Como Bill Murray en Atrapados en el tiempo, las cumbres del clima vienen repitiendo la misma historia, una y otra vez, desde hace años. A diferencia de la película de los 90 coprotagonizada por Andie McDowell, los encuentros climáticos no cuentan con todo el tiempo del mundo para recrear la misma puesta en escena hasta la saciedad.
Negociar y hacer promesas vagas durante un par de semanas para llevar a cabo una prórroga de última hora que las alarga una o dos jornadas. Así se llevan desarrollando las últimas de las 26 Conferencias de las Partes de Naciones Unidas (COP) que se han celebrado hasta la fecha. Todo para, al final, llegar a acuerdos “tibios” para los activistas y la sociedad civil, y faltos de ambición.
Este 2021, en Glasgow, se repitió ese día de la marmota climático, pero ¿qué pasará en noviembre de 2022? Aunque no tengamos una bola de cristal que prediga el futuro, sí que hay ciertos aspectos del encuentro que acogerá Egipto de los que ya podemos hacer algo más que especular.
El camino hacia Sharm El-Sheikh
La COP27 pone rumbo a la ciudad balneario de Sharm El-Sheikh, en un país especialmente vulnerable a la degradación ambiental y que dice querer representar al continente africano en la cumbre. Una región que dejó claro en la cita británica que la mitigación al cambio climático no es suficiente para ese 85% de la población mundial que, según un estudio publicado por la revista científica Nature Climate Change, ya sufre sus consecuencias.
La adaptación y la financiación de pérdidas y daños será fundamental para que la transición ecológica sea, como se reiteró en la COP26, realmente justa. “Durante la primera semana de la cumbre de Glasgow vimos que se hacían numerosos anuncios que pueden sonar muy bien, pero que no dejan de ser intenciones a las que les falta compromiso y concreción”, asegura Tatiana Nuño, responsable de la campaña de cambio climático de Greenpeace.
La reducción del 30% de las emisiones o los objetivos de descarbonización a largo plazo fueron, para la oenegé ecologista, insuficientes. Según uno de los últimos estudios de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés), de seguir al ritmo actual, a finales de siglo la temperatura del planeta habrá aumentado al menos 2,1 °C.
En 2022, "las naciones tendrán que volver a la COP con objetivos más fuertes", recuerda Nuño
Si los acuerdos de Glasgow se materializan en medidas concretas que lleguen a buen puerto, según la misma organización, las temperaturas planetarias alcanzarían los 1,8 °C antes del 2100. Para Nuño, es como si “los países anunciasen que quieren correr una maratón, pero aún no se han puesto a entrenar ni a poner en marcha las políticas necesarias”. Por eso, la próxima cumbre del clima es crucial para el futuro del planeta.
En 2022, recuerda Nuño, "las naciones tendrán que volver con objetivos más fuertes". Porque una semilla plantada este año ha sido el adelanto "de un año de la revisión de objetivos climáticos", teniendo en cuenta las recomendaciones del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC). Es decir, las de los científicos.
El Acuerdo de Glasgow recoge también la necesidad de abandonar el carbón y los combustibles fósiles en general. Algo que, para Nuño, tiene que ver con la definición misma de la transición justa. Por eso, "Greenpeace y el resto de organizaciones nos aseguraremos de que este objetivo de abandono de los combustibles fósiles sea cada vez más claro, empezando en Egipto", advierte.
El dinero sobre la mesa
En materia de financiación y adaptación a la emergencia climática, la última cumbre ha sentado las bases, pero la próxima será clave. “Este año se reconoció que los países más vulnerables al cambio climático son los que menos han contribuido, aunque no se alcanzó el compromiso que había de destinar 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020 a que se adapten”, recuerda Nuño.
Y todos estos flecos que quedaron sin rematar en 2021 centrarán las negociaciones de la COP del año que estrenamos. Para la experta de Greenpeace, en Egipto será fundamental “avanzar en atender a los países más vulnerables al cambio climático, asegurando que van a tener unos recursos" financieros y materiales.
Como aseguraba el director ejecutivo del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en España, Chema Vera, en una entrevista en ENCLAVE ODS / EL ESPAÑOL, "para la infancia, la adaptación es esencial". No sólo porque en la financiación de la misma se jueguen el futuro, sino que es la única manera de "sobrevivir en aquellos lugares donde podrían vivir si quieren si se adaptan ya".
Por ello, los expertos admiten que un acuerdo de Egipto ideal contemplará una financiación necesaria y adecuada para hacer frente a los impactos del cambio climático y a la adaptación a los mismos. Aunque también, como apunta Nuño, garantizará que "esos Estados que tienen menos recursos puedan abordar la transición energética para asegurar que reducimos las emisiones a la mitad en 2030 y llegamos al cero neto en 2050".
El director ejecutivo de UNICEF en España, Chema Vera, asegura que "para la infancia, la adaptación es esencial"
Junto a la adaptación, la financiación de pérdidas y daños fue uno de los grandes escollos insalvables en 2021 que Vera espera se salven en 2022. "Hay una población que ya no va a poder recuperar sus tierras ni sus casas, nunca; el daño es permanente, ya no hay adaptación posible", afirma el responsable de UNICEF en nuestro país.
Algo que el pasado noviembre se puso sobre la mesa de negociación: los países insulares –especialmente los del Caribe y Oceanía– hicieron clara su intención de presionar en Egipto para que se aborden las terribles pérdidas que el calentamiento global ya está provocando en sus hogares.
"La COP27 es absolutamente crítica para la financiación climática, los países del sur no van a aceptar un saqueo ni otro año de dilación", aleta Vera. En la próxima cumbre del clima, el foco de los activistas medioambientales estará en la mitigación –y su consecuente reducción de emisiones–, la adaptación y la financiación de pérdidas y daños.
Egipto, ¿la voz de África?
Seguir la estela del activismo africano juvenil será vital. La líder ugandesa del movimiento estudiantil Fridays For Future, Vanessa Nakate, ya afirmó el pasado noviembre en Twitter que la próxima COP, al celebrarse en el sur global, será determinante.
Las palabras de Nakate retumbaron en la red social: "No podemos adaptarnos a las hambrunas; no podemos adaptarnos a la extinción; no podemos comer carbón; no podemos bebe petróleo; no nos rendiremos".
Sin embargo, no todos tienen tan clara la idoneidad de la ubicación de la cumbre del clima. Algunos expertos han mostrado ya su descontento, especialmente si se tiene en cuenta que, según la Red Árabe de Información sobre Derechos Humanos (ANHRI), el país cuenta con 65.000 prisioneros políticos en prisión.
El derecho a la manifestación pacífico se ha visto mermado en los últimos años en el país. Por eso, Nuño recuerda que “Egipto tendrá que garantizar una COP inclusiva, transparente y en la que todos los derechos civiles prevalezcan para todos los participantes y organizaciones de la sociedad civil".
Más allá de las negociaciones, podrían ser las multitudinarias manifestaciones de las que hacen gala las cumbres del clima las que puedan poner en jaque al Gobierno de Abdel Fatah al-Sisi.