Android no va lento. Ese horrible lag que te persigue por las noches no es habitual en Android. Muchos usuarios han acabado odiando un sistema por unos problemas que no son responsabilidad del sistema operativo de Google. El fallo no es con el sistema en sí, sino con unos móviles plagados de aplicaciones inútiles y mal optimizadas para un hardware que ni siquiera está a la altura.
Del mismo modo que los ordenadores, los móviles sufren notablemente cuando tienen que correr varias aplicaciones al mismo tiempo. Cuánto más peso le pongamos a Android, más le costará responder como debe. Esta ralentización casi ni la apreciamos con los mejores móviles, pero en los otros, cuando nos salimos de su configuración de fabrica empiezan a aparecernos los errores.
El buen hardware se nota con el paso del tiempo
Todos recordamos como nuestro viejo Nokia duraba semanas y hacía maravillas. Pero no nos engañemos, el software de hace unos años no tiene nada que ver con el actual. Las aplicaciones evolucionan y los requisitos de hardware cambian. No solo esto, el principal problema que tenemos es que a medida que pasa el tiempo el uso que hacemos del smartphone es mas intensivo y lo utilizamos para tareas que requieren una mayor carga por parte del procesador.
Hace unos años buscábamos el navegador más ligero, el launcher más minimalista y en general antes apreciábamos enormemente aplicaciones que si las vemos hoy nos parecerán demasiado cutres para nuestro Android. Volviendo a la analogía con el PC pasa algo parecido, al principio teníamos un terminal para jugar a juegos en dos dimensiones, escribir algún texto y ver páginas web. Ahora incluso al ordenador más barato le pedimos que mueva gráficos en HD, edición de vídeo, editor de imagen y torrents activados. El uso habitual que le damos a nuestras máquinas cambia con el tiempo y aquí es donde un buen hardware tiene un tiempo de vida útil mucho mayor.
No todos los procesadores de doble núcleo a 1,2GHz son iguales. No todas las RAM corren a la misma velocidad y no todos los benchmarks son fiables. Cada pieza de hardware tiene un montón de detalles distintos, lo que acaba convirtiéndose en un quebradero de cabeza para saber si un procesador ofrecerá una buena experiencia o no. ¿Conocéis la nomenclatura de las gráficas para PC? Una GPU de gama alta de hace varios años es el equivalente a una gama media actual. Con los SoC pasa lo mismo, el mejor Snapdragon de hace un par de años es el equivalente a una CPU de entrada como los Snapdragon 400. Esto es un arma de doble filo, pues hace que un móvil sea suficientemente potente durante un par de años más, y no es lo mismo que un móvil se quede anticuado al cabo de dos años, que de tres.
Los procesadores más potentes no solo arrojan mejores puntuaciones en los benchmarks. Están mucho mejor preparados para manejar varios sensores a la vez sin que suponga una carga extra, se mantienen activos de una forma más acorde a nuestras necesidades, se overlockean los diversos núcleos cuando conviene y hay SDKs especialmente ideados para potenciar su rendimiento. Los Exynos de los primeros Galaxy no tienen nada que envidiar a la mayoría de Mediatek que se venden últimamente o a la gama media-baja de Qualcomm. Además de que esos smartphones de gama alta disponían de resoluciones, batería, RAM y el resto de componentes acordes a su potencia.
¿Cuántas aplicaciones tienes abiertas?
Si nos centramos en el software, la percepción de velocidad depende mucho de a qué estemos acostumbrados. Uno podía pensar que en su día el Nexus One iba como la seda, pero también podemos creer que con los Snapdragon 800 ya no necesitamos más. Esta suavidad a la hora de moverse por los menús depende de entre otras cosas, del launcher y de la cantidad de aplicaciones abiertas.
La multitarea nos recuerda cuando en Android se pusieron de moda los tasks killers. ¿Alguien se acuerda ya de ellos? Otra vez volvemos a un problema intrínseco del smartphone y no del propio sistema, pues Android gestiona automáticamente la memoria de cada aplicación y decide cuando dejarla en segundo plano o cerrarla. Esta multitarea juega un rol central en el rendimiento.
Android está pensado de tal manera que incita a trabajar con varios servicios a la vez, cosa que en otros sistemas no pasa. Por tanto el gasto en RAM es mucho mayor. Y los dispositivos con 1GB o menos tienen bastantes problemas para unas versiones diseñadas para trabajar a la vez en varios procesos. KitKat y su Project Svelte ha intentado que la RAM no sea un elemento diferenciador, ampliando el rango de terminales que podrían aprovecharse de las otras bondades de Android.
Es una práctica común que los usuarios de Android instalen decenas de aplicaciones, pero hay móviles que no están pensados para una multitarea intensa. Ni siquiera para tenerlas instaladas, a la vista está que hayamos convivido tanto tiempo con memorias internas ridículas.
