Pedro J. Ramírez es el más destacado periodista español del siglo XXI. Avizoró antes que nadie el vuelo digital y ha situado a El Español en puestos europeos de cabeza. Solo los sectarios pueden negar esta evidencia.
Ahora el gran periodista ha publicado un extenso primer tomo de memorias: Palabra de director (Planeta). Por sus páginas desfilan la mayoría de los acontecimientos políticos y sociales que vertebraron aquellos años: la agonía de Franco, la democracia del nuevo Rey, el papel de Adolfo Suárez, el 23- F, la fugacidad de Calvo-Sotelo, la larga marcha de Felipe González, el estallido político de Aznar, las miserias del GAL, el advenimiento de Rodríguez Zapatero tras el 11-M y los mercadeos de la sangre… Ramírez no explica los acontecimientos. Expone su participación personal o profesional, lo que aporta incontables datos imprescindibles para los historiadores que quieran adentrarse en el fondo del apasionante periodo histórico que en el libro se narra.
Elogia Pedro J. Ramírez a mi inolvidado amigo Indro Montanelli, Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. Cuenta cómo el dictador Franco llegó desangrándose envuelto en una alfombra al botiquín de El Pardo. Desvela que Joaquín Garrigues le ofreció incorporarse a la política. Explica cómo González abandonó el marxismo y asumió las tesis socialdemócratas. Elogia a Luis Calvo. Cuenta a ráfagas lo que ocurrió con las Hojas del Lunes. Juega su partida personal, la de la opinión pública, al servicio de la verdad que es lo que hace al periodista libre. Saca del redil a las ovejas políticas. Se enternece con la vida del periodista, luego político, Winston Churchill, en la biografía de Manchester. Afirma Pedro J.: “Ni yo seré toda mi vida otra cosa que un periodista-periodista”. Desarrolla cómo Juan Tomás de Salas se portó con él de forma miserable y le escabechó de Diario 16. Denuncia a los militantes del rencor. El pobre Juan Tomás trató de competir como director con Pedro J. y Ramírez se lo merendó con patatas a las finas hierbas. Asegura que Víctor Salmerón (supongo que se refiere a Víctor Salmador) le ofreció rescatar el diario Madrid. Explica la fundación de El Mundo y da una versión contraria a lo que yo sé de por qué Paco Umbral le abandonó para venirse conmigo a ABC y regresar unos meses después. Nunca intenté atraer a Umbral ni hice una sola gestión para que viniera a ABC. Me visitó un día, me explicó detenidamente por qué motivos políticos quería refugiarse en ABC y también cuando se fue me expuso las causas de su regreso a El Mundo.
Habla Ramírez de la Asociación de Escritores y Periodistas Independientes que presidió Cela. Esclarece los asesinatos de Lasa y Zabala. Alquitara hasta las últimas gotas las jarras de la corrupción. Fustiga sin piedad a Felipe González y dedica elogios contenidos a Aznar y a Zapatero. Afirma que el primer periodista al que invitó a Moncloa Aznar tras su victoria fue a él y tengo una duda razonable sobre ello. Afirma desde su alfar que se considera de izquierdas y que “nunca ha sido enemigo del PSOE. De la guerra sucia y de la corrupción, sí”. Considera, en fin, que la Transición quebró por errores que explica de manera razonable.
En su admirable servicio a la verdad, Pedro J. Ramírez no esconde, sino que desarrolla minuciosamente el pasaje de su relación personal con Exuperancia Rapú. Se trató de una miserable maniobra para cegar la libertad de expresión de un periodista insobornable. Recuerdo que en la puerta al patio de butacas del Teatro Real me coloqué junto a él para poner en evidencia a los que pasaban sin saludarle.
Un libro, en fin, Palabra de director, sobriamente escrito por un testigo relevante de lo que en España aconteció, entre oscuridades y resplandores, en aquellos años tirantes de la Transición, cuando nadie podía suponer que los políticos se cadaverizarían pronto entre incesantes quejidos.