Lear, la tercera de las nueve óperas creadas por el compositor alemán Aribert Reimann (1936) se presenta por primera vez en Madrid tras el intento fallido en 2020 cuando estaba programada y tuvo que anularse por el confinamiento provocado por el Covid.
Se ha recuperado para este arranque de 2024 con una producción creada por Calixto Bieito para la opera Garnier de París en 2016. La propuesta del director de escena burgalés es una de las más felices ideas que ha tenido en los últimos años.
Lear no es fácil bajo ningún concepto. Mas bien todo lo contrario: es dura-dura-dura. 3 veces dura, y difícil, y compleja y asfixiante. No se deja escuchar con facilidad ni es sencilla de plantear escénicamente. Pero Bieito encierra a sus personajes en un muro creado por tablones quemados y ennegrecidos (ya todo es negro o blanco en la ópera, parece que no existiera el Pantone entre los registas).
Esos tablones se convierten después en un denso bosque y en un techado durante la segunda parte y acaban derrumbados en el suelo hacia el final. La iluminación es igualmente incómoda y agresiva. El vestuario arranca impecable al comienzo para ir deshilachándose y ensuciándose durante la representación para acabar con Lear en calzoncillos, manchados con demasiada evidencia.
La simplicidad de las ideas de Bieito son claras y muy buenas en algunos momentos, como al arranque cuando Lear propone a sus tres hijas el reparto de su reino convertido en una hogaza de pan por el que se pelean como perras Goneril y Regan. Muy inteligente.
Inexplicable, sin embargo, la repentina presencia de un señor mayor, avejentado y con un destruido cuerpo desnudo que aparece y permanece en escena durante unos minutos como un espectro sin entenderse bien qué hace ahí el personaje. No tiene conexión con el texto ni con la música y uno se pregunta: ¿y este pobre hombre desnudo, por qué? ¿Y por qué con ese desnudo? Excelentemente bien resuelto el final, con un trabajo actoral extraordinario.
Esta partitura es el empeño personal de Dietrich Fischer-Dieskau, uno de los mejores barítonos de la asombrosa generación de cantantes surgidos con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial. Legendario interprete de opera pero especialmente de lieder, estuvo toda su carrera buscando un compositor que musicalizase el drama shakespeariano de Lear y casi lo consigue con Britten.
Pero fue a su pianista habitual en recitales, Aribert Reimann, del que interpretaba su ciclo de 5 lieder, al que acabó convenciendo para que asumiese el proyecto que tantos compositores antes habían acariciado (probablemente Verdi el que más) pero nunca habían sacado adelante. Reimann inicialmente desechó por completo la idea pero tras su segunda ópera “Melusina”, poco a poco empezó a valorar poner música al texto de Claus Henneberg que a su vez se basa en El Rey Lear de Shakespeare.
El estreno de esta obra se realizó en Múnich en julio de 1978 con el propio Fischer Dieskau como Lear y la que entonces era su esposa Julia Varady como Cordelia. Felizmente aquel estreno ha tenido hasta 19 producciones distintas en los últimos cuarenta años, siendo uno de los pocos títulos estrenados en la segunda mitad del siglo XX que se ha representado más allá de las funciones de su estreno. No se puede decir que sea ópera de repertorio pero ha tenido un recorrido más lóngevo del de la inmensa mayoría de estrenos de las últimas décadas.
El elenco musical del Lear en el Teatro Real es de una calidad inmensa. En el foso Asher Fisch, del que ya disfrutamos en 2019 en un magnífico Capriccio. El director israelí sale victorioso de su reto al frente de este Lear alambicado, brutal y difícil desde el segundo uno. El elefantiasico tamaño de la orquesta ha obligado a retirar las tres primeras filas del patio de butacas para acoger una ingente cantidad de instrumentos, muchos de ellos de percusión que hacen una labor estruendosísima bajo las manos de Fisch. Merece la pena acercarse al foso en algún momento para descubrir hasta donde puede llegar la imaginación si de percusión se trata y la diversidad de instrumentos creados para hacer ruidos variopintos.
La partitura, como señala acertadamente Jorge Fernández Guerra en el programa de mano, es de una “dificultad extrema.” Uno añadiría que además de extrema, imposible, incómoda, atronadora y mareante. Los 140 minutos de función (80 minutos la parte I y otros 60 la parte II) son agotadores, insoportables y de una dureza extrema. No hay apenas segundos de paz, de alivio para los tímpanos.
Pero sin duda el equipo de cantantes hacen que la función salga adelante por el enorme talento de todos. Sobresale el danés Bo Skovhus, un enorme (no solo musical sino físicamente con sus impresionantes dos metros y algo) cantante que apabulla con una interpretación excepcional, pero también es encomiable la labor de Andrew Watts, que debe cantar la primera parte como tenor y la segunda como contratenor cuando acompaña al exilio al rey Lear.
El cambio de registro y la escritura de su papel es como para destrozar al más experimentado pero el cantante británico logra un éxito indudable. Magníficas las 3 hijas de Lear: Angeles Blancas (Goneril), Erika Sunnegardh (Regan) y Susanna Elmark (Cordelia). Asombran por lo bien que resuelven sus imposibles partes vocales sino por su adecuación escénica a sus personajes.
Lear no es fácil, ni se deja escuchar, ni supone una plácida tarde de ópera. Hay que conocerla y acercar al público madrileño a esta partitura pero la desbandada general de varios cientos de espectadores al inicio de la parte II en el día del estreno no augura nada bueno para el resto de funciones.
Los que se quedaron aplaudieron cortésmente en la mayoría de los casos, ovacionaron a Watts y Skovhus especialmente y se quedaron con las ganas de ver al repositorio de la producción, que no salió a saludar. En realidad esta producción se quedó huérfana en los aplausos finales porque nadie asumió la responsabilidad de salir por el elenco teatral.
Lear, de Aribert Reimann.
Dirección Musical: Asher Fisch. Dirección de escena: Calixto Bieito. Reposición: Yvs Lenoir.
Escenografía: Rebeca Ringst. Vestuario: Iñigo Kruger.
Producción de la Opera de París.
Bo Skovhus, Torben Jurgens, Derek Welton, Michael Colvin, Kor-Jan Dusseljee, Lauri Vasar, Andrew Watts, Angeles Blancas, Erika Sunnegardh, Susanna Elmark, Ernst Alisch.
Coro y Orquesta titulares del Teatro Real.