Este lunes dio comienzo la XXV Cumbre del Clima o COP (Conferencia de las Partes), la mayor convención internacional en materia de medioambiente, suscrita por 197 partes (196 países y la Unión Europea) que se han comprometido a buscar soluciones globales al cambio climático.
Para conseguirlo, la Cumbre del Clima, que se reúne cada año desde 1995, ha fijado varios objetivos -como la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero o mantener el ascenso de la temperatura por debajo de los 2ºC- y ha establecido una serie de medidas para alcanzarlos en las próximas décadas, antes de que sea demasiado tarde para revertir los efectos del cambio climático sobre el medioambiente.
La COP25 se celebrará en Madrid entre el 2 y el 13 de diciembre, en una fecha clave por la entrada en vigor del Acuerdo de París el próximo año. Está presidida por Chile, país anfitrión hasta finales de octubre. A causa de las protestas ciudadanas en el país suramericano, se decidió cambiar la sede y trasladarla a la capital española en la que será la primera Conferencia de las Partes celebrada en España.
La Cumbre del Clima tendrá lugar en IFEMA, el recinto ferial de Madrid, donde ocupará 7 pabellones a lo largo de dos semanas. En total más de 100.000 metros cuadrados para recibir a casi 25.000 visitantes de al menos 200 países. Se estima que la Cumbre costará alrededor de 60 millones de euros y que dejará un impacto en la economía local de 100 millones de euros.
La vigésimo quinta Cumbre del Clima tendrá lugar casi medio siglo después de la primera conferencia de la historia organizada por la ONU cuyo tema central era el medioambiente (celebrada en Estocolmo en 1972) y 24 años de la primera Conferencia de las Partes, la de Berlín en 1995.
Estocolmo, 1972
La primera gran conferencia internacional sobre medioambiente tuvo lugar en Estocolmo en 1972. La denominada Cumbre de la Tierra fue convocada por la ONU y contó con la participación de 113 países. Aquí se planteó, por primera vez, el cambio climático como un problema global y se advirtió de la necesidad de establecer un control sobre los agentes contaminantes.
La Declaración de Estocolmo surgida de esta reunión, contiene un plan de acción con más de 100 recomendaciones y 20 principios a seguir para proteger el medioambiente. Esta Cumbre del Tierra sirvió para que el cambio climático adquiriera atención a nivel global, aunque las acciones planteadas no tuvieran una aplicación demasiado exitosa. Durante varias décadas, el medioambiente continuó sin aparecer entre las grandes cuestiones que preocupaban a la sociedad. Hasta 1995.
Berlín, 1995
En la primera Conferencia de las Partes los países firmantes acuerdan reunirse anualmente para hacer un seguimiento de las labores que a partir de entonces se llevarían a cabo para controlar el calentamiento global. También se hace hincapié en la necesidad de reducir las emisiones de gases contaminantes. Esta Cumbre del Clima fue el inicio de las negociaciones que en 1997 verían sus frutos con el Protocolo de Kioto.
Kioto, 1997
En diciembre de 1997, 81 países firmaron (serían 183 en 2009) y ratificaron la mayor acción para la protección del medioambiente hasta entonces: el Protocolo de Kioto. La medida más destacada de este acuerdo era reducir las emisiones de gases de efecto invernadero -se acordó una reducción global del 5%- principalmente de dióxido de carbono, metano, óxido nitroso, hidrofluorocarbonos, perfluorocarbonos y hexafluoruro de azufre.
Para ello se plantea por primera vez, entre otras cuestiones, el mercado de carbono. Un concepto que surge para contribuir a la reducción efectiva de las emisiones de CO2 y que consiste en que aquellos países incapaces de reducir sus emisiones pueden comprar ‘derechos de emisión’ a los países que sí hayan conseguido minimizar su impacto medioambiental y de este modo equilibrar la balanza global.
El Protocolo de Kioto entró en vigor en 2005 y aunque su fecha de finalización estaba prevista para 2012, se creó un segundo período con medidas más ambiciosas para paliar el efecto invernadero.
