Identidad, lenguaje y memoria son temas en ebullición en una actualidad donde el racismo y el nacionalismo están en auge global. Por eso es imprescindible, especialmente en países con identidades en construcción, la creación de mitos que celebren la diversidad e integren todos los pasados y realidades en lo común. Un veterano en estas lides e s el escritor mozambiqueño Mia Couto (Beira, 1955), laureado con todo tipo de distinciones en el mundo lusófono, incluido el Premio Camões, y ocupado en crear una visión propia de Mozambique desde su novela Tierra sonámbula (1992) donde narraba los espantosos años de guerra civil que vivió su país.
La literatura de Couto parece reinventar la tradición mozambiqueña, tejiendo mitos y realidades en los que juegan un papel clave la oralidad y las creencias africanas, que imbrica a la perfección con la tradición europea. En esta vía profundiza en su nueva novela, Trilogía de Mozambique (Alfaguara), un relato histórico ambientado a finales del siglo XIX que narra la guerra del Mozambique colonial portugués contra el Imperio de Gaza. Sin embargo, a pesar de esa mirada al pasado, la narración de Couto halla ecos en la historia mozambiqueña más reciente , donde es preciso restañar las heridas dejadas por más de quince años de conflicto civil.
Pregunta. Siempre habla de Mozambique como un país productor de historias. ¿Era necesario construir una gran epopeya nacional?
Respuesta. La creación de una memoria y el establecimiento de una identidad siempre han sido temas constantes en mis libros porque es una necesidad nacional. En esta trilogía he querido hablar de cómo se deformó el pasado, de cómo fue simplificado y reducido por una élite a través de construcciones ficcionales que, incluso en el caso concreto de este periodo histórico, se revelan profundamente contradictorias y corresponden a verdades diversas. Por eso proyecto el pasado como algo que debe ser visto de una manera plural, porque la visión del pasado único nos obliga a la construcción de una identidad simplificada y reductora.
P. Mezcla la visión portuguesa con la de las diversas tribus y etnias del Mozambique de la época. ¿Qué supone dar su propia voz a todas las partes?
R. Supone mostrar que este pasado, incluso el más triste, fue siempre hecho con dos manos, no hay solo víctimas de un lado y culpables del otro. Es muy difícil identificar el lado inocente y el lado culpable. Esa idea de que todos estuvimos en ambos bandos puede ayudar a Mozambique a construir un país nuevo donde todos nos reencontremos en el futuro.
P. ¿Cuál es el legado del colonialismo como modelo sociocultural?
R. Sin duda, el machismo, el racismo y otras formas de injusticia eran propias de la sociedad colonial y en cierto sentido perviven. Sin embargo hay que pensar también que muchos rasgos de desigualdad y opresión ya estaban presentes en las sociedades africanas tribales previamente. Existe esta idea de que antes de la llegada de los europeos, África era un continente puro, inocente e ingenuo, pero eso es una idealización irreal.
"No soy solamente blanco, tengo identidades europeas y africanas mezcladas. Más que conflicto, me aporta riqueza"
P. Su literatura bebe profusamente de todas las tradiciones mozambiqueñas, especialmente de los mitos y narraciones orales. ¿Qué le aporta ese mundo y cómo lo conjuga con la tradición europea?
R. En las lenguas de Mozambique no existe la palabra futuro, el tiempo es circular y los muertos nunca mueren. Tampoco existe una palabra para la naturaleza como ente separado de la sociedad y la cultura. La inexistencia de esas palabras no se debe a que esas lenguas tengan fallos o deficiencias, sino a que responden a otro tipo de visión del mundo, más integrada de la que puede haber en Europa. Yo nací en esa realidad diversa. Es cierto que tengo una parte europea, pero también otra africana. No soy solo blanco, tengo identidades mezcladas y eso, más que un conflicto, me aporta una gran felicidad y riqueza.
»En cuanto a la oralidad, es cierto que su presencia en Mozambique es absolutamente dominante. Sin embargo, soy un activo enemigo de la extendida idea de que la oralidad es una cualidad característica de los africanos. La oralidad está presente en todas partes y ha trascendido hasta la modernidad porque encierra una sensibilidad que pasa por una visión poética del mundo. Por tanto la oralidad que me interesa no es la de la antropología o la etnografía, sino aquella que es reflejo de nuestra propia humanidad.
Hijo del poeta Fernando Leite Couto y nacido en un hogar de emigrantes portugueses que huyeron de la dictadura de Salazar, Mia Couto conserva parte de sus raíces europeas. “Mis padres quedaron suspendidos entre un Portugal que había cambiado y un Mozambique que después de la independencia ya no les esperaba”. Fue en esa casa llena de historias donde el escritor alumbró una temprana vocación literaria que cristalizó en la publicación de poemas en varias revistas a los 14 años. “Mis padres construían historias con tal pasión que eran como barcos que rescataban su tierra de origen. Eso me aportó ansias por conocer el mundo. Vi que las historias tenían esa función de viaje interior, como si mis padres venciesen esa distancia y trajesen ese Portugal suyo a nuestra casa en África”.
