"A plena luz del día" son las palabras textuales que Miguel Primo de Rivera utilizó tanto en la parte dispositiva del Manifiesto al país y al Ejército, con el que justificó en la madrugada del 13 de septiembre de 1923 la acción de fuerza contra el gobierno constitucional como la única forma de salvar "a la Madre Patria de un deshonroso final", como en Génesis de la Dictadura, el primero de los cuatro artículos que escribió a modo de descargo y para hacer balance de su obra en 1930, poco antes de morir. La fórmula empleada escondía en ambos casos la idea de que todos los movimientos del general que acabaron desembocando en un golpe de Estado —y en una dictadura de más seis años— eran conocidos por todos y se amparaban en la voluntad de un pueblo que también quería regenerar España.
Y así, A plena luz del día, se titula una nueva obra colectiva, editada por la Universidad de Granada y coordinada por Antonio Robles Egea, catedrático de Ciencia Política y de Administración del UGR, que reflexiona sobre la naturaleza y el significado del proyecto autoritario del militar y político populista que liquidó el régimen de la Restauración. En el año en que se vislumbra el centenario del pronunciamiento del hombre que cambió la historia de España del siglo XX, esta obra pretende revisar y actualizar los acontecimientos y su contexto y "construir o reconstruir las memorias históricas e historiográficas de una manera plural".
La importancia del golpe primorriverista la resume el propio Robles Egea en el capítulo introductorio: "Representa el vórtice del huracán que recorrerá España, girando sobre sí mismo, durante más de cincuenta años, yendo de la dictadura a la democracia (República) y de la democracia a la dictadura (franquismo)". Fue, a su vez, una caja de Pandora que resucitó las insurrecciones militares que marcaron el siglo XIX, un fenómeno culminado de forma sangrienta en 1936.
Título: A plena luz del día: El golpe de Estado del general Primo de Rivera (1923)
Autor: Antonio Robles Egea (ed.)
Editorial: Universidad de Granada
Año de edición: 2023
Disponible en Editorial UGR
Disponible en Unebook
El trabajo colectivo aborda aspectos diversos sobre la poliédrica figura de Primo de Rivera. En primer lugar, Demetrio Castro analiza la biografía del militar —sus antecedentes generales, familiares, profesionales y políticos— antes de convertirse en dictador. El catedrático cuenta los entresijos de su vida para comprender su carácter y desmiente algunos de los tópicos que han rodeado al marqués de Estella. Según sus conclusiones, no se puede decir que "fuese jugador enviciado y seriamente endeudado". También recoge algún testimonio que le dibuja como un hombre abstemio frente a la imagen de cínico general borrachín y mujeriego defendida por sus detractores.
Roberto Villa García indaga en un tema todavía abierto a debate: el papel de un superado Alfonso XIII en el golpe de Estado. En los días posteriores, recuerda el historiador, ninguno de los dirigentes constitucionales, ni siquiera los republicanos, cuestionó la actuación de un monarca que, como señaló el conde de Romanones, se había limitado a "aceptar los hechos consumados", es decir, sancionar el gobierno de los militares ante la falta de alternativas factibles.
Primo de Rivera fue capitán general de Cataluña desde marzo de 1922 hasta su asalto al poder. Y ese periodo, marcado por una intensa conflictividad social —huelgas, asesinatos y todo tipo de violencia—, fue decisivo como contexto justificatorio para dar el golpe y para desplegar una brutal política represiva de orden público, tal y como demuestra el capítulo escrito por Ángel Duarte Montserrat.
Manuel Menéndez Alzamora reconstruye la división política que suscitó el dictador entre los intelectuales. Tuvo partidarios, como Ramiro de Maeztu o Azorín, y fervientes opositores, como Unamuno o Azaña. En cualquier caso, el profesor de la Universidad de Valencia destaca una curiosidad: la desubicación y silencio de algunos miembros de la generación del 14 frente a la inmediata posición que tomaron los noventayochistas. Robles Egea también recoge cómo los socialistas, más templados que el radicalismo abanderado por anarquistas y comunistas, aprovecharon el nuevo régimen para irse incorporando a los organismos oficiales y consolidando su estructura de cara al futuro, aunque en su seno surgieron tensiones internas a raíz de diferencias ideológicas y tácticas.
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La comparación entre el golpe de Estado de Primo de Rivera y la ascensión de Mussolini al poder en Italia corre a cargo de Manuelle Peloille, que asegura que la dictadura frustró la idea de crear un movimiento similar al fascismo italiano: en España, los pilares del Estado debían ser el Ejército y la Iglesia. Manuela Ortega Ruiz y Santiago Delgado Fernández, por su parte, desgranan los giros del republicanismo reformista y su líder, Melquíades Álvarez, y la oposición que encontró en figuras como Azaña, Pérez de Ayala o Giral, que decidieron romper con la formación y evolucionar hacia un mayor radicalismo.
Por último, Álvaro López Osuna y Roque Hidalgo-Álvarez describen lo que significó a nivel provincial y local la implantación del nuevo régimen territorial a través de un estudio de caso: Granada, donde el golpe se recibió con "complacencia generalizada" en un contexto marcado por la desintegración de los partidos turnistas, la carestía de subsistencias y las consecuencias del Desastre de Annual.