El smartphone puede ser muchas cosas, su versatilidad lo convierte en una de las herramientas con más posibilidades, pero nunca será responsable de su mal uso.
Hoy es un día en el que se hablará sobre móviles y con los móviles, no hay jornada que escape al protagonismo del smartphone. Aunque habrá un programa que ahondará en los malos usos de este dispositivo y que, como suele ocurrir cada domingo, despertará opiniones encontradas. Muchas a favor y otras en contra. Sin haberlo visto aún, seré de los que me pronuncie en contra. No es lo habitual en mi caso: suelo coincidir con Salvados y Jordi Évole.
Con este artículo critico el aura que ha dejado entrever el programa en los avances, desconozco cómo será el documental finalmente. Salvados se emitirá después de que yo haya escrito (y publicado) el post, pero me ha bastado con visualizar hacia donde apuntan el tono y las conclusiones. Te invito a que tú también veas el vídeo en cuestión.
El diablo en tu bolsillo bajo la forma de un teléfono móvil
¿Te suena el tono? La primera frase resume el objetivo aparente del programa: demonizar al smartphone. Porque todo el mundo sabe que un dispositivo tiene vida y capacidad hipnótica para que el dueño ejecute la voluntad de un software creado para destruir a las personas. Demonizar a un objeto que se ha vuelto habitual y que critican quienes no saben utilizarlo en toda su profundidad. Sé que es una acusación grave, pero solo tienes que ver la tercera frase del avance para comprobar la línea argumental del programa.
«Están constantemente disponibles, no tienen vida privada»
Porque el smartphone obliga a las personas a prestarle atención solo a él, nos anula el raciocinio impidiendo entender que basta con apagar las notificaciones o, directamente, mantener pulsado el botón de encendido y apretar en «Power off». No, el móvil es un demonio acomodado en el bolsillo que, como si fuéramos un Dante de la era digital, nos obliga a vagar por un infierno plagado de insatisfacciones por prestarle atención solo al móvil, a la encarnación del mal en pantalla táctil.
Es muy fácil echarle la culpa a un objeto que usamos mal en la mayoría de ocasiones. Sí, utilizo la primera persona porque tengo la suficiente autocrítica como para entonar el «culpable: yo también le presto demasiada atención al smartphone». Pero este no tiene la culpa, la tengo yo. Al ser una simple herramienta, todos hacemos de ella lo que más nos conviene. Y, por desgracia, el autocontrol se nos va de las manos igual que la ansiedad cuando salimos de casa sin el móvil en el bolsillo. O sin el demonio.
Recalco el hecho de que aún no he visto el programa y que solo critico el ataque gratuito al objeto, no al uso que se hace de él. El smartphone puede ser muchas cosas, pero siempre será lo que tú quieras que sea.
No somos adictos al móvil, sino a las emociones que nos transmite
Como ya he dicho, el móvil no es más que un objeto, una herramienta. Nos abre las puertas al mundo actual porque tenemos a todos nuestros amigos al alcance de la mano, nos provee de reconocimiento, podemos mostrarnos tal y como queremos ser. Y son todas las respuestas a este comportamiento las que nos hacen abusar de la pantalla táctil. Pequeñas inyecciones de dopamina cuando nos hacen un like, un corazón, cuando recibimos un DM de alguien que es importante para nosotros…
Recibimos constantes muestras de cariño a través del móvil que son las que nos hacen depender de él
Hablar de adicción al móvil tampoco es afortunado ya que, como explican en El Confidencial, no existe definición clínica para ese comportamiento. No sufrimos síndrome de abstinencia si nos dejamos el móvil en casa ni tendemos a realizar dosis de uso mayores conforme pasa el tiempo. No obstante, sí existen componentes psicológicos que afectan a las personas más vulnerables. Falta de autoestima, necesidad de atención, falta de autocontrol… Este cuadro psicológico encajaría en aquellos que menos pueden separarse de su móvil.
Necesitamos moderarnos y que las personas con quienes conectamos sepan bien claro cuándo y cómo deben contactarnos. Es completamente falso que el móvil no nos deje vida privada: los causantes de esta falta de privacidad somos nosotros. Silenciar grupos de conversación, activar el modo avión por las noches, no consultar el móvil pasada una hora, no reactivar el smartphone por la mañana hasta que nos hayamos desperezado por completo…
No hay que dejar que las interrupciones dominen sobre nuestro descanso: aprende a silenciar
Sé bien lo que supone permanecer conectado, tanto por trabajo como por ocio. No seré tan hipócrita de criticar el uso de los demás cuando sé que yo también tengo el problema. No es culpa del objeto, pero a menudo culparle a él resulta más sencillo que ahondar en las causas que desembocan en un mal uso. Y que desde los medios de comunicación se criminalice al smartphone me recuerda sobremanera a cuando son los videojuegos el objeto de las acusaciones.
Hay que aprender a usar el smartphone, no sólo a conversar y publicar
Utilizar un móvil no es solo hablar con los amigos y compartir contenido en redes sociales, cada persona debe saber los riesgos que conlleva utilizarlo. Igual que todos asumimos que un cuchillo mal usado llega a cortar, un smartphone con mal uso provoca graves consecuencias. Insomnio, falta de atención, excitabilidad… Y todo pasa por el autocontrol y por no darle un móvil a quien aún no esté preparado.
El smartphone no es un juguete, es una herramienta apta solo para quienes estén preparados
Nadie nos interrumpirá si hemos silenciado el teléfono. Dormiremos más tranquilos si abandonamos el móvil dos horas antes de ir a la cama y lo ponemos en modo avión. Lo mejor es utilizar un reloj despertador de los de toda la vida. Y jamás de los jamases hay que dormir con el smartphone al lado mientras permanece conectado a la red de datos. Cumplir estas normas básicas aleja los mayores inconvenientes. Y en ningún caso dejaremos de aprovechar las increíbles capacidades que posee un dispositivo de estas características.
Nunca duermas junto al móvil: evita la tentación de mirarlo en la cama y aleja las interrupciones del sueño
Leo en El Español un artículo de mi compañero Roberto, también al hilo del Salvados de esta noche. En dicho artículo Roberto habla de la nomofobia y el supuesto pánico a dejarnos el móvil en casa. Conceptos que, lejos de estar aceptados por la comunidad científica, sí nos dan a entender que la sociedad depende en gran medida del smartphone. Sin que sea este el culpable: dejemos de demonizar a un objeto y aprendamos a utilizarlo para que sea una ayuda en lugar de un problema.