Bali, 2007
Diez años después del Protocolo de Kioto se crea la Hoja de Ruta de Bali, que además de adoptar nuevas medidas dentro del acuerdo firmado en 1997, establece la necesidad de desarrollar un nuevo protocolo para sustituir a éste y en el que se incluyan todos los países adscritos a la COP. Se traza un nuevo curso de negociaciones que serían revisadas y completadas en 2009.
Copenhague, 2009
En la Cumbre del Clima celebrada en Copenhague la prioridad era alcanzar un nuevo acuerdo, más ambicioso, antes de que finalizara el Protocolo de Kioto en 2012. Se fijan varios objetivos, entre ellos mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2ºC y lograr una reducción del 50% de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2050.
Cancún, 2010
La decimosexta Conferencia de las Partes finalizó con la aprobación de los Acuerdos de Cancún, una serie de medidas que permitirían incrementar las actuaciones del Protocolo de Kioto para mantener el aumento de la temperatura por debajo de los 2ºC. Además se creó el Fondo Verde para el Clima, un mecanismo con el que recaudar fondos para ayudar a los países en desarrollo a adaptarse y mitigar los efectos del cambio climático.
Doha, 2012
2012 era el año en el que finalizaría el Protocolo de Kioto. Sin embargo, en la COP17 celebrada en Doha se acordó la prolongación de este acuerdo hasta 2020, aunque algunas de las grandes economías como Estados Unidos, China, Rusia y Canadá no respaldaron esta prórroga.
París, 2015
Tras el Protocolo de Kioto era necesario convocar una propuesta aún más ambiciosa, pues las medidas anteriores resultaban insuficientes si se querían cumplir los objetivos de reducción de emisiones y aumento de la temperatura.
En 2015 se acepta por unanimidad el Acuerdo de París, que entrará en vigor en 2020, una vez finalizado el anterior acuerdo. Fue ratificado por 195 países, aunque en 2017 Estados Unidos anunció su retirada.
Entre las principales metas del Acuerdo de París se encuentra mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2ºC y limitar este aumento a 1,5ºC. También mejorar la capacidad de adaptación de los países a los efectos adversos del cambio climático y reformar las corrientes financieras hacia un desarrollo sostenible.
Madrid, 2019
El gran reto al que se enfrenta la COP25 que se está celebrando estas semanas en Madrid es la ultimación del Acuerdo de París. De la mano de representantes gubernamentales, científicos, expertos y activistas, se abordarán cuestiones como la movilización de 100 mil millones de euros para el Fondo Verde del Clima, las actuaciones necesarias para lograr un balance de emisiones cero en 2050 o la concreción del Artículo 6, mediante el cual se pretende regular el mercado de carbono.
La COP25 es la última oportunidad para negociar las medidas que se pondrán en marcha el año que viene, una vez haya finalizado el Protocolo de Kioto. Una nueva guía para acabar con las emisiones de gases de efecto invernadero, proteger los ecosistemas y neutralizar los efectos del cambio climático. En 2020 entraremos en una década clave para el clima y el futuro del planeta.
Por otro lado, son muchas las empresas privadas que participarán en la Cumbre del Clima, asumiendo su papel como parte del problema y, con ello, su responsabilidad para alcanzar una solución. Coca-Cola estará presente en el Pabellón de la Presidencia para dar a conocer su estrategia World Without Waste (Un mundo sin residuos) basada en la fabricación de envases sostenibles, la recuperación del 100% de los envases puestos en el mercado y la creación de alianzas con otros agentes para buscar soluciones conjuntas a la problemática del plástico.
En los últimos años, la lucha contra el cambio climático se ha establecido como uno de los grandes objetivos de la compañía, y por ello, ha puesto en marcha numerosas iniciativas con el fin de reducir su huella ambiental. Desde 2010 cuenta con un programa de descarbonización de todas sus actividades, gracias al cual en España ha logrado reducir un 44,8% sus emisiones. Acciones que logran ir más allá del simple compromiso y pasar a la acción.