Joseph Conrad
Sexto Piso reúne la narrativa breve completa del autor de Nostromo. El Cultural habla con los escritores Andrés Barba y Juan Cárdenas, quienes, junto a Carmen C. Cáceres, se han ocupado de la traducción.
Virginia Woolf ya destacó la singularísima prosa del escritor de origen polaco. Según la autora de Las olas, sacar de su elemento la "penetración intimista" de Conrad era "un esfuerzo vano": "seca, depositada en nuestros platitos, sin la magia y el misterio del lenguaje, pierde todo su poder estimulante y fustigador; pierde la drástica potencia que es cualidad constante de su prosa". Magia, misterio... Conrad escribe, en palabras de Andrés Barba, traductor de estos relatos junto a Carmen M. Cáceres, "en un inglés marciano, con una frase enrevesada pero muy sonora". "Como le pasaba a Nabokov, el inglés de Conrad sólo lo habla Conrad. Es el inglés que a él le sonaba literario, para algunas cosas es increíblemente refinado y para otras un delirio". Cyril Connolly, por cierto, lo enclavaba en el centro mismo de la última generación de escritores (la de finales del siglo XIX) para los que era imposible escribir mal.
Para Juan Cárdenas, que aporta al volumen su versión de El corazón de las tinieblas, dos son las dificultades que plantea la traducción de Conrad: la sintaxis y "el uso quirúrgico de las metáforas". "Su escritura tiene la rara virtud de no hacer un uso militar de la sintaxis; quiero decir que la sintaxis no está allí sólo para administrar información en un ritmo sincronizado y marcial. La sintaxis de Conrad propone una música tan singular que el traductor, atraído por ese sonido, corre el riesgo de dejarse llevar al despeñadero de la literalidad. El reto está en construir en español una sintaxis que suene lo más parecido posible a la de Conrad. Por otro lado, es muy estricto en el uso de las metáforas. Jamás las mezcla, sino que las va desarrollado por campos, campos de metáforas que son el verdadero núcleo semántico, la fuente inagotable de sentidos, y por tanto lo que debe ser respetado y debe ser trasladado a la traducción con la mayor fidelidad posible".
Harold Bloom ha escrito que Conrad fue el escritor que más influyó en la generación de novelistas americanos formada por Fitzgerald, Hemingway y Faulkner. Y parece que su influencia llega hasta los escritores de hoy, también hasta Cárdenas y Barba. El autor de Ornamento empezó a leer a Conrad alentado por Sergio Pitol, siendo aún muy joven. "Desde entonces he procurado estudiar sus procedimientos y, en ese sentido, ha sido muy importante para mí". El poder del autor de Nostromo, añade Barba, está en la que quizá sea su virtud más reconocible: su "fantástico talento para crear personajes hipnóticos", y si no piensen en Karain o Kurtz. Aunque señala ciertos defectos en sus novelas largas, donde, dice, tiende a la dispersión, Barba destaca su "ingenio", su "intensidad" y las "magníficas ideas" que originan sus narraciones. Sobre esto último, añade: "Son ideas por las que a veces son capaces de matar los escritores".
"Conrad es un extraño lugar donde confluyen muchas líneas de fuerza de la modernidad", continúa Cárdenas. "La experiencia colonial, el espíritu del capitalismo como aparato de producción de sujetos, el sentimiento de extranjería, la idea del viaje en un mundo cada vez más pequeño, la aventura y la burocracia como dos caras de la misma moneda... asuntos que siguen interpelándonos". El escritor colombiano, se ha dicho, firma en este volumen la traducción de El corazón de las tinieblas, el libro más famoso y leído de Conrad y cuyos lectores -otra vez según Bloom- se dividen entre aquellos que lo consideran "un triunfo estético" y aquellos otros que, como él mismo, "ponen en duda su capacidad para rescatarnos de su oscurantismo sin esperanza".
Es el primer conrad al que se enfrentan los dos traductores. "Pero su nombre es legión", dice Barba, para quien este trabajo es "de esos que uno puede contar a sus nietos". En el volumen se incluyen una treintena de relatos, muchos de ellos -como el que inspiró Apocalypse Now- más bien novelas cortas. Pero ¿era Conrad un verdadero maestro de la narrativa breve? Andrés Barba cree que sí: "Es un escritor al que favorecen las distancias cortas, es mejor cuentista (y con relatos me refiero también a las novelas cortas) que novelista. En las nouvelles es un prodigio de precisión e intensidad". Cárdenas, sin embargo, prefiere al Conrad novelista, y señala que incluso sus piezas breves funcionan "como novelas jibarazadas", lo que hace difícil asimilarlo a la tradición clásica del género: "Hay algo particularmente fascinante en el modo en que las formas tienden a expandirse en su narrativa, en ocasiones incluso tienden a desparramarse hasta el límite de la disolución o el emborronamiento".