La cacerolada, ese invento fascista al que se acoge Podemos
La cacerolada fue un invento de la derecha chilena para protestar, cada uno desde la ventana de su casa, contra las políticas de Salvador Allende, que en su afán por convertir Chile en el segundo Cuba de Iberoamérica, tenía a las familias con las despensas vacías, como ahora Maduro en Venezuela.
Resulta sorprendente que esta forma de protestar, que por un buen izquierdista debería ser considerada puro fascismo, haya sido adoptada con tanto entusiasmo por el moderno comunismo que representa Podemos. Igual es que no lo sabían y a partir de ahora cambian de instrumento en sus algaradas.
Como relataba aquel locutor de RNE transmitiendo un concierto al que asistía el jefe del Estado, “cada músico lleva en la mano su instrumento”. Los de Podemos, por lo visto, no tienen el suyo propio y esto se traduce en una flagrante falta de identidad combativa a la que Pablo Iglesias debería poner fin. Por ejemplo, los árbitros de fútbol y los guardias municipales cuando se manifiestan hacen sonar sus silbatos; los taxistas y los camioneros, el claxon de sus automóviles; y los aficionados al fútbol esas repelentes trompetas de plástico que llaman vuvuzelas.
Las caceroladas han suscitado un agrio debate entre el diputado de Podemos en las Cortes de Castilla-La Mancha David Llorente y el presidente de la Junta, Emiliano García-Page, que los ha denominado “los que le dan a la cacerola”. La verdad es que a la cacerola le damos todos, más que como instrumento de percusión, de nutrición. Parece inapropiado que los que son socios de gobierno anden por ahí manifestándose los unos contra los otros públicamente cuando pueden discutirlo en el consejo de gobierno sin molestar al vecindario.
Lo presumible es que Podemos siga en lo suyo, la mani callejera. A título de sugestión, le recomendamos que en cada caso, según sea el objetivo de la protesta, utilice un artilugio ruidoso acorde. Máquinas registradoras para cuando se reclama dinero, el clarinete si son cuestiones musicales o las tijeras abriéndose y cerrándose para expresar desacuerdo con los recortes.
Deben renunciar a la cacerola, salvo para reivindicaciones alimenticias, aunque deben recordar que es un medio de protesta que se identifica con la derecha. Tampoco les recomendamos la carraca, también llamada matraca, pueden ser confundidos con una hermandad o cofradía religiosa, Dios no lo permita.