En septiembre, David Afkham, actual titular de la Orquesta y Coro Nacionales de España (OCNE), anunció que, cuando termine su contrato aquí, dentro de dos temporadas, no renovará. Poco después empezaron las quinielas para ver quién será el sucesor. O sucesora, porque Alondra de la Parra (Nueva York, 1980) es de las que suenan con fuerza. Morbosamente, ella se pone al frente de la agrupación estatal este fin de semana. ¿Es un movimiento más hacia esa titularidad? Ya se verá...
A su paso por Pamplona, donde ha presentado en Baluarte su espectáculo The Silence of Sound, la directora, cada vez más consagrada, da su reveladora perspectiva sobre estos rumores, desgrana el programa que abordará en el Auditorio Nacional, con su admirado Leonard Bernstein en el núcleo, y enarbola su compromiso con la difusión de la música clásica latinoamericana… y española. Sumando puntos pues.
Pregunta. Este mes de noviembre se ha afincado aquí en España casi al completo. ¿Qué importancia diría que tiene y ha tenido este país en su carrera?
Respuesta. Pues cuando llego siempre siento una sensación muy peculiar, la de estar en casa, aunque no haya crecido aquí. No me pasa en ningún otro sitio. Es un placer cada vez que me toca volver. No en vano, mexicanos y españoles somos familia.
P. Hace poco debutó con la Orquesta Sinfónica de Galicia, una de los mejores conjuntos sinfónicos de España. ¿Qué tal la experiencia?
R. Preciosa. Fue una semana divina. Hicimos la Tercera de Brahms, que es una de las piezas que siento más cercanas. Una experiencia muy positiva.
P. Con la OCNE será la tercera vez que colabora. ¿Qué cualidades destacaría de ella?
R. Es una orquesta con un potencial musical enorme y una capacidad de imaginar muy flexible. Puede abordar cualquier repertorio. Además, a mí siempre me ha brindado una gran calidez humana y ha aceptado muy bien el diálogo que yo propongo, porque para mí hacer música es como entrar en un laboratorio en el que un equipo intenta descifrar significados. Yo siempre llego a trabajar con una orquesta con una bolsa llena de ideas, a la espera de que sus músicos me propongan otras. Y los de la OCNE son de los que proponen mucho, y eso es muy divertido.
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P. Los rumores sobre que usted está entre las principales candidatas a suceder a Afkham se han disparado. ¿Tiene algo que decir al respecto?
R. Yo estoy absolutamente honrada de trabajar con ella y si me consideraran para una posición así, sin duda sería interesante para mí. Pero yo ahora voy a dar unos conciertos, nada más que agregar. Ellos tendrán su proceso interno abierto y estudiarán a varios candidatos para encontrar a la persona adecuada. Yo a la OCNE le tengo un cariño inmenso y siempre que pueda pararme en ese podio lo haré con respeto, seriedad y toda la alegría del mundo. Más allá de eso, no me toca a mí especular.
P. Las otras dos veces que se puso al frente de la Nacional colocó a Bernstein en atriles, algo que hace de nuevo con Halil y Chichester Psalms. ¿Por qué es tan importante para usted?
R. Bernstein es un mundo. Una artista desbordante que dirigía, componía, enseñaba… Tenía una capacidad para comunicar extraordinaria y lo hacía de las múltiples maneras que le permitía su talento. Un ejemplo de cómo los artistas debemos crecer y forjar nuestra identidad. Halil es una obra poco conocida que escribió por un hecho triste, la muerte del violinista israelí Yadin Tanenbaum en la guerra del Yom Kippur. Habla de las pesadillas, de la muerte… Es increíble. Nunca la había dirigido y me emociona mucho. Chichester Psalms, que es una obra con la que se comunica Halil, me dará la oportunidad de trabajar por vez primera con el Coro de la OCNE, algo emocionante. Es una partitura sublime, en la que hay pinceladas de West Side Story, pero con un lenguaje muy distinto. Es lo maravilloso de Bernstein: cada obra es diferente pero siempre sabes que son suyas.
P. ¿Su vida es más fácil desde que terminó su compromiso como titular de la Sinfónica de Queensland en Australia?
R. Fue una hermosa experiencia. Allí he creado otra familia, la de la Sinfónica de Queensland, pero la verdad es que tomé la titularidad justo cuando me quedé embarazada y luego tuve a mi segundo hijo. Así que en los cinco años que estuve yendo y viniendo allí o estaba embarazada, o tenía un bebé, o ambas cosas a la vez. Fue una tarea que se hizo demasiado pesada al final.
"Yo entiendo la dirección musical como un laboratorio en el que un equipo intenta descifrar significados"
P. Ahora la han nombrado directora principal invitada de la Sinfónica de Milán. Le pilla un poco más a mano de su casa en Berlín [risas].
R. Sí, bastante más. No he empezado a trabajar todavía con ella pero estoy muy contenta de que hayan creído tanto en mí, porque yo solo había dado un concierto con esta orquesta.
P. Uno de sus empeños es que la música de Latinoamérica entre poco a poco en los programas de los auditorios y las orquestas europeas. ¿Cree que se va normalizando esa presencia?
R. Va dando sus frutos gracias a este esfuerzo en el que están implicados muchos colegas. La orquestas reconocen ya el repertorio nuestro y van tocándolo, aunque no todavía de manera suficiente. Igual lo pienso de los compositores españoles, para que no solo se conozca a Falla y Turina, sino también a Alberto Posadas, Halffter, Salvador Brotons, David Moliner, Francisco Coll… Debemos seguir perseverando en esta apuesta para ir igualándonos a los países dominadores de la música clásica: Alemania y Austria.