Las vacaciones son para desconectar. Eso que todos nos decimos no siempre es sencillo de cumplir, por lo que fue precisamente lo que me planteé. La experiencia no pudo ser mejor. En serio.
Encontrarte por detrás de una web como El Androide Libre implica permanecer conectado a decenas de frentes simultáneos. Correos de prensa, comunicaciones directas con redactores, incidencias, búsqueda de temas, seguimiento de actualidad… El flujo de notificaciones en el móvil suele ser tal que a diario puede sonar casi a cada minuto. Un «suplicio» que no podía permitirme en vacaciones.
Desconectar el móvil logra que también desconectes el cerebro de ese trabajo que, aunque te guste y no lo veas como una carga, va menoscabando tus ánimos incluso sin que te des cuenta. Cortar con el curro puede ser complicado, pero también imprescindible; así que tocaba ponerlo en práctica: fuera notificaciones de email, nada de responder, corte por lo sano a nivel de mensajería laboral (reconozco que esto fue lo más complicado) y la obligación de no tocar el móvil más allá de lo necesario.
Definamos necesario: avisos de urgencia, correos con las reservas de vacaciones y poco más. Siempre manteniendo el uso lúdico del smartphone; como utilizarlo de cámara fotográfica y para buscar sitios donde comer, por ejemplo. Google me encontró lugares memorables.
Primeros días: la angustia por si está ocurriendo algo atenaza
Habrá quien pueda cortar fácilmente con el trabajo (la mayoría) y no entienda lo complicado que es no prestar atención a lo que ocurre cuando no estás. Resulta difícil explicar esa sensación que te carcome cuando pasas de interactuar con todos los acontecimientos a evadirte por completo. Los primeros días cuesta mucho, sobre todo para alguien que se obsesiona por controlarlo todo. Sí, asumo mi culpa.
«Iván, sé fuerte», esta era la frase que podría utilizar como mantra. La tentación de agarrar el móvil y echarle un vistazo a la comunicación laboral era demasiado acuciante. ¿Se habrá publicado ese post? ¿Quedó algo pendiente? Resistí.
El móvil es una herramienta extraordinaria que posee un filo más afilado que el de un bisturí. Es muy fácil utilizarlo de manera incorrecta ya que facilita el acceso al mundo desde cualquier parte y en todo momento; de ahí que desconectar de un trabajo en el que se abusa del smartphone se convierta en una odisea (inserte aquí la Cabalgata de las Valkirias, de Wagner). Pero hay que hacerlo, por el bien personal y de quienes te rodean. Eso es algo que comprendes conforme llegas a la primera semana de asueto.
«O el móvil o nosotros»
No llegué nunca hasta ese extremo pero es una muy buena dramatización. Ya que engancharse al trabajo es posible porque tiendes a disfrutarlo como parte de tu ocio es precisamente con quien compartes ese ocio quien de verdad se da cuenta de lo mucho que te puede consumir el trabajo. Parada técnica y a descansar, aunque solo sea por obligación. Mentiría: se está demasiado bien sin hacer nada.
Cuando te acostumbras a no hacer nada descubres lo bien que se está sin hacer nada
Una vez asumes que no va a ocurrir nada en tu ausencia o que, en definitiva, no te incumbe en absoluto terminas disfrutando de ese descanso tan merecido. Desconectar la mente y dejar que el tiempo pase sin caer en su cuenta. Sin que suenen las notificaciones y utilizando el móvil solo para hacer fotos y para jugar de vez en cuando al Clash Royale. Recuperé el vicio, por cierto.
Antes de la semana, y siempre que hayas tomado la decisión de apagar las comunicaciones del móvil, te habrás abandonado a la vida de verdad, esa que no te interrumpe cuando a ella le parece. Es la enseñanza que aprendes: no debes dejar que tus obligaciones se extiendan más allá de lo estrictamente necesario. La mejor manera de hacerlo es cortar la vía de acceso que ofrece el smartphone: a partir de una hora se cortan las comunicaciones.
Cortar las comunicaciones varias horas antes de dormir, la mejor recomendación
Agosto terminaba y pronto concluiría la tranquilidad. Vuelta al trabajo, a las tensiones, las carreras por terminar lo pendiente… Con otra mentalidad, esa que sólo aprecias cuando puedes mirarte desde la perspectiva de quien no necesita hilos para moverse.
El móvil es una magnífica herramienta si se usa con cabeza
No voy a descubrirte un secreto porque es algo que todos sabemos, pero no siempre constatamos en primera persona. Solemos responder los WhatsApps cuando nos llegan sin caer en la cuenta que las prisas conllevan desde dependencia a estrés. Sin que el móvil tenga la culpa de ello, por supuesto.
Es imposible comportarse como en las vacaciones, pero sí podemos aplicar un uso más lógico a las notificaciones, sean o no de trabajo. Por mi parte es lo que pienso hacer: transformaré mis mañanas en mini vacaciones diarias. Y nada de llevarme el móvil a la cama, ni siquiera para ganar unas cuantas coronas…