Miguel Munárriz (Gijón, 1951) es escritor, columnista, gestor cultural e imparte talleres literarios, entre otras ocupaciones. Además, es admirador de la poesía de su paisano, el desaparecido Ángel González, a quien dedica el subtítulo de este libro con uno de sus versos.

“Ayer fue miércoles toda la mañana” nombra, a su vez, el blog de Zenda Libros que Munárriz actualiza semanalmente y del que emanan los textos que componen La escritura contra el tiempo.

Hasta 66 artículos han sido seleccionados por Ricardo Labra, antiguo amigo, para esta edición. Asegura Labra en la primera frase de su prólogo que el autor “siempre fue el más cortazariano de todos nosotros, el más cosmopolita”. Su pasión por el viaje y su interés por distintas expresiones artísticas se vierten en estas semblanzas de escritores como Wolfgang von Goethe o Jaime Gil de Biedma, a través de las que nos descubre curiosidades acerca de su vida y sus obras.

Las anécdotas como la de Orhan Pamuk, que durmió durante diez minutos en el suelo de su despacho, se trenzan con reseñas de obras icónicas, acicaladas con apuntes que rodean la composición. Especialmente reveladoras son las dedicadas a El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger, al Palinuro de Fernando del Paso o al poema “Los bárbaros”, de Constantino Cavafis.



“La mejor guía de lectura es la recomendación de quien ha leído un libro y se lo propone a otro”, se dice en un momento. Bajo esta premisa se organiza esta recopilación de artículos donde confluyen vida y escritura. Sin embargo, no son tan interesantes los testimonios acerca de las estrechas relaciones que mantuvo con determinados escritores, sino la imperecedera comunión que mantiene con quienes nunca conoció pero forjaron su personalidad. Los clásicos son, en este libro y siempre, la invitación a asomarnos al abismo de la literatura.