En Andalucía llevarán a los niños a visitar fosas comunes
La Junta de Andalucía se propone llevar a los escolares a visitar las fosas comunes de la última Guerra Civil. Es una medida pedagógica que se le ha ocurrido a Susana Díaz siguiendo la línea necrófila impuesta por José Luis Rodríguez Zapatero con su gran logro, aparte del fomento de la crisis económica, que fue la Ley de Memoria Histórica.
Naturalmente, siguiendo el espíritu de la mencionada ley, no se trata de explicar a los escolares que en las fosas comunes suele suceder que los que están más abajo son víctimas de los que están más arriba. Sólo se explicarán los efectos de la represión de postguerra, pero nunca de los de preguerra ni de sus inicios. En esa foto, el PSOE y UGT tienen un protagonismo indiscutible con la invención de términos como “paseo”, “checa” y las democráticas “brigadas del amanecer”. Esa parte no se va a contar a los escolares, por lo que se deduce que este tipo de visitas más que formar tienen la intención de generar odio y futura vehemente militancia.
Alguien que lamento no recordar tiene escrito que la Ley de Memoria Histórica es un afán de ganar la Guerra Civil por otros medios, es decir, convertir la realidad en una postverdad, al fin y al cabo algo discutible en esta vorágine de argumentaciones festivaleras que caracteriza el debate nacional contemporáneo. Pero de ahí a utilizar a los niños con fines capciosos, espurios, es una abyección contra la que debería actuar la autoridad competente, los jueces. Llevar a visitar fosas comunes a niños es algo bastante extraño por mucho que se quiera revestir de argumentos pedagógicos. Un pederasta también podría justificarse diciendo que su intención era explicar al niño la anatomía humana.
Los partidos y sindicatos que conformaron el Frente Popular previo a la Guerra Civil -PSOE, PCE, CNT, UGT...- tienen una historia poco edificante en materia democrática. Manipularon por dos veces las votaciones, protagonizaron un cruento golpe de Estado con muertos, muchos de ellos asesinados en Cataluña y Asturias, y Largo Caballero amenazó en dos ocasiones con la guerra civil si el Frente Popular no ganaba las elecciones de Febrero de 1936 cuyos resultados falsificaron. Todo eso y la gran pérdida de patrimonio histórico que se provocó nada más inaugurada la Segunda República con pérdida de incunables en bibliotecas de Madrid y toda la obra de Mena en Málaga, por ejemplo, no se va a explicar a los niños que se forzarán a esta necrolatría, laica, naturalmente.
Resulta sorprendente que quien propone estas cosas no tenga en cuenta que cada vez que alguien alude a un muerto en guerra civil por un bando, siempre hay quien tiene un recuerdo idéntico para otra víctima del otro bando. ¿Qué se pretende con estas brillantes iniciativas? ¿Enfrentarnos a las generaciones posteriores a la contienda? ¿Se trata de construir algo o destruir la pacífica convivencia nacional?