Juliana de Norwich fue la autora del primer texto conocido de una mujer en inglés, una obra titulada Revelaciones a quien no podía leer una carta, 1373 y de revolucionarias consideraciones que ofrecen una vigorosa mirada aplicada a cuestiones espirituales. El Libro de Margarey Kempe, unas décadas más tardío y que fue hallado de forma casual en 1934 por un coronel británico en la biblioteca familiar de su mansión campestre mientras buscaba un juego de bolas entre los polvorientos armarios para amenizar una aburrida fiesta, desveló a otro personaje femenino fascinante, más salvaje y atrevido: una comerciante, mística y autoproclamada "loca" medieval que viajó hasta lugares tan lejanos como Suecia o Jerusalén.
Ambas son mucho menos conocidas para el gran público que Hildegarda de Bingen, la mayor sabia y polímata de la Edad Media, una mujer rompedora a la que cabe calificar de música, lingüista, artista, teóloga, científica, consejera, administradora, abadesa y hasta santa. Incluso el nombre de Jadwiga de Polonia, la única mujer que gobernó como "rey" en Europa, sonará más. Pero todas protagonizan a su manera Fémina (Ático de los Libros), un ensayo de la historiadora Janina Ramirez, profesora en la Universidad de Oxford, que sacude la imagen tradicional de las mujeres medievales.
Si el título ya resulta provocador —alude a la etiqueta garabateada a partir de la Reforma del siglo XVI junto a los textos que se sabía que habían sido escritos por una mujer, por lo que eran menos dignos de ser preservados— el subtítulo promete un arriesgado resultado: "Una nueva historia de la Edad Media a través de las mujeres". No es una promesa vana. Ramirez no solo presenta las biografías y hazañas de personajes femeninos fascinantes, sino que construye un nuevo escenario en base a las pruebas arqueológicas y científicas recabadas en los últimos años.
"Escribí este libro porque conocía a estas mujeres medievales a través de una investigación profunda sobre pequeños temas específicos, como los textos místicos o las obras de arte, pero nadie lo había juntado", explica la autora a este periódico. "Hay libros estupendos de historia social sobre las mujeres de la Edad Media, pero se trata siempre de lo mismo: madres, hermanas, tías, monjas... Así que decidí escoger temas que son propiedad del reino masculino —espías y forajidos, eruditos y científicos— y mostrar que también hubo mujeres. Se trata tan solo de ofrecer un nuevo contexto y decir lo diversa que es la población actual, y que siempre ha sido así. Siempre ha habido mentes curiosas, personas desafiando los límites, y solo hay que buscarlas".
A través de numerosos ejemplos, como el extraordinario caso de la guerrera de Birka, una vikinga que desde el hallazgo de su tumba se interpretó como un varón por las armas con las que fue enterrada —hasta que los análisis de ADN demostraron lo contrario más de un siglo después—, Ramirez trata de derribar una cascada de mitos sobre la mujer medieval: que no combatía, que no tenía la posibilidad de ser económicamente independiente o que no tenía control sobre su cuerpo. Todo falso.
"Hay muchas pruebas que nos permiten desafiar estas creencias. La excepción no existe en el vacío, existieron porque hubo una cultura y un entorno que les permitió florecer. Pero lo que fundamentalmente trato de entender es cuándo surgieron esos mitos y por qué siguen vigentes", reflexiona. La memoria de sufragistas como Emily Wilding Davison, la activista que se convirtió en mártir arrojándose en el derbi de Epson de 1913 contra el caballo del rey Jorge V, está muy presente para reivindicar la Edad Media como un periodo en que las mujeres tuvieron capacidad de acción, donde triunfaban desafiando a los pronósticos, como la heroína Juana de Arco.
Historia inclusiva
Todos los capítulos de Fémina se abren con un descubrimiento arqueológico —como el de la princesa de Loftus, cuyas joyas altomedievales y escasos restos arrojan luz a la época de la llegada del cristianismo a la Inglaterra del siglo VII— o fortuito —véase el manuscrito de Margarey Kempe—. Esas narraciones son sin duda una de las mayores virtudes del trabajo de la historiadora, y a la vez permiten reflexionar sobre lo aleatorio de su revelación, sobre cuántos otros nombres se habrán quedado olvidados por el camino. Las principales fuentes escritas no hablan de ellas, ha habido que buscarlas (literalmente) bajo tierra. "Siempre hay hallazgos increíbles, pero lo que intento aquí es pensar sobre ellos de forma diferente", dice.
Janina Ramírez reconoce que no podría haber escrito este libro hace cinco años. Y lo ejemplifica con una de las historias más curiosas del libro, el de una mujer negra africana de unos 40 años que sea había trasladado a Londres a mediados del siglo XIV y fue víctima de la pesta negra que asoló la ciudad. Su cuerpo se enterró en East Smithfield, un cementerio de emergencia abierto solo durante un año que acogió centenares de cadáveres que arrojan un panorama inédito sobre las características de la sociedad del momento.
Gracias a los resultados de los análisis genéticos y de isótopos, los investigadores del Museo de Londres han descubierto que este individuo femenino estuvo sometido a un esfuerzo físico constante. Pero lo llamativo es que no mostraba signos de trauma infantil, de problemas de salud en su niñez causados por la desnutrición, las deficiencias vitamínicas u otras enfermedades presentes en los huesos de la mayoría de los esqueletos de la necrópolis, procedentes de Gales, Escocia u otros rincones de Inglaterra. El hecho de haber crecido en África sugiere que tuvo una dieta mucho más sana cuando era pequeña.
¿Cambia mucho la historia de la Edad Media si se cuenta a través de las mujeres y con todos estos nuevos datos? "Creo que sí", responde la historiadora. "Yo no estoy manipulando datos ni inventado fechas, batallas o individuos. Al poner el foco sobre las mujeres se consigue una imagen más comunitaria, más inclusiva, que falta en otros libros. Por ejemplo, se ha escrito muchísimo sobre el Tapiz de Bayeux, pero solo un puñado se ha molestado en decir que en realidad fue hecho por mujeres". Poco a poco la historia les va haciendo justicia.