La gallina clueca gana al cerdo en la comarca de Talavera
En Talavera han ocurrido en las últimas horas varios acontecimientos históricos. El primero, que la gallina clueca ha prevalecido sobre el cerdo en los programas de recuperación ganadera de la comarca. Se podría hablar de una heroína de tebeo: superclueca. La verdad es que a la gallina que cría se le ponen malas pulgas al mismo tiempo que una voluntad incorruptible en su objetivo, que es sacar a sus crías adelante, cosa que podría servir de ejemplo a los que desprecian a sus propios hijos o los ajenos, por ejemplo los sindicatos que se han sumado a favor de la extorsión que han vivido los hijos de guardias civiles y policías en Cataluña. Si bien, esos mismo sindicatos sí se parecen a las cluecas en que quieren hacer prevalecer sus huevos.
Al cerdo no le tienen afecto en la comarca talaverana, y no es porque sean musulmanes y prefieran el cordero. Se han negado a la instalación de una macrogranja por cuestiones relacionadas con el olor. Sin embargo, cuando los mismos opositores huelen los productos de esos mismos cerdos debidamente curados si parecen tenerlos en más estima. El cordero lo prefieren asado, o sea, que tampoco son veganos. De lo que son partidarios es del amor, concretamente el tarifado, que es la principal industria de la localidad que se opuso a la macrogranja.
Y he aquí donde ocurre el segundo acontecimiento. Mientras el PP se opuso a la granja porcina, ha sido la delegación de la Junta (PSOE) la que por primera vez ha anunciado, a través de su delegado en la ciudad, la creación de algo de trabajo y riqueza, concretamente diversas instalaciones de producción avícola en otras tantas localidades de la zona. Esto no había ocurrido nunca, aunque se había esperado en los últimos cuarenta años el anuncio del emplazamiento de grandes factorías. Oír al delegado de la Junta decir que la primera granja será de gallinas cluecas que “empezarán con las madres que criarán a los pollitos” fue conmovedor, no por lo innecesario de la explicación, sino por el lenguaje. Se le olvidó, al muy machista, decir “y pollitas”, aunque igual hizo bien no se fuese a confundir con las que frecuentan el productivo hotel de donde no han querido los cerdos.
El tercer acontecimiento es puramente aritmético. Según los detractores de la macrogranja porcina los más de 7.000 cerdos no iban a crear empleo, ni en mantenimiento y limpieza, ni en asistencia sanitaria de veterinarios, ni de fontaneros ni de electricistas ni de albañiles ni de transporte ni de la industria de piensos, y sin embargo las de gallinas, que son más recogidas y si deponen lo hacen en mayor volumen en forma de huevos que de excrementos, va a generar cientos de puestos de trabajo. Sólo cabe esperar que no sean como los que se esperaban para nuestra riqueza general derivados del tren de alta velocidad o el centro logístico. O sea, que los veamos y disfrutemos en esta vida.