"Te entiendo, no hace falta que me trates como a una niña". No sé las veces que he tenido que pronunciar esta frase —o alguna similar— a lo largo de mis 28 años. Soy influencer (tengo casi 750.000 seguidores en TikTok y 50.000 en Instagram, donde me hago llamar 'La Cate'), trabajo en una firma de moda y llevo una vida independiente —bueno, vivo con mi madre, pero como la gran mayoría de los jóvenes de mi edad en España—.

Entonces, ¿por qué sigo enfrentándome a estas situaciones? En el bus, en la cafetería e, incluso, en contextos laborales. Te daré la respuesta: tengo una copia extra del cromosoma 21. Tengo síndrome de Down (de ahí que hoy, día 21 de marzo, 'festejemos' el Día Mundial del síndrome de Down). Una alteración genética que, por lo visto, lleva aparejada una etiqueta: infantil, indefensa, incapaz…

Ponle el nombre que quieras, pero a las personas adultas con síndrome de Down estos sesgos nos devuelven a la casilla de salida, concretamente a la de un niño o niña con todo por aprender y por demostrar.

Con mi trabajo y mi día a día —en el que, no me escondo, se incluye un ratito de hacer el payaso en redes— contribuyo a desterrar esos prejuicios que nos limitan, no solo a los adultos con síndrome de Down, sino a otras muchas personas con algún tipo de discapacidad intelectual.

A mí ya no me sorprenden los datos, pero quizá a ti sí te llame la atención que solo el 5% de las personas con síndrome de Down en España tiene trabajo y la inmensa mayoría desarrolla su labor fuera de la empresa ordinaria.

Entonces, te preguntarás: ¿De qué me quejo? Si soy una privilegiada y tengo dos trabajos —y uno de ellos me permite compartir mi skincare con miles de seguidores—. Efectivamente, he podido derribar muchas de esas barreras y puedo decir que vivo una inclusión casi plena gracias a que mi entorno no me cortó las alas, no me trató a los 20 como si fuera una alumna de escuela infantil.

A pesar de todo ello, y como decía al inicio de este texto, sigo teniendo razones para alzar la voz. Me chirrían los comportamientos que me siguen frenando y que limitan a muchas personas con esta condición cromosómica.

Desde mi posición en redes y como embajadora de la Fundación Adecco, levanto la voz por mí y por todos ellos para dejar claro que no, que no somos niños, que no queremos que nos traten como tal, sino que nos den una oportunidad para demostrar todo nuestro talento.

Es un llamamiento a las empresas, a los compañeros de trabajo, a nuestras familias… Solo de esta manera podremos hablar de una plena inclusión desde el lugar que merecemos, sin infantilismos ni sobreprotección. Eso no quiere decir que vaya a dejar de bailar, reír, divertirme y hacer el tonto cuando me apetezca.

Sea 21 de marzo o cualquier otro día del año. Ojalá encontremos esos espacios seguros donde se nos trate como lo que somos, personas adultas, y que como al resto, nos permitan volver 'a ser niños', pero solo cuando nosotros queramos. Cuando nos apetezca.

***Caterina Moretti 'La Cate' es influencer y embajadora de la Fundación Adecco.