La novela erótica se basa en el uso correcto de las palabras, en saber expresar la sensualidad de un momento íntimo entre dos personajes sin convertirlo en algo burdo. La forma de trasmitir las sensaciones, la excitación o el calor de hacer el amor son las bases primordiales para que una novela sea erótica y no romántica o pornográfica.
En la novela romántica los protagonistas son una pareja que narra su historia de amor, en la novela pornográfica gira en torno al sexo burdo sin ir más allá en la historia de los personajes y en la erótica hay un equilibrio entre ambas partes. El sexo se narra de una forma más íntima y detallista, se explican las sensaciones que van viviendo los personajes, además, hay una historia de amor que avanza y evoluciona.
El sexo es solo una parte de la historia, pero no la principal. Según explica el investigador Ricardo Mora en su estudio Calas en la narrativa erótica actual en España, "lo que para unos, por su sensibilidad, puede resultar mera chabacanería y procacidad, para otros puede resultar excitante o bello, y todos ello a través de algo tan probablemente aséptico como es la palabra, frente a la explicitad de la imagen".
La narrativa erótica no es un género actual y moderno, la realidad es que es de los más antiguos que se tienen constancia, mucho más que la novela histórica o la novela negra. Se cree que comenzó en la Antigua Grecia, aunque también hay resquicios de ella en Egipto o en Asia. Los humanos llevan buscando el erotismo en la sociedad desde que son seres racionales. Sin embargo, como era de esperarse, la novela erótica no tardaría en verse como algo contrario a las leyes divinas y sería censurada: "Como se sabe, el desarrollo del cristianismo en Occidente se acompaña de una represión fuerte del placer sexual y la prohibición de su representación, verbal o icónica, lo que puede explicar que la civilización judeocristiana carezca de un ars erotica al contrario de otras civilizaciones".
El desarrollo de la literatura pornográfica popular conoce un nuevo auge durante la dictadura de Primo de Rivera y se consolida durante la Segunda República
En otros países europeos se tiene constancia de varias novelas eróticas de la época, pero de España hay muy poco material. Aunque esto no significa que no existiera este tipo de género en aquellos años, sino que la Inquisición se encargó de destruir todas las novelas eróticas que encontró a su paso.
Sin embargo, la profesora Amélie Florenchie , de la Universidad Bordeaux-Montaigne, destaca algunas obras eróticas que sobrevivieron a aquella criba en su estudio Erotismo y pornografía en la literatura española: Historia de un tabú: "Más allá de estos hallazgos, los académicos señalan el carácter claramente pornoerótico de muchas obras del XVI e incluso del XVII. Francisco Márquez de Villanueva arguye que 'la literatura edificante de la época se despacha a su gusto en materia de estupros y excesos sexuales, que a nadie escandalizaban en aquellas calendas y traían sin cuidado al Santo Oficio'. Si no se puede hablar de género pornoerótico, ya que el sexo no es el tema central de estas obras, en cambio, son frecuentes las alusiones sexuales. De ahí que se pueda establecer una continuidad —una tradición— entre La Celestina, La lozana andaluza —obra celestinesca si las hay— y Los hermanos amantes".
Durante el siglo XIX, Florenchie resalta la forma en la que se distribuía este tipo de novela: "Las obras pornográficas de aquella época no llevaban información sobre su editor o, si la llevaban, era totalmente fantasiosa. Tenían forma de libro de bolsillo o de revista pequeña, eran breves (entre 32 y 60 páginas) y baratas (entre 20 y 30 céntimos para las más modestas, una peseta más para las demás)".
Según Florenchie, la literatura erótica ha vivido dos momentos clave. El primero se desarrolló antes de la Segunda República: "El desarrollo de la literatura pornográfica popular conoce un nuevo auge durante la dictadura de Primo de Rivera y se consolida durante la Segunda República. Según Lily Litvak, aquel fenómeno se debe al contexto peculiar del Madrid de entreguerras que se parece al París de las années folles".
En aquellos años, finales del siglo XIX y principios del XX, las personas vivieron un momento de libertad sexual plena, sin represiones y sin inhibiciones. Madrid se convirtió en el escenario de personas que hacían el amor tanto en las butacas de los teatros como en los coches o merenderos. Con ese contexto, era lógico que tanto la literatura erótica como la pornográfica viviera una "edad de oro".
En aquella época comenzaron a destacar varios escritores que se consideraba que la literatura que resaltaba la sexualidad humana era positiva. Según Florenchie: "Se destacan Felipe Trigo (1868-1916), Joaquín Belda (1883-1936) o Antonio de Hoyos y Vinent (1884-1940)".
En particular, Trigo pretendía crear un género nuevo definido como "El Amor en la vida" y explicó qué era para él el erotismo novelado: "En la literatura, el amor enfermo: la pasión, la lujuria, es tan viejo como ella misma. El amor sano, el verdadero amor, liberado de cualquier servidumbre, es tan nuevo en la literatura como en la vida. El estudio de ese amor, negado por todos, constituye la enorme empresa de la novela erótica".
