2022 se cerró con 50 “feminicidios íntimos consumados” registrados en nuestro país. La cifra, recogida en la Memoria de la Fiscalía General del Estado, se disparó en el mes de diciembre. “La tendencia registrada hasta el mes anterior, noviembre, era claramente a la baja”, dice el texto oficial. Un año después, mientras se escriben estas líneas, son 52 las mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en España.
Nieves Fresneda, jueza de un juzgado de lo penal con competencia exclusiva de violencia sobre la mujer, se enfrenta en su día a día a muchos de estos casos. Y explica que cuando se habla de violencia de género, lo que hacemos es señalar “una violencia muy particular, en la que están los sentimientos entremezclados. Y ahí radica la dificultad de la víctima en denunciar y su miedo”.
Todo, recuerda, “viene motivado porque está sometida, normalmente, a una situación de dominación, de control de quien ha sido o es su pareja”. De ahí que haya juzgados de instrucción y de lo penal específicos para juzgar este tipo de delitos que, según el último informe del Observatorio del Poder Judicial, durante el segundo trimestre de 2023, aumentaron en un 5,66% respecto al mismo periodo del año anterior. Las denuncias lo hicieron un 5,43%.
A tenor de las cifras, Nuria Mateos de la Calle, psicóloga sanitaria y forense, experta en violencia sobre la mujer, reconoce que en el último año “no se han producido cambios”. Algo que, de por sí, “no es nada bueno”. Porque, como dice, “sigue habiendo mujeres asesinadas, niñas y niños asesinados, y muchas víctimas de violencia”.
Según el Observatorio del Poder Judicial, las mujeres víctimas de violencia de género entre abril y junio de este año ascendió a un total de 47.063. Se presentaron, además, 48.227 denuncias. Datos que reiteran la incapacidad de nuestra sociedad para reducir el número tanto de víctimas como de feminicidios. Por eso, insiste Mateos, “estamos yendo para atrás, porque algo está pasando cuando no somos capaces de avanzar”.
De las 48.227 denunciadas entre abril y junio de este año, 34.089 (o el 70,68%) fueron presentadas por las propias víctimas, según el último informe del Observatorio del Poder Judicial. Sin embargo, solo el 1,85% (891 denuncias) las presentó su entorno.
Estos datos tienen varias lecturas. Por un lado, que el porcentaje restante de denuncias, fueron presentadas por personas ajenas a la víctima. Fresneda reivindica que las denuncias de terceros se dan con frecuencia. Y pone un ejemplo: “Alguien va por la calle y ve a un hombre pegarle un guantazo o un puñetazo a una mujer”. Esa persona, dice, sí denuncia, “precisamente porque hay una gran concienciación en la sociedad en la lucha contra la violencia de género y es sabido que son comportamientos inaceptables”.
Por el contrario, las denuncias del entorno, “en donde incluiríamos a los padres, a los amigos, a los familiares de la víctima, es verdad que es un porcentaje muy pequeño”, matiza. En la opinión de la jueza, no se trataría de un problema de concienciación.
Por experiencia, en cambio, Fresneda asegura que “hay un porcentaje alto en el que las propias víctimas han ocultado a su entorno esa situación de maltrato que han vivido o que están viviendo y el entorno no se percata, pese a que pueda tener alguna sospecha por algún comportamiento que hayan presenciado o incluso porque hayan observado lesiones”. Sin embargo, es muy difícil que acudan a denunciar si la propia víctima lo niega.
Pornografía y violencia sexual
Mateos reconoce que lo más preocupante este 2023 es el aumento de las agresiones sexuales. Un tipo de violencia contra la mujer clave que, sin embargo, en nuestro país no entra dentro del cómputo de la violencia de género.
Según el balance trimestral de criminalidad del Ministerio del Interior, entre enero y junio de 2023 se registraron 2.307 agresiones sexuales con penetración en nuestro país. Esto es, 229 más que en el mismo periodo del año pasado. La violencia sexual, asegura la psicóloga forense, está aumentando especialmente en los adolescentes.
Las causas son múltiples: desde la normalización de los discursos o de las conductas machistas en las redes sociales hasta el consumo de una pornografía cada vez más salvaje, como explicó Mabel Lozano en una conversación con ENCLAVE ODS.
Sin embargo, Mateos huye de culpar solo al porno. “No echemos la responsabilidad solo a la pornografía de lo que es también culpa de la sociedad”, advierte. Porque el acceso a la pornografía en edades tempranas, explica, influye, "claro que sí", matiza. Pero, dice, "no es el único motivo".
Mateos, como psicóloga forense que ve en su día a día los efectos de la violencia, asegura que lo que está ocurriendo es que "se está normalizado". Y con el porno, dice, "las relaciones sexuales que se normalizan son violentas". Ahí está el problema.
Además, "ellos aseguran necesitar la pornografía para conocer más cosas. Pero cuando tú preguntas a las chicas, ellas la ven para aprender cosas para poder satisfacer los deseos de la pareja. No porque ellas quieran verla", indica la psicóloga. "El discurso del chico y de la chica en el tema de la pornografía es distinto", reflexiona. Parece, dice, que "la sexualidad, para ellas, sigue siendo dar placer a la otra persona".
Ahí, lamenta, sí que hay un peligro. Porque, insiste, lo único que se consigue es “normalizar conductas violentas como algo normal”. Mateos asegura que esa es la parte de su trabajo que más le asusta. Ella, además, es una fiel defensora de que, al ser humano, “llega un momento en que las actitudes violentas no nos hacen daño”.
Y esa es su lectura de los datos de la violencia machista en nuestro país: “Nos estamos acostumbrando a ver el sufrimiento y el dolor de la otra persona sin que nos afecte, también a nivel sexual”. En otras palabras, “normalizamos el dolor de los demás”.
Negacionismo
Fresneda apunta al negacionismo de la violencia de género. Algo, dice, “tan absurdo como negar que se produce un homicidio o delitos contra la seguridad vial”.
Sin embargo, indica que “es producto de la politización que se hace de esta violencia y de que, como está pasando en otros muchos ámbitos de nuestra sociedad actual, estamos polarizados y se nos sitúa en extremos”.
Pero, como insiste la jueza, este “es un tema de una gran seriedad”. Porque “la violencia sobre la mujer en el seno de la pareja o la expareja obedece a múltiples factores y no debería de ser utilizada políticamente ni por los de un signo ni por los de otro, porque al final producen mensajes cuyo daño es muy grande, especialmente entre la gente joven”.
Con todo, concluye la jueza Fresneda, “España es un ejemplo en la lucha contra la violencia de género y somos admirados por otras muchas legislaciones que nos piden informes y asesoramiento en esta materia”. Las cifras siguen siendo altas, pero la sociedad, como en este 25N, grita se acabó.