Aquí puedes leer y descargar el prólogo y el primer capítulo

Anjelica Huston (Santa Mónica, California, 1951) logró desembarazarse de la larga sombra de su padre, John Huston, y alcanzar la categoría de icono cinematográfico. Trató a Carson McCullers, John Steinbeck y Marlon Brando, posó para Richard Avedon y fue compañera sentimental de Jack Nicholson. En 1985 obtuvo el Oscar a la mejor actriz de reparto por El honor de los Prizzi. Ha rodado a las órdenes de directores como Francis Ford Coppola, Bob Rafelson, Stephen Frears, Wes Anderson o Woody Allen.



Nació en el Hospital Cedars of Lebanon de Los Ángeles, mientras su padre rodaba en las cascadas Murchison, en el río Nilo, en el corazón profundo del Congo Belga, La reina de África. Por allí estaba Katharine Hepburn, una actriz en el cenit de su carrera, Humphrey Bogart, a quien acompañaba su esposa, o Lauren Bacall, ya toda una estrella del celuloide. Cuenta Anjelica Huston que, cuando el mensajero le entregó el telegrama, su padre le echó un vistazo y se lo guardó en el bolsillo; Katie Hepburn exclamó: "Por el amor de Dios, John, ¿qué dice?". Y el gran cineasta respondió: "Es una niña. Se llama Anjelica".



"En el transcurso de los años he oído decir que mi padre era un donjuán, un bebedor empedernido, un jugador, un machote, más interesado en la caza mayor que en rodar películas -escribe la actriz-. Es cierto que era derrochador y dogmático. Pero era un hombre complejo, autodidacto en gran medida, curioso y muy leído. No solo las mujeres, también los hombres de todas las edades se enamoraban de él, con esa extraña lealtad y paciencia que los varones reservan a sus congéneres".



Esto es solo una muestra de lo que el lector podrá encontrar en estas memorias de las que El Cultural ofrece hoy un adelanto: la intensa vida de una actriz que, más allá de su éxito, ha vivido en el centro mismo del Hollywood dorado. Sus inicios, los altibajos en su carrera, su complicada relación con Jack Nicholson... El título del libro, Mírame bien, refiere una anécdota de sus comienzos: Anjelica Huston tenía veintinueve años y soñaba con ser actriz cuando el director Tony Richardson se compadeció de ella. Era una pena, le dijo, tener tanto talento tan poco aprovechado: nunca llegaría a nada. Anjelica se tomó las palabras de Richardson como un verdadero reto. Mientras le contestaba con un "quizás tengas razón", pensaba para sus adentros: "Mírame bien". Y se prometió que llegaría lejos.

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