Un año más el Nobel de Literatura, que tampoco se entregará este año en la tradicional gala de Estocolmo, aunque ha dejado atrás unos años convulsos para la Academia sueca, escándalos y cancelación incluidos, apura las últimas quinielas sobre un ganador que en los últimos años ha demostrado ser desconcertante para todos los Nostradamus de redes sociales. Desde el controvertido Bob Dylan hasta la inesperada Louise Glück, que pocos fuera de sus fronteras habían leído y que el año pasado desbarató todas las apuestas, es complicado apostar por nombres, sean autores consolidados o candidatos sorpresa.
Lo que sí parece claro de cara a la elección del próximo jueves (o no), es que podemos esperar que el galardón recaiga en un escritor no oriundo de Europa o Norteamérica, algo que no ocurre desde la victoria del chino Mo Yan en 2012. Ya el año pasado por estas fechas sonaban con mucha fuerza nombres de escritores africanos. Desde luego, el que no puede faltar es el nombre de un viejo conocido de estas lides, el keniata Ngugi wa Thiong'o, al que se suman con fuerza las candidaturas del somalí Nuruddin Farah y de la nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie.
Saliendo del continente negro, más nombres de la periferia suenan con fuerza este año. El más recurrente es el del japonés Haruki Murakami, eterno candidato cuya falta de premio ya es un meme más. Aunque ojo, este año está mejor posicionado que en muchas otras ocasiones. Con perfiles parecidos se mueven en las aguas de lo posible el surcoreano Ko Un, el chino Can Xue, el indio Vikram Seth, el mozambiqueño Mia Couto o las caribeñas Jamaïca Kincaid y Maryse Condé, que ganó el ‘Nobel alternativo’ creado como protesta en 2018.
No obstante, obviando al autor de Tokio blues o La muerte del comendador, lo cierto es que también suenan una pléyade de nombres más clásicos como el del rumano Mircea Cartarescu, del húngaro László Krasznahorkai, de la rusa Liudmila Ulítskaya o de la francesa Annie Ernaux, que se repiten con abundante insistencia, quizá premonitoria de que quizá este sea el año de uno de ellos o el poeta sirio Adonis, siempre una alternativa ecléctica que contentaría a muchos. Por el camino quedarían candidatos habituales como la canadiense Margaret Atwood, el albanés Ismail Kadaré, el estadounidense Don DeLillo o el británico Julian Barnes. Aunque tampoco se descarta la recuperación de algún nombre de los que siempre suenan como el del húngaro Péter Nádas, el irlandés John Banville, la estadounidense Joyce Carol Oates o el checo Milan Kundera.
En cuanto al mundo literario en español, al ya tradicional nombre de Javier Marías se suman apuestas como el cubano Leonardo Padura, que tiene ya en su haber un Princesa de Asturias, el argentino César Aira, que este mismo fin de semana recoge el Premio Formentor en Sevilla, y la novedad de un clásico de nuestras letras como Javier Cercas, muy valorado en las quinielas de los países latinoamericanos. No obstante, como cada año, todo esto no dejan de ser más que especulaciones con mucho o poco fundamento. Habrá que esperar al jueves para que las doradas puertas de la Academia sueca y sepamos finalmente quién sucede a la norteamericana Louise Glück en el trono de la literatura mundial.