"La poesía es mucho más que un género, es una forma de ver el mundo, una organización formal del universo"
P. ¿Pero cómo sintió ese interés por crear usted mismo historias, cómo dio el salto de oyente a narrador?
R. La poesía fue mi primera puerta, me convertí en un poeta que contaba historias. Aún hoy me preocupa anular esa falsa frontera entre lo que es poesía y prosa, esa idea descabellada de que la poesía es un género literario. La poesía es una forma de ver el mundo, una organización formal del universo. Siempre que comienzo un relato o una novela se me aparece primero la poesía como una manera de ayudarme a ver mejor la historia, como si fuese una luz que bajara del cielo.
P. Además de escritor ha sido periodista, colabora con el teatro, es biólogo, ¿le gusta asomarse al mundo desde varias ventanas?
R. Una de mis intenciones en la vida es no tener una identidad única, es para mí esencial tener varios tipos de relaciones con los otros. Quiero mantener una relación de aprendizaje con el mundo que pienso que si fuera solamente un escritor sería mucho más pobre.
P. ¿Qué le aporta el biólogo al escritor? ¿Dónde está la frontera entre ciencia y literatura?
R. La ciencia que me interesa es aquella que indaga, que quiere descubrir misterios, que se plantea preguntas, no aquella que ofrece respuestas inmutables. En ese sentido no es muy diferente a la literatura. En África la gente no tiene miedo a no conocer, no tiene miedo a no saber, no tiene miedo a lo desconocido o a lo imprevisible, y eso es una ventaja.
A principios de los años 70, cuando comenzaron las luchas revolucionarias para lograr la independencia de Mozambique, un Mia Couto de 17 años estudiaba Medicina en la Universidad de Lourenço Marques (actual Maputo). Allí se unió de forma clandestina al Frelimo (Frente de Liberación de Mozambique), que le propuso abandonar sus estudios e infiltrarse en un periódico. “Comencé a trabajar de periodista para ayudar en la liberación del país, pero llegué a disfrutar profundamente de ser periodista”. El escritor llegó a dirigir la recién creada Agencia de Información de Mozambique (AIM) y más tarde de la revista Tempo, pero en los 80 perdió la pasión por “una profesión absorbente que me obligaba a ser una única cosa y a tener una relación superficial con el mundo, así que lo dejé”.
"Por primera vez tengo una esperanza sería de que podamos alcanzar por fin una paz definitiva en Mozambique"
P. ¿Cómo vive la inminente paz definitiva con el ala militar de la Renamo (Resistencia Nacional Mozambiqueña)?
R. Tengo por primera vez alguna esperanza seria de que podamos alcanzar una paz entre la Renamo y el Frelimo. No solo por este llamamiento presidencial, sino porque desde las elecciones municipales de 2016, cuando participaron sin violencia varios partidos, incluida la Renamo, se abrió un camino para que pueda haber una lucha política real y no un enfrentamiento militar. Hay una vía política abierta para Mozambique.
P. Tras 16 años de guerra civil en 1992 se alcanzó la paz, pero usted asegura que la guerra se resolvió con un falso olvido. ¿Es hora por fin de hablar de todo aquello y asumirlo?
R. Lo que es importante ahora, y en eso la literatura debe tener un papel fundamental, es desenterrar y airear ese pasado. Ahora mismo nadie habla en Mozambique de esos 16 años de guerra civil. Es necesario rescatar esas historias y avivar una reconciliación real. La literatura debe asumir su papel de relatar el pasado sin buscar culpables, contando lo que ocurrió y ayudando a asumirlo.
P. ¿Y más allá de la literatura, cuál puede ser el papel del escritor?
R. En Mozambique los escritores somos ciertamente muy respetados porque somos vistos como mensajeros entre el mundo de lo escrito y el mundo de lo oral. Por eso debemos dar un paso al frente en pos de la reconciliación, ayudando a construir una identidad nacional basada en algunos fundamentos, mitos y valores.
P. Asegura siempre que Mozambique es un país en creación. ¿Cuál es el desafío más inmediato en la construcción de su identidad?
R. La clave para el futuro de Mozambique es que tenga confianza en su propio modo de pensar, en su propio conocimiento. Hablábamos del papel de la oralidad, de la manera de ver el mundo, de la percepción del tiempo... Creo que Mozambique debe integrar definitivamente todos sus mundos para cristalizar su propia cultura, su propia filosofía y construir una visión integrada de la realidad. Tenemos ese gran desafío por delante.