Dorian

Pocos grupos españoles lanzan un disco en medio de la expectación que genera Dorian y lo presentan durante medio año en ciudades que van desde Sevilla o Palencia hasta Puebla, Veracruz y Los ángeles. Han pasado quince años desde que irrumpieran en el panorama nacional y, como ellos mismos cuentan, en aquella España triunfal de finales de milenio y principios de siglo, su pop electrónico cantado en español era una rara avis. A golpe de hit, Dorian conquistó a millones de jóvenes con canciones como A cualquier otra parte o Los amigos que perdí, cuyas letras se han convertido en himnos generacionales. Siempre han ido por libre y al mismo tiempo han tratado de conjugar varios elementos que no son los más habituales en nuestro país: el espíritu independiente y la vocación popular, la voluntad de hacer bailar y entretener pero también de hacer pensar con letras que hablan sobre la realidad social. Nos reunimos con ellos para hablar de su último disco, Justicia Universal, en el que colaboran con Javiera Mena o León Larregui para entregar una nueva ración de buenas canciones. Ya unas estrellas, en su agenda de conciertos veraniegos aún quedan fechas multitudinarias en el Arenal Sound de Burriana (4 de agosto) y el Sonorama de Aranda de Duero (11 de agosto) para conquistar en noviembre las principales ciudades españolas: Madrid (9), Barcelona (23) para terminar el 21 de diciembre en Santander. Hablamos con Marc Gili (cantante y compositor) y Belly Hernández (piano, sintetizadores y voz).



Pregunta.- ¿Tiene sentido hablar de Justicia Universal en tiempos de Trump y del auge de la extrema derecha?

Marc Gili.- Justicia universal es una canción que le da nombre al álbum porque habla precisamente de cómo la sociedad sigue embelesada por los cantos de sirena del consumismo mientras nos aproximamos al cambio climático, que ya es un hecho, y vamos directos a la destrucción del planeta. Habla de cómo miramos hacia otro lado mientras aumenta la brecha entre ricos y pobres. O de la capacidad del ser humano para ignorar los problemas y hacer como que no pasa nada. Nosotros en este disco queríamos hablar del mundo contemporáneo, del ahora. Por ejemplo canciones como Noches blancas plantean el problema de la alienación y la comunicación en las grandes ciudades, de la soledad urbana. En Estados Unidos eso ya es una realidad terrible y viendo que siempre van con quince años por delante, parece que todos vamos para allá.



P.- ¿Es este un disco que releja esa liquidez del mundo contemporánea de la que habla Bauman?

M. G.- El álbum está atravesado por un cierto desasosiego, y esto es muy Bauman también. Está la idea de la fragilidad de saber que el cielo en la tierra no existe ni va a existir allí arriba tampoco. Ese vacío ya está en nuestro ADN y ante eso el hedonismo y el consumismo son malos remedios. La superficialidad de las relaciones humanas a las que llegamos por internet o en el trato diario, no es casual que esté teniendo lugar en un mundo sin Dios.

Belly Hernández.- Marc es el jefe conceptual del disco. A mí lo que me gusta es que siempre son letras aparentemente sencillas pero encierran mensajes muy hermosos.



P.- Ya hablabais de política a principios de siglo cuando estaba mal visto y ahora lo hace todo el mundo. ¿Sentís que el tiempo os ha ido dando la razón?

B.H.- Era una época de bonanza. Ha sido cuando la gente se ha visto con el agua al cuello cuando se ha visto casi obligada a interesarse por la política. Recuerdo que cuando empezamos nos entrevistaron en un reportaje precisamente para hablar sobre por qué los jóvenes no se interesaban por la política. Hoy eso ha cambiado mucho.

M.G.- Fuimos más conscientes del mal que se avecinaba. De alguna manera este álbum está poblado por una auténtica galería de inadaptados y eso refleja lo que es el espíritu de Dorian. Queremos hablarles a las personas que nunca han formado parte del rebaño de los ganadores, de esos que hacen lo que se supone que tienes que hacer con tu vida en cada momento. Ahora es un momento en el que estar en el bando de los ovejas negras ya no es tan malo. Todo el mundo se ha dado cuenta de que el suelo tiembla bajo los pies y la gente ya duda de todo.



P.- Esto suena muy intelectual para un grupo que es muy conocido por esos hits que enganchan como una lapa. ¿Lo vuestro son las canciones?

M.G.- Tenemos la suerte de tener varias canciones que han calado: A cualquier otra parte, Los amigos que perdí, La tormenta de arena... Para ser un grupo que nunca ha estado en una multinacional y nos lo hemos comido nosotros, estamos bastante orgullosos.

B.H. - Son además canciones de diferentes épocas y eso es muy positivo. En todos los discos surge alguna que de repente se convierte en un gran éxito y va sumando con las otras.



P.- ¿Es más difícil para un grupo pop que canta en castellano que para otro que lo hace en inglés?

M.G.- La gran paradoja es que cantas en inglés para triunfar en el mundo entero y al final no sales de tu barrio. A nosotros nos costó mucho que nos dieran nuestro primer contrato discográfico, como cuatro o cinco años, porque en ese momento estábamos totalmente a la contra de lo que era la escena independiente de entonces. Sobre todo lo que había eran muchas bandas de indie rock que cantaban en inglés y nosotros hacíamos electrónica cantando en español. Nos sentíamos un poco desplazados dentro de ese panorama. Curiosamente a lo largo de los años la tendencia se comenzó a parecer a lo que estábamos haciendo nosotros y gracias a eso el grupo empezó a emerger pero siempre tuvimos muy claro que queríamos expresarnos en español porque para empezar es un idioma que compartimos con 500 millones de personas. No estamos hablando de un idioma de una ex república soviética que hablen cuatro gatos. Y es una lengua hermosísima con la que siempre nos hemos sentido cómodos.

B.H.- Cuando nosotros surgimos en la escena independiente se cantaba en inglés. Después muchos grupos cambiaron.



P.- ¿Se interpretaba que la música en español estaba identificada con lo comercial o monótono?

M.G.- En los 90 se hizo mala música en español y al principio de milenio los grupos con ínfulas cantaban en inglés. Es la época de la canción romántica y el pachangueo comercial en la que entra un elemento devastador para la música española que fue Operación Triunfo, un programa de entretenimiento que no tiene nada que ver con la música. Y ahí es donde se acaba de pervertir lo que es la música en español que se proyecta tanto al extranjero como en el país. Nosotros teníamos otros referentes: Radio Futura, Nacha Pop, Parálisis Permanente... Lo que queríamos era llevar esos referentes a la electrónica del momento porque queríamos actualizar ese discurso. Nuestras referencias estaban en la Nueva Ola madrileña, no en el extranjero.



P.- El auge del trap está visibilizando una cosa importante: hay una escena underground más grande de lo que se cree de la que vosotros siempre habéis formado parte, ¿no?

M.G.- En estos momentos hay bandas procedentes de la escena independiente española que venden muchas más entradas de conciertos que muchos artistas que están en la tele todo el día. Parece que a los grupos que salen en los grandes medios no les importa lo que pasa. Desde 2008 hemos asistido a un