“Una burla exagerada y grotesca sobre el concepto de privilegio en un momento en el que la brecha social es cada vez mayor, acentuada por la crisis moral que estamos viviendo entre pandemias y guerras”. Eso es para Pedro Casablanc (Casablanca, Marruecos, 1963) Decadencia, una de las obras más ácidas y provocadoras del actor y dramaturgo británico Steven Berkoff, que estrena como actor y director este 18 de marzo en el Palacio Valdés de Avilés, acompañado en el escenario por Maru Valdivieso.
Una pasión de años
La obra, que inicialmente iba a ser dirigida por Mario Gas, ha sido culminada por alteraciones de la loca agenda postcovid, por Casablanc, que reconoce a El Cultural tener por Berkoff una pasión de años debido a su capacidad técnica como actor y por su valentía a la hora de denunciar las injusticias que provocan las clases acaparadoras de riqueza: “He querido encapsular todo ese chorreo verbal y expresivo en una elegante pista de baile de salón, rodeado de espejos que nos hacen vernos y juzgarnos. En definitiva, poner en cuestión nuestros propios comportamientos”.
Casablanc reconoce que el texto original de Berkoff es de una complejidad lingüística “apabullante”, ya que mezcla, “como en un cóctel”, jerga, onomatopeyas, versos, insultos, obscenidades y cultismos
Decadencia, escrita en 1981, cuenta una noche de fiesta interminable de una pareja de aristócratas, aburridos hasta la náusea y encerrados en un juego sadomasoquista con el que intentarán huir de su propia inanidad. Atiborrados de alcohol, drogas, comida, sexo y experiencias escatológicas parece que nada es suficiente para alimentar un estatus de permanente felicidad artificial... Casablanc reconoce que el texto original de Berkoff es de una complejidad lingüística “apabullante”, ya que mezcla, “como en un cóctel”, jerga, onomatopeyas, versos, insultos, obscenidades y cultismos.
Y ahí es donde entra el escritor y poeta Benjamín Prado, autor de la adaptación de una obra “llena de ripios intencionados que se titula Decadencia del mismo modo que podría haberse llamado Demolición”. Prado ha optado por unos alejandrinos blancos que intercala con pareados para los momentos más cómicos: “Es una obra muy afilada, pero también muy divertida. El público tiene que pensar pero también tiene que pasarlo bien”.
Hipérbole y parábola
Para Prado, el mensaje de Berkoff sigue funcionando: “Él hablaba de punk y de los Sex Pistols, de Gran Bretaña y de las clases altas del momento. Yo lo he actualizado y acercado. No quería que fuese una foto sino un espejo. En el fondo, ya sabemos que hay cosas que cambian poco y que suelen ser las peores. Esta obra es una hipérbole aunque preferiría llamarla parábola”.
Casablanc cree que ante todo asistimos a un artefacto escénico creado por el Berkoff actor, un comediante heredero de este teatro comprometido cuyos referentes lo conectarían con el realizado por Dario Fo. “Utilizan el sarcasmo, la burla, lo políticamente incorrecto como los bufones ante los reyes antiguos. El Berkoff comediante construye unos bufones shakesperianos deslenguados con una tremenda incontinencia verbal entre la crítica y la desfachatez”, precisa Casablanc, que anuncia, tras el estreno en Avilés, una larga gira por nuestro país que llevará la obra a La Abadía en octubre.