final todos esos pensamientos se disipan".
"Llevo el nombre de mi hijo escrito en mi silla de atletismo y cuando creo que no puedo más leo su nombre y pienso en los interminables minutos que aguantó sin poder respirar, y sobrevivió, aunque la falta de oxígeno le causó ocho horas más tarde la muerte, eso es lo que siento, que tengo que hacerlo por él, que él fue muy valiente y muy fuerte y que si un bebé es capaz de aguantar tanto, pues los demás igual. Así que me digo ‘sigue, sigue, sigue’ y de momento las carreras que he disputado las he conseguido terminar”.
Y ahonda sobre ello: “Respecto a mi hijo, lo que me ha enseñado, es lo valioso que somos. Mi hijo solo pudo vivir ocho horas y fue motor para una fundación y ha ayudado a muchas personas. Es extraordinario lo que es capaz de hacer cada uno de nosotros. Ese es el mensaje que intento dar. Cada día tiene 24 horas, es el triple de lo que tuvo Bruno, hay que pensar en qué podemos hacer por los demás y por nosotros mismos, cuántas cosas somos capaces de hacer, un montón, un montón, en sólo un día. Esa mensaje es de empoderamiento a cada uno, para identificar su valor, su fuerza, su poder. Si Bruno lo tiene, lo tenemos todos, todos somos valiosos, todos podemos hacer cosas increíbles”.
En su opinión, faltan más mujeres para “aumentar la visibilidad del deporte femenino, en algunas disciplinas, en algunas pruebas, sobre todo". "En la maratón de Boston hay una imagen emblemática de una corredora que entra de manera ilegal, la sacan, pero son los hombres los que la vuelven a meter en el circuito y ella consigue quedar con esa foto para la historia. Aún tuvieron que pasar años porque se pensaba que la mujer no podía enfrentarse a una distancia de 42 km, eso es un resquicio cultural que nos sigue afectando y provoca que muchas mujeres no se lo planteen”.
Continúa explicando: “Lo normal es que haya en torno a un 20% de mujeres: somos minoría porque llevamos sólo unas décadas corriendo, pero cuando vayamos viendo que claro que podemos correr 42 km, porque las que lo hacemos estamos hechas de la misma carne, con los mismos huesitos y musculitos de todas, entonces cambiará. Es una cuestión psicológica de respeto y quizás miedo, a veces. Para eso es importante la visibilidad y… hay que tener confianza en nosotras mismas, ¡claro que podemos hacerlo!”.
Violencia de género
Carmen Giménez añade más sobre su vivencia: "Soy víctima de violencia de género. Y me he dado cuenta, después de todos estos años, más allá de la justicia y de las leyes, de que el problema de base es la educación, la educación en el respeto, en la no violencia. La Comunidad de Madrid me propuso el año pasado que acudiera a colegios, para hablar con niños y niñas de cuarto de primaria, justo la edad que tenía mi hija mayor el año pasado. Y yo, conociendo el momento educativo y personal de ella, me parecía que eran muy pequeños y me preguntaba ‘cómo les voy a hablar de violencia de género’, me parecía muy duro”.
“Obvio que dije que sí”, continúa relatando. “Porque es mi compromiso personal y es mi función desde la fundación…, y lo que hice fue hablarles en su lenguaje. Si piensas en los cuentos, a veces son tremendos. Caperucita, cuando se pierde en el bosque, lo pasamos fatal, o cuando el lobo feroz se come a la abuela. En los cuentos, lo que contamos sabemos que tiene una enseñanza y por eso los contamos, con un final feliz, porque van a aprender una moraleja de ese cuento. Eso hice".
"Plantear mi historia como un cuento, por tanto, tiene sus partes duras, que asustan o causan inquietud, pero como mi historia termina bien y con mi cuento se aprende, pues sirve para entender que la violencia puede tener consecuencias muy graves pero que en la vida siempre hay nuevas oportunidades. La discapacidad que te haya tocado vivir no te define y es una característica más: una característica mía es la discapacidad pero cada uno tiene las suyas”.
