La recreación de un pequeño infierno doméstico permite a Bernhard explorar la experiencia del límite en el alma humana. La impotencia ante la enfermedad y la soledad comparecen en un relato con un poderoso aliento trágico, donde la reiteración y fractura de la sintaxis son los recursos de un estilo que poetiza sobre la imposibilidad de acceder a la intimidad de los otros. Konrad busca el aislamiento para cuidar a su esposa paralítica y realizar su obra, pero la escritura no le salva de la angustia. El pesimismo de Thomas Bernhard pertenece al linaje de Walser y Franz Kafka. Los tres coinciden en que la esperanza no es el territorio del hombre.