Puestos de libros en la cuesta de Moyano
Situada en un entorno inmejorable, entre el Museo del Prado y el parque del Retiro, Ernest Hemingway, Azorín, José Ortega y Gasset o Camilo José Cela se dejaron seducir por los encantos de la Cuesta de Moyano a lo largo de sus cien años de historia. Aunque no siempre estuvo ahí, su ubicación actual data de 1925, fue en 1919 cuando los libreros abrieron sus casetas en la verja del Jardín Botánico, constituyéndose por primera vez como Feria de Libros. Fue apodada por Ramón Gómez de la Serna como "la Feria del Boquerón" por los precios de sus libros y de ella dijo Francisco Umbral que era "la calle más leída de Madrid". Abierta todos los días, con un diseño de casetas que solo ha sufrido cambios en 1986, cuando se renovaron para dotarlas de agua, electricidad y teléfono, ni si quiera la irrupción de la Guerra Civil española consiguió que la feria cerrara.Frecuentada por personalidades del mundo cultural como Soledad Puértolas, Antonio Buero Vallejo, Antonio Gala, Francisco Ayala, Julián Marías, Javier Calvo, Lucía Etxebarría, Almudena Grandes, Elvira Lindo, Eduardo Noriega o Christina Rosenvinge, en sus doscientos metros empinados de treinta casetas de libros, recayó también Patti Smith. La cantante, que había llegado a Madrid para ofrecer un concierto en la Noche de los Libros, se tropezó con aquel rincón casi por casualidad, en uno de los pocos paseos que tuvo tiempo de dar por la capital, y se detuvo en la número 25, la caseta de la música, de la que se llevó varios libros.
Hoy, una bonita iniciativa trata de homenajear a sus libreros y su historia a través de una campaña en redes sociales en la que participarán, compartiendo su testimonio en video, Fernando Aramburu, Marwan, María España, Antonio Lucas, Javier Sierra o el exfutbolista del Real Madrid, Miguel Pardeza, también filólogo y lector ávido. La periodista Lara Sánchez, nieta del que fuera decano de los libreros de "la Cuesta" y fundador de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión en el Paseo de Recoletos, Pepe Berchi, es la ideóloga de esta campaña que, con el nombre Soy de la cuesta y bajo el lema Un libro siempre es nuevo, pretende "poner en valor la labor de los libreros".
La campaña, cuenta, "está pensada como homenaje por su trabajo durante estos cien años y para dar visibilidad a este lugar emblemático de Madrid en el sentido histórico y cultural". Una visibilidad que aspira también a una posible candidatura al Premio Nacional de Fomento a la Lectura de 2019, en reconocimiento como institución creadora de varias generaciones de lectores. "Empecé esta campaña por un apego sentimental absoluto a la figura de mi abuelo y a la Cuesta de Moyano -señala-. Mi abuelo era el decano de los libreros, amante de los libros. Lo tenía todo en la cabeza y compartía su amor por la literatura, siempre contribuyendo. Yo me he criado allí entre escritores, políticos, intelectuales, artistas, ingenieros y militares, bibliófilos casi todos".
Con un padrino de honor, Arturo Pérez-Reverte, cuyo vínculo se remonta a casi medio siglo, cuando llegó por primera vez a la capital española, y a sus primeras lecturas de Joseph Conrad y de novelas de aventuras, Soy de la cuesta arrancó ayer con un vídeo del autor de Alatriste, al que tomará el relevo Pío Caro-Baroja, el próximo 26 de abril, por el Día Internacional del Libro.
Para ello, el sobrino nieto de Pío Baroja, cuya estatua preside la Cuesta de Moyano, ha abierto las puertas del caserío de la familia, situado en Vera de Bidasoa (Navarra). "Es muy bonita la relación de los Baroja con la cuesta de Moyano. Es la más intensa", señala Sánchez. "Parte de su impresionante biblioteca de cuarenta mil libros se nutre de ella". En sus estantes, libros de primeras ediciones de Voltaire o de Nietzsche, o de los coetáneos de Baroja con obras firmadas para el autor, como Los episodios nacionales de Pérez Galdós. Baroja, explica, compraba muchísimo. "Era como el típico cazador de libro antiguo. No he visto nada igual en mi vida. Tiene una colección sobre esoterismo, brujas, temas de la inquisición en alemán, francés, español, del siglo XVI, tratados del demonio, de sortilegios… Lo tienen todo. Julio Caro escribió Las brujas y su mundo a partir de esa biblioteca que luego fue completando y de la que no hay otra igual en el mundo".
Pero no son ellos los únicos. Hay también historias como la de Carmen Iglesias, la directora de la Real Academia de la Historia, que aún conserva su primer libro de poesía, Cantos de vida y esperanza, de Rubén Darío, que sus padres le compraron en una de las casetas cuando tenía 8 años, según narra en uno de los vídeos que se emitirá el 30 de abril. O de la viuda de Francisco Umbral, la fotógrafa María España. Ella pasó por la Cuesta de Moyano hace poco, comparte Sánchez, y encontró un libro de Umbral cuya portada había ilustrado ella misma pero que no tenía. "Fue el librero de la clásica, Fernando, que está ahí por amor a su caseta, de tres generaciones, impecable, ama la cuesta y está ahí todos los días. Él lo encontró".
El propio Umbral, recuerda Sánchez que le contó su abuelo al que conoció en esta Feria de Libros, cuando todavía no era un escritor de éxito, muy al inicio de su carrera, solía ir por el café Gijón, donde coincidió con Camilo José Cela. "Tú Paco -le recomendó el premio Nobel-, créate un estilo. Tu estilo propio", y eso es lo que hizo.
La Cuesta de Moyano, hoy
A pesar de todo, no obstante, la Cuesta de Moyano no atraviesa su mejor momento. "El libro antiguo y el papel está en crisis. La venta persona a persona se está perdiendo. Eso no es necesariamente bueno. Me fio más de un librero que del algoritmo de Amazon que jamás tendrá la capacidad para enganchar al lector, descubrirle un libro, conocer sus gustos…", reivindica la periodista.Pero no todo es negativo. El tiempo pasa y el lugar va transformándose con él. Una nueva generación de libreros ha tomado el relevo a los veteranos. "Hay libreros jóvenes y el oficio continúa", reconoce Lara Sánchez para quien esto fue determinante a la hora de emprender esta iniciativa. "Cambiar ha cambiado mucho porque hay un reto muy importante en lo digital. Vivimos en la era de lo digital y de las prisas. Parece que no hay tiempo para disfrutar de esa pausa que la Cuesta de Moyano te otorga. Es una pausa deliciosa. A nivel cultural e histórico", defiende.
En este sentido, enfatiza en que la figura del librero todavía hoy es insustituible. Además, "un libro no tiene por qué ser un objeto de lujo, la Cuesta es la mayor librería de toda España al aire libre donde puedes encontrar libros asequibles para todos los públicos". Un lugar para el encuentro. "Yo he sido testigo de tertulias entre un ingeniero, un exgeneral de la división azul y un escritor de los 80 estando de acuerdo en algo. En la caseta de mi abuelo, he visto tertulias espontáneas de los visitantes un domingo en la feria, compradores, bibliófilos y lectores, que se han juntado allí. Es un sitio como punto de encuentro en la ciudad. Un lugar precioso en el paisaje de la ciudad. Entre el Prado y el Retiro. Un oasis cultural e histórico", concluye al tiempo que anima a una campaña ciudadana que llene las redes de sus propios recuerdos. Y es que, como añade, "todo eso forma parte de sus cien años". De nuestros cien años. Y esperemos que de otros cien años más.
@mailouti