Laurecen Rees (Ayr, 1957) suena derrotado al otro lado del teléfono, dice ser incapaz de imaginarse una salida mínimamente positiva a la invasión rusa de Ucrania. Lamenta que décadas de investigación sobre el sangriento siglo XX, de escribir libros y producir documentales sobre la II Guerra Mundial en base a la recopilación de testimonios de víctimas y verdugos, no hayan servido para nada. La lecciones de la historia están ahí, pero no les hemos querido hacer caso.
La percha de la charla con el historiador británico es la traducción al español de su Hitler y Stalin (Crítica), una brillante confrontación de las personalidades, las ideologías y las acciones de los dos grandes monstruos de la pasada centuria; una actualización, que incluye los últimos estudios académicos y numeroso material inédito (entrevistas con colaboradores del führer y el líder soviético, por ejemplo), del clásico Vidas paralelas de Allan Bullock, de 1991.
El libro de Rees, autor también de El Holocausto o El oscuro carisma de Hitler, se publicó en octubre de 2020, pero contiene estremecedoras advertencias para el presente sobre la destrucción que los tiranos con visiones utópicas pueden causar al mundo. Una mención explícita a Vladímir Putin que leída ahora se ha convertido en una profecía.
Pregunta. Al final del prólogo advertía de que en el mundo actual todavía abundan los tiranos con medios que podrían destruirnos. ¿Se imaginaba algo como lo que estamos viviendo?
Respuesta. No. Hace unos quince años publiqué Their darkest hour, una colección de relatos de una treintena de personas que habían vivido la II Guerra Mundial y a las que había conocido y entrevistado como periodista. Eran experiencias de víctimas y perpetradores de todo el continente. Llegué a dos conclusiones: la primera es que debemos tener mucho cuidado con la cultura que nos rodea porque va a cambiar a mucha gente. Y por eso al final de Hitler y Stalin digo que lo que me ha interesado es el estudio de la maleabilidad de la mente humana.
La segunda es que las cosas y las circunstancias cambian increíblemente rápido. Diría que es la única gran lección de la historia. Los judíos húngaros, por ejemplo, no habían experimentado nada similar a lo que habían vivido los polacos hasta que los alemanes invadieron Hungría en la primavera de 1944. En unas pocas semanas habían sido deportados a Auschwitz. Cuando hablas con los supervivientes, en su mente rondan preguntas como por qué esto sucedió de repente o cómo todo pudo cambiar en apenas un instante. Todo a nuestro alrededor es mucho más frágil de lo que creemos: las instituciones, las personas… solo hay que ver el caso de Trump y lo cerca que estuvo Estados Unidos de perder su democracia.
¿Una III Guerra Mundial? No puedo explicar con palabras lo deprimido que estoy
P. Hitler y Stalin se mostraron dispuestos a matar a millones de personas en persecución de sus sueños. Prometieron a su ingente cantidad de seguidores un mundo de gloria que nunca llegó. ¿En el siglo XXI es más difícil convencer a la gente sobre la viabilidad de estas utopías?
R. No lo creo. Uno de los problemas a los que muchos de nosotros nos enfrentamos es que vivimos en lo que se podría denominar una edad posilustrada. Una de las características interesantes de Hitler y Stalin es que ambos creían en ideologías que daban sentido a su vida fuera de sí mismos, que no dependían de Dios; creían haber descubierto el secreto de la existencia. Y es perfectamente posible que venga alguien más y lo haga. En el actual conflicto ucraniano, el problema es que la gente tiene que saber en términos simples por qué está luchando. Los ucranianos lo saben, pero como podemos ver a través de las entrevistas a los soldados capturados, muchos rusos no. Creo que piensan o sospechan que sus líderes mienten todo el tiempo.
Hitler y Stalin mintieron cuando les convenía. No obstante, tenían un trasfondo gigantesco de creencias ideológicas en las que mucha gente creía. ¿Pero cuál es el sistema de creencias ideológicas de Putin? Además de querer, de alguna manera, crear pedazos de la Unión Soviética nuevamente, no tiene. ¿En qué cree realmente aparte de tratar de conseguir un gran yate?