En su experiencia, “los niños ya están viviendo su vida y te cuentan de todo, algunos han visto o experimentado la violencia y otros problemas graves, te hablan de casos de su hermana o de su vecino". "Y ahí es donde me he dado cuenta de que esa es la clave, hay que estar con las niñas y los niños, porque ellos también son víctimas cuando normalizan conductas violentas, porque las viven alrededor incluso de personas que son sus referentes. Es ahí donde hay que trabajar: explicarles que insultar, menospreciar o ignorar son formas de violencia, como también lo puede ser cogerle el móvil a alguien. Lo entienden perfectamente y ahí es donde consigues que en el futuro entiendan que eso no se puede permitir”.
“Este tipo de acciones son la base”, reivindica. “El trabajo que hacemos es muy importante. Hoy mismo con un compañero policía nacional, él mismo me decía, que se dedica a esto desde hace más de una década, ‘Carmen, siento que esto puede ayudar a eliminar y prevenir la violencia; cuando yo intervengo a veces ya es tarde, ya se ha causado el daño’. En los centros que visitamos, hay niñas y niños de todas las condiciones socioeconómicas y este trabajo es de base”.
Las personas bisagra
“La vida es un proceso constante de crecimiento personal”, explica desde su experiencia personal y única perspectiva. “A veces en esas pequeñas cosas nos perdemos, en nimiedades, que para cada persona se hacen un mundo, uno se cree que eso que le ha sucedido es terrible y nos perdemos. Yo creo que la clave es ir haciéndose más y más consciente de que las cosas pasan y de que hay que seguir".
"En la vida, a veces hay cosas que ocurren que pueden parecer objetivamente negativas que luego no lo son; no porque no lo sean en su esencia, ¡cómo no va a ser negativo que se te muera un hijo! A lo que me refiero es que tienes que seguir viviendo y a que lo que genera eso puede ser extraordinario, no podemos quedarnos en la parte mala, hay que aprender a extraer lo bueno de las cosas en la vida. Lo he podido comprobar en muchos casos: de las circunstancias más adversas se generan los momentos más extraordinarios. Es un proceso de aprendizaje y hay gente que aprende y gente que no esta lección. Hay gente que aprende a vivir y gente que se empeña en no hacerlo”.
Carmen Giménez comparte un concepto: el de las personas-bisagra. “Muchas de las personas que para mí han sido más importantes o auténticos referentes, por su integridad o forma de afrontar la vida, son personas que han tenido una vida normal, una vida cotidiana, pero son extraordinarias de naturaleza y se convierten en referentes. Una persona muy importante en mi vida fue Maty, la madre de un compañero de la universidad, que no vivía en Madrid, la conocí por él. Pues esa mujer, que es puro amor y que en momentos muy duros de mi vida me llamó y se interesó por mí, en poco tiempo fue capaz de transmitirme mucha fuerza. No subestimemos lo que podemos ayudar a alguien con una simple llamada. De Maty aprendí, como de mi hijo Bruno, la importancia del amor como concepto genérico, porque la actitud cariñosa, la empatía y la generosidad son una forma de vivir”.
“Yo vivía enfadada con el mundo, con las personas y la vida”, expresa con toda sinceridad. “Era la protesta. Luego aprendí que mirar dulce es contagioso. Hay personas que en cuestión de minutos te enseñan con su forma de vivir, y se convierten en referentes. No fue la única, esas personas parecen anecdóticas en tu vida, pero son personas que aparecen en momentos clave y que dejan huella. Parece que la vida te las pone porque necesitas verlas, escucharlas, sentirlas, y sin saberlo, te cambian. Son personas-bisagra. Te cambian el rumbo”.
“Ahora cabo de terminar la temporada, descanso unos días y me pondré a planificar la temporada que viene, tengo 15 días para tomar decisiones", concluye esta entrevista Carmen Giménez, con una energía desbordante. "Tres maratones vendrán en primavera y tres en otoño. Lo que es seguro es que Sevilla estará, es donde todo empezó. Y aspiro a seguir corriéndola todos los años. Empezar la temporada siempre con Sevilla y luego, ver cuáles, quizás Boston o Londres y probablemente Sidney que ya me invitaron y no pude ir, y quizás Sudáfrica. Mi motivación en mi carrera como atleta no es ser la primera, es llevar a mi hijo, llevar su nombre a sitios que sean una experiencia para nosotros”.