Tres joyas musicales: el 'soul' africano de Moby, la pasión del piano de Jáuregui y un homenaje a Cage
El eclecticismo de 'Always Centered at Night' y los homenajes a Grieg, Falla y John Cage en 'Homeland' y 'Cage2' son algunos de los lanzamientos discográficos más destacados.
14 julio, 2024 01:48Always centered at night
Moby
Moby, una de las mentes más brillantes de la música electrónica, es un coleccionista de voces. Sus temas más populares están construidos en torno a samples vocales, de la delicada Porcelain a la dolorida What Does My Heart Feel So Bad?, ambas de su celebrado álbum Play, de 1999.
El sobrino tataranieto del escritor Herman Melville –de ahí su nombre artístico– hoy busca voces nuevas en YouTube, en Spotify e incluso en locales de karaoke. Su curiosidad musical no tiene límites y su generosidad hacia el talento emergente tampoco. Su vigésimo segundo álbum de estudio, entre la electrónica y el soul, es el resultado de sus pesquisas más recientes.
Cada una de las 13 canciones está grabada en colaboración con un cantante distinto, casi todos de ascendencia africana. El cantautor de R&B Serpentwithfeet participa en la hermosa balada de piano que abre el disco, on air; la voz oscura y cálida de Lady Blackbird suena en dark days; la jovencísima estrella neerlandesa de origen sudanés Gaidaa protagoniza transit; y J. P. Bimeni, cantante y refugiado descendiente de la familia real burundesa, presta su voz a should sleep.
En where is your pride? planea sobre una base de break beat la voz del poeta dub y actor recientemente fallecido Benjamin Zephaniah, que compartía con Moby su férreo activismo vegano. “Espero que esta colaboración honre su legado y llame la atención sobre su vida, obra y principios”, señala el músico neoyorquino.
Homeland
Judith Jáuregui y la Orquesta Sinfónica de Castilla y León
Este CD alberga dos de los conciertos para piano y orquesta más tocados y célebres del siglo XX: el Concierto en La menor op. 16, de Grieg, es representante de un postromanticismo pleno, melódico y arrebatado, con instantes líricos muy placenteros. y Noches en los jardines de España, de Falla, atmosférico, agreste, entretejido de aromas populares, racial y caleidoscópico.
La obra de Grieg es delineada por Jáuregui con un sonido exquisito y un fraseo espirituoso y contrastado. En el Adagio la pianista supo mecerse en el prescrito 3/8 desde el principio. Muy bien pulsado el rítmico 2/4 del Allegro postrero en el que piano y tutti se dieron la mano para construir al cierre el espectacular tema cantabile que se expande a los cuatro vientos.
La flexibilidad y sentido del color y del canto racial los encontramos en esas Tres impresiones sinfónicas con piano de don Manuel estrenadas en el Teatro Real de Madrid el 9 de abril de 1916 con José Cubiles al piano y la Orquesta Sinfónica de Madrid dirigida por Fernández Arbós.
Obra curiosamente sintética que combina el vigor de lo racial, los claroscuros de nuestra cultura popular, los ritmos hispanos más auténticos, con la pincelada delicadamente impresionista. Todo ello es aquí bien observado y matizado por Jáuregui, que encuentra un puntual apoyo de la Orquesta y de Zehnder a falta quizá de una mayor exquisitez y de una mejor regulación sonora. Destacamos la excelente colaboración.
Cage2
Bertrand Chamayou
Chamayou sigue la pauta que regía su primera aportación a la causa del compositor norteamericano John Cage (1912-1992), a quien ponía en paralelo con Erik Satie. En este caso aborda la interpretación de composiciones dedicadas en exclusiva al piano preparado fechadas en los años cuarenta.
Este procedimiento compositivo nació en 1938 con motivo del estreno de una música de ballet titulada Bacchanale, destinada a la bailarina Syvilla Fort. Ante la imposibilidad de contar con espacio para instalar una orquesta de percusiones, el músico tuvo la idea de “preparar” un piano.
El resultado conecta con la sonoridad que pudiera conseguirse de un fantasmal clavecín, con singulares vetas de color relacionadas con extraños instrumentos de parche, con insólitos vibráfonos o marimbas, con timbres venidos del Índico y emparentados con el gamelán balinés.
Todo un mundo verdaderamente fascinante y sorprendente que nos atrae y, al tiempo, puede causar una cierta fatiga auditiva. Las doce piezas seleccionadas –algunas divididas en pequeñas partes– nacen en ocasiones del empleo de hasta cuatro pianos que combinan con los movimientos danzables de una bailarina.
Destacamos, por ejemplo, los ritmos insistentes y animados del sexto número de The Perilous Night; o los golpes irregulares en el bajo y los contrastantes silencios de Roo tan Unfocus; o el curioso son cubano de Daughters of the Lonesome Isle.