Como comentábamos antes, las aplicaciones han cambiado mucho con el paso de los años. Lo que en 2011 considerábamos un launcher ligero no se parece a lo que en 2013 vemos como launcher minimalista. Las propias aplicaciones, con sus animaciones y diseños vistosos son las que han mejorado, y por tanto requieren de más recursos.
Android no va lento, aunque los Google Play Services son cada vez más completos y pesados. AOSP es posible que esté muy bien optimizado pero la experiencia Google sí requiere unos requisitos mínimos bastante altos para funcionar.
Envejecer bien
Lo barato al final sale caro. Sí, pero una compra con buenas críticas detrás suele salir bien. Como también suele ir correctamente si empleamos tiempo en arreglar y solucionar los fallos del terminal. Mucha gente compra móviles baratos siguiendo ciegamente un par de especificaciones, dejándose guiar por un comercial o por el tamaño de la pantalla. En el mundo de Android, como en todas partes, un cliente informado suele salir siempre mejor parado.
Muchas veces los terminales de bajo coste suelen estar mal optimizados, con versiones de Android antiguas y launchers que consumen una cantidad enorme de recursos. Estos dispositivos suelen causar muchos dolores de cabeza pero nada que una ROM bien optimizada no pueda solucionar.
Si una tablet o smartphone chino puede mejorar mucho con una lite ROM, ya no digamos un terminal puntero en su día como por ejemplo un GalaxyS, con una cantidad de desarrolladores detrás enorme. Pero no todas las soluciones pasan por rootear el terminal, también tenemos mejoras que provienen de los fabricantes o de la misma Google.
Linaro consiguió aumentar en su día el rendimiento de Android, se han introducido mejoras en la lectura del almacenamiento y para aquellos que se quejan del lag, existen lagfix para múltiples dispositivos y tablets. Android es un sistema libre cuyas aplicaciones permiten modificar y acelerar enormemente patrones que normalmente estarían cerrados en otros SO.
Con estas aplicaciones se demuestra que hay muchas vías para mejorar la experiencia diaria. Los fabricantes sin embargo deciden seguir su propia vía e intentar introducir cada vez más bloatware en sus terminales. Aplicaciones sincronizadas constantemente que para sus gama alta no suponen una carga, pero al tener las mismas en sus gamas inferiores se convierte en una pesadilla tanto para el almacenamiento como para el rendimiento. Esos esfuerzos por que usemos sus servicios propios deberían también verse en la actualizar a la última versión de Android.
Una lástima que esos móviles baratos al final casi nunca vean KitKat. Si no cambian las cosas es muy posible que hasta finales del año que viene no veamos KitKat en dispositivos así. Y con las mejoras que están dirigiéndose en esa dirección, es una lástima para quiénes tengan un móvil antiguo y no puedan actualizarse.
¿Google al rescate?
En la comparativa con otros sistemas parece que Android siempre acaba perdiendo. La suavidad de iOS o Windows Phone está fuera de toda duda mientras que a Android se le critica por utilizar una máquina virtual Java en vez de código nativo para ganar milisegundos en los tiempos de respuesta. Google acepta estos argumentos y trabaja duramente para hacer el cambio a ART cuando antes, una máquina que además de una mejora en el rendimiento aprovechará de manera más eficiente los núcleos adicionales de la mayoría de procesadores.
Pero como se decía al principio, cuando hablamos de un móvil lento al usuario común no le importan esos milisegundos, lo que quiere es que las aplicaciones se abran rápidamente y sin problemas, es en esto donde Android no falla y el hardware barato sí. Los WindowsPhone de Samsung no viene con una capa Touchwiz tan agresiva, Nokia pertenece a Microsoft y trabajan conjuntamente y los iPhone siempre han tenido un procesador top. La imagen que tenemos de estos sistemas debería compararse con un Nexus, donde el conjunto de fabricante-software está más unido.
Y aquí es donde llega el momento del Moto G, que viene precisamente a demostrarnos que con un hardware actual humilde podemos conseguir una experiencia satisfactoria y suficiente para la mayoría de usuarios. Esperamos que con el éxito de Motorola los demás fabricantes se decidan a apostar por ofrecer móviles con sistemas ligeros y bien optimizados, y dejen de un lado esa carrera por las especificaciones que lo único que provoca es que crean que pueden seguir metiendo más bloatware sin perjudicar el resultado final.
Android es un sistema operativo con varios años a sus espaldas y suficientemente potente como para no tener nada que envidiar el auge de otros sistemas en la gama de entrada. Las compañías lo saben, y a pesar de los intentos por crear sus propias marcas, muchos están adoptando la experiencia Google. Android debe mejorar mucho, pero está en manos de los fabricantes crear terminales que puedan exprimir todo su potencial.