Por sorpresa y por partida doble. Así ha sido anunciado este año el más prestigioso galardón de las letras británicas, que ha recaído ex aequo por primera vez en sus 50 años de historia en dos escritoras de perfiles muy diferentes, la veterana Margaret Atwood, nominada por primera vez en 1986 y que ya ganó el premio en 2000, y la menos conocida Bernardine Evaristo, que se erige como la primera mujer negra en ganar el Booker. Ambas dividirán el premio en efectivo de 50.000 libras, alrededor de 57.000 euros.
Para tomar esta decisión, el jurado de este año se ha tenido que rebelar contra las reglas del sistema, que en muy pocas ocasiones ha permitido a dos ganadores, especialmente desde que en 1992 los organizadores cambiaron las reglas tras premiar a Michael Ondaatje, autor de El paciente inglés y a Barry Unsworth. En este caso fueron necesarias tres intentonas del jurado antes de que la organización aceptara una decisión que no se tomó a la ligera.
"Nos dijeron con bastante firmeza que las reglas establecen que solo se puede tener un ganador", dijo Peter Florence, presidente del jurado, pero "el consenso fue ignorar las reglas y dividir el premio de este año entre ambas ganadoras". Los jueces, que incluyeron a la escritora Xiaolu Guo y a la editora Liz Calder, pasaron más de cuatro horas y media antes de decidir que era el único resultado que querían.
Para Atwood (Ottawa, 1939), considerada favorita desde el principio, ha sido la sexta nominación en un premio que ya obtuvo en 2000 con El asesino ciego. En esta ocasión el galardón le llega por Los testamentos, la esperada y aclamada secuela de su gran éxito El cuento de la criada, novela de 1985 que gracias a una serie televisiva ha alcanzado un nuevo boom editorial alcanzando las más de 8 millones de copias vendidas sólo en inglés.
Pese a las suspicacias surgidas por las plausibles intenciones comerciales de la secuela, que lleva ya 250.000 ejemplares vendidos en Reino Unido, el jurado ha apreciado la originalidad de la propuesta planteada por Atwood, y, sobre todo, su honestidad y buen oficio. Con este galardón, la canadiense se pone al nivel de otros autores que ostentan doblete en el palmarés del Booker, como Hilary Mantel, el sudafricano J. M. Coetzee y Peter Carey.
Por su parte, Bernardine Evaristo (Londres, 1959), que ganó por su novela Girl, Woman, Other es la primera mujer negra en ganar el Premio Booker. "Espero que el honor no dure demasiado", dijo en su discurso de aceptación. Escritora experimental bien establecida en Gran Bretaña pero escasamente conocida internacionalmente, es una opción más inesperada. En sus ocho obras de ficción, Evaristo, de ascendencia paterna nigeriana, a menudo explora la vida de los miembros de la diáspora africana.
Esta nueva novela, aún sin traducción al español, escrita a caballo entre la poesía y la prosa, surgió de su frustración por la falta de representación de su colectivo en la literatura británica. "Cuando comencé el libro hace seis años, estaba tan harta de que las mujeres británicas negras estuvieran ausentes de la literatura británica que me decidí a incluir a varias”, explicó.
Con este premio la escritora se une a una lista donde destacan los grandes de las letras de su país, como John Berger, Julian Barnes, Ian McEwan, Kazuo Ishiguro o Salman Rushdie, y cuya proyección es indiscutible. La obra galardonada en la anterior edición, Milkman, de Anna Burns, una novela experimental sobre una mujer durante el conflicto civil de Irlanda del Norte, ha vendido más de 500.000 copias desde que ganó el premio el año pasado.
La lista de este año, donde destacó la escasa presencia de estadounidenses, que pueden participar desde 2014 cuando se abrió la veda a la lengua inglesa externa a las islas británicas y la Commonwealth, ha incluido obras como Ducks, Newburyport de Lucy Ellmann, una novela de 1.000 páginas sobre una mujer de mediana edad en Ohio que reflexiona sobre su vida mientras hornea, Quichotte la reescritura que Salman Rushdie ha hecho de Don Quijote como un vendedor ambulante, y 10 Minutes 38 Seconds in This Strange World de Elif Shafak, una historia sobre una trabajadora sexual en Estambul que es asesinada y abandonada en un vertedero de las afueras de la ciudad.