Con la llegada de la dictadura franquista, España volvió a sumergirse en la censura de la narrativa erótica. Hasta que llego la Transición y estas novelas comenzaron a emerger de las tinieblas. Florenchie explica que con la muerte de Franco vuele la libertad sexual y la novela erótica vive su segunda época más dulce: "Las consecuencias no se hacen de esperar en el campo de las letras españolas: el fin de los 70 coincide con una nueva 'edad de oro' de la literatura pornoerótica con la creación de varias colecciones, entre las cuales la famosa LSV de Tusquets, o editoriales como Ediciones Polen, Akal, Martínez Roca, Ediciones B., Robin Book, FAPA Ediciones, Temas de Hoy, Círculo de Lectores o Harlequin, creada en 1949 en Toronto e implantada en España en 1979, por citar las más importantes".
La nueva 'edad de oro' de la literatura erótica
Sin embargo, con el paso de los años la novela erótica, aunque se podía comercializar y publicar, no estuvo en auge. Se creó el concurso literario de la Sonrisa Vertical de donde emergieron narraciones eróticas tan importantes como Las edades de Lulú de Almudena Grandes. Aun así, Florenchie destaca que en la sinopsis de este libro no se definía como una novela erótica, sino una de amor: "No nombrar es contribuir a invisibilizar. Hasta la contraportada de la actual edición de bolsillo de una novela tan emblemática como Las edades de Lulú la define como 'una novela de amor'. Al ocultar su carácter pornoerótico, se niega la importancia de esta novela en la historia de la literatura española postransicional y, peor aún, se confunde el pornoerotismo con el amor…"
La novela erótica pasó desapercibida hasta 2012, con la publicación de la trilogía de Cincuenta sombras de Grey de E. L. James y su posterior adaptación a la gran pantalla. A partir de ese momento, este género que nunca ha dejado de estar presente en las librerías, se deja de ocultar y se consume con más avidez.
Noemí Casquet, periodista y escritora de novelas eróticas como su trilogía Zorras (2021), afirma que esta novela de E. L. James tuvo tanto una parte positiva como una negativa: "La negativa es que se perpetuaba las relaciones dañinas de hombre dominante y mujer sumida. La parte positiva es que la literatura erótica siempre ha estado en los últimos puestos porque se consideraba una literatura para mujeres. Para los escritores era mucho mejor escribir novela histórica o novela negra. Cincuenta sombras de Grey cambió de forma radical este sistema".
Casquet asegura que estos últimos años la literatura erótica ha comenzado a evolucionar: "Creo que esta mentalidad está cambiando, pero creo que los hombres heterosexuales se distancian mucho de la novela erótica. Las consideran para mujeres. En el mercado actual se pueden encontrar novela erótica dirigida al público homosexual, pero los hombres heterosexuales no quieren leer este tipo de literatura. Mientras sigamos continuando con estos estigmas, la novela erótica no evolucionará".
Antes se consideraba que este tipo de literatura era escrito por mujeres y estaba dirigido a mujeres adultas. Ahora, el público destinatario ha cambiado de rumbo e, incluso, el tipo de novela erótica: ya no es solo para mujeres heterosexuales, también va dirigida a hombres y mujeres homosexuales. Con este último dato se destaca la novela Llámame por tu nombre (2008) de André Acimam, adaptada al cine y con un éxito mundial.
"Creo que esta mentalidad está cambiando, pero creo que los hombres heterosexuales se distancian mucho de la novela erótica. Las consideran para mujeres"
Casquet afirma que esta evolución no depende de las editoriales o de las productoras, sino de los mismos consumidores: "Todo depende de la sociedad y nosotros como consumidores. El dinero mueve el mundo y para que haya un avance debe de haber una demanda del público consumidor. Si la demanda continua siendo la misma, hombre dominante, mujer sumisa, se continuará perpetuando la misma idea patriarcal. Sin embargo, creo que la tendencia actual es cada vez más representativa, en la parte racial, homosexual… Esto se debe a que la sociedad se está moviendo, hay una revolución latente, el feminismo ha venido para quedarse por lo que la novela erótica está evolucionando".
En la actualidad, ya no solo es común consumir este tipo de género, sino que las adaptaciones a series o películas son cada vez más numerosas. Entre los ejemplos más llamativos se pueden encontrar la saga de Los Bridgerton (2020) de Julia Quinn, las novelas eróticas de la época victoriana, donde los amoríos, los vestidos y el sexo son la trama de cada temporada; la saga sadomasoquista de Pídeme lo que quieras (2012) de Megan Maxwell o En los zapatos de Valeria (2018) de Elísabet Benavent, donde las experiencias eróticas de la protagonista serán el foco de la historia. En la actualidad, Maxwell y Benavent son dos escritoras superventas de la novela erótica.
En cualquier caso, son unos pocos ejemplos de todas las novelas eróticas que existen y que se han publicado y se publicarán. Ha pasado de ser un género oscuro y pornográfico, a querer llegar al alma de los lectores gracias a la piel, al sudor y a los gemidos. Un hilo conductor por el que todas las personas se entienden y se identifican: el sexo.