P. Estos días estamos viendo muchas comparaciones entre Putin y Hitler. ¿Cree que una de las grandes diferencias entre ellos es el apoyo de la gente? En 1939 muchos alemanes estaban hipnotizados por el führer, mientras que la invasión de Ucrania no parece muy popular en Rusia…
R. Sí, pero no diría que nadie estuviese hipnotizado por Hitler. Mucha gente creía en lo que decía, pero la guerra, cuando empezó en 1939, no era popular en Alemania porque la memoria de la I Guerra Mundial era todavía muy fuerte. Hay que desechar la idea de que hay un nazi creyente o un nazi no creyente. Hitler tuvo muchos problemas para acabar con la Iglesia católica. Por ejemplo, cuando durante la contienda algunos de sus oficiales más duros quisieron quitar los crucifijos de las escuelas de Baviera, hubo una reacción, muchas tropas escribieron desde el frente a sus casas preguntando qué estaba pasando. Entonces decidieron dejar la cuestión del cristianismo para después de la contienda. Podías ser una nazi y creer algunas cosas, pero no estar de acuerdo con otras.
P. ¿Ve realmente alguna similitud entre Putin y Hitler? ¿Hay paralelismos entre sus acciones?
R. No realmente. La comparación más apropiada es entre Putin y Stalin. Es muy difícil ver áreas de posible comparación. Hitler era un visionario y Putin no. Hitler tenía la ambición más grande: crear un imperio racista en el este. Sabía que para ello tendría que matar a millones de personas y no le importaba. Era un individuo con una visión asesina, y eso es algo extraordinario en la historia. También era un líder carismático en los términos de Max Weber: un tipo de liderazgo mediante el poder de su propia responsabilidad.
Putin no es eso, genera cero carisma. La única comparación remotamente interesante entre ellos ahora mismo es que una de las razones por las que Hitler quería ir adelante con la guerra fue porque le preocupaba que pudiera morir pronto, lo que podríamos pensar que es extraño, pues solo tenía 50 años. Le preocupaba no tener tiempo suficiente. Putin tiene casi 70. ¿Hasta qué punto está influido por querer hacerse un hueco en la historia rusa? ¿Y qué sería más grande, según lo ve él, que haber recuperado Ucrania para construir una Rusia más grande?
P. ¿En qué se parece entonces con Stalin?
R. En el pasado, Putin ha reconocido algunos de los crímenes de Stalin, pero al mismo tiempo habla de la hipocresía de Occidente por negociar con los nazis en 1938 [los acuerdos de Múnich]. Sus postulados no son válidos, como analizo en el libro. Creo que Putin se ve más en la línea de los hombres fuertes de Rusia como Stalin o Iván el Terrible. Cuando vemos esos calendarios disparatados que incluyen una foto de Putin sin camiseta y sobre un caballo nos hace gracia, es ridículo. Pero tienen resonancia en Rusia, porque existe esta larga tradición histórica de líderes masculinos fuertes. Eso es lo que está tratando de aprovechar aquí.
A pesar de lo que está haciendo, no pondría a Putin en la misma categoría del infierno que Hitler y Stalin
P. Hitler y Stalin no tenían armas nucleares, pero Putin sí. ¿Se imagina al autócrata ruso apretando el botón?
R. Durante toda mi vida hemos vivido con el riesgo de que una guerra nuclear era posible. Y ahora es absolutamente posible. ¿Una persona racional lo haría? Pues no. ¿Cómo de racional fue invadir Ucrania dadas las circunstancias…? Pero no lo sabemos. Estoy mucho más seguro que Hitler las hubiera usado en un abrir y cerrar de ojos. Si hubiera podido aniquilar cada gran ciudad europea con armas nucleares, lo hubiera hecho antes del desayuno.
P. ¿Teme una III Guerra Mundial o cree que la derrota del Gobierno ucraniano será suficiente para Putin?
R. No puedo explicar con palabras lo deprimido que estoy. Lo increíble es que esto muestra la inutilidad de todo lo que he hecho hasta ahora. ¿Cuál es el sentido de escribir desde hace años? Hace una semana todo parecía mucho más estable. ¿Y ahora qué? Es deprimente. Ucrania es un país maravilloso, conozco a mucha gente allí. Pero no veo un buen final. ¿Cómo pueden los ucranianos expulsar a los rusos? Podemos seguir armándolos y continuarán luchando, ¿pero los rusos se van a rendir? No. Tal vez el mejor escenario es una suerte de guerra fría como en el Donbás y en Crimea. Las sanciones son vitales, ¿pero vamos a permitir que Rusia se convierta en Corea del Norte?
P. ¿Cómo se derroca a un dictador?
R. La única solución a la crisis actual es la eliminación de Putin y no está en nuestras manos. Una vez más la historia nos brinda enseñanzas. Mira lo difícil que fue deshacerse de Hitler, y eso que la situación era diferente: había que lidiar con el hecho de que su eliminación no iba a frenar la llegada del Ejército Rojo a tu país. En Rusia pueden acabar con Putin y tratar de empezar de nuevo, pero cómo lo van a hacer si se sienta al final de una mesa larguísima…
Mirando atrás podemos ver ejemplos de que para los dictadores como Putin es vital mantener el apoyo del Ejército y de los líderes políticos, lo que se consigue con corrupción y pagándoles mucho. El problema es que no puedes pagar a todos. Por eso cuando veo las protestas en Rusia me fijo en los policías. Imagina que 100.000 rusos salen a la calle a protestar y a la policía se le da la orden de dispersarlos y detenerlos pero se niegan porque no tienen dinero ni para comer. Ese es el principio de una revolución. La historia nos muestra lo increíblemente fácil que es romper algo y lo enormemente difícil que es crear algo. Eso es lo que está pasando ahora: estamos rompiendo cosas.
P. El futuro es negro…
R. Ojalá no lo fuese y pudiese ver días felices por delante. Pero puedo ver un número de escenarios todavía peores si nos queremos deprimir más. ¿Qué va a pasar cuando los niños ucranianos se empiecen a morir de hambre? ¿Qué va a pasar cuando los rusos crucen la línea con el bombardeo de áreas civiles? ¿Qué sucederá cuando comiencen a destruir enormes áreas de Kiev y a matar a miles de civiles inocentes? ¿En serio Occidente se va a quedar al margen cuando tiene unas fuerzas armadas tan poderosas para frenar a Putin? Imagina vivir en un pequeño pueblo en la frontera entre Polonia y Ucrania. A un lado todo el mundo está protegido del ataque ruso mientras que los del otro lado están siendo bombardeados. ¿Dónde está la justicia en eso?
La única gran lección de la historia es que las cosas cambian increíblemente rápido
P. Los nacionalismos y los populismos han amenazado la unidad europea en los últimos años. ¿La guerra actual ayudará a fortalecer la identidad comunitaria?
R. Sí, creo que ya lo ha hecho. Pero de nuevo el problema es muy arbitrario. He grabado mucho en Bielorrusia y conozco gente maravillosa, pero están siendo terriblemente oprimidos por este espantoso líder, Lukashenko, que tortura a los periodistas. Y estamos en Europa. Seguro que piensan por qué no habrán nacido en Polonia… Lo que me preocupa cuando la gente habla de la unidad europea es que solo se refiere a la de la UE. Pero eso no es Europa, Ucrania también es parte de Europa.
P. ¿Son los crímenes del nazismo y el estalinismo equiparables?
R. Ambos se pueden examinar, y por implicación los estás comparando. Lo que me niego a abordar en el libro de forma deliberada es cuál fue peor. Es una pregunta que no se puede responder en esos términos. ¿Qué significa peor? ¿Los números? Podría decirse que Hitler mató a más, ¿pero por ello fue peor? Intenta decírselo a los niños kalmukos que se murieron de hambre por las deportaciones con las que Stalin buscaba la limpieza de su grupo étnico o a los oficiales polacos asesinados en Katyn. Nunca diría que un sufrimiento es peor.
Lo que siempre digo es que el Holocausto es un crimen singular, con aspectos que lo hacen diferente a cualquiera que se hubiera cometido antes. Y eso significa que es un evento histórico terrible. Y Stalin no hizo eso, y aun así fue también horrendo: mató a personas completamente inocentes solo porque pertenecían a un grupo en particular. Yo entrevisté a un kalmuko que había sido condecorado por su bravura en el Ejército Rojo y aun así fue enviado a un campo de concentración. Al terminar la guerra, las terribles condiciones de este grupo provocaban que hubiese más muertes que nacimientos, por lo que estaban siendo gradualmente exterminados. Nunca hubo una decisión de matar a toda esa gente, pero hay aspectos similares a las políticas del Holocausto.
P. ¿Qué le preguntaría a Hitler y Stalin si los tuviese delante?
R. Creo que no tendría ningún sentido preguntarles nada porque qué sentido tiene preguntarle algo a alguien si sabes que van a mentir. Si le dices a Hitler que por qué mató a los judíos te contestará con todas sus falacias sobre la culpabilidad de los judíos; y Stalin te responderá que él no es responsable de la matanza de polacos en el bosque de Katyn, cuando tenemos el documento que lo confirma y hasta lo sabemos por las conversaciones entre Churchill y Roosevelt, que se quedaron callados porque necesitaban a los soviéticos como aliados. A pesar de lo que Putin está haciendo no lo pondría en la misma categoría del infierno que los otros dos, en el sentido de que todavía no se ha desarrollado tanto. Pero cuando ves al ministro de Exteriores ruso hablando sobre el Gobierno ucraniano, su discurso es mentira tras mentira. Es como cuando hablas con un niño y te dice: "No, yo no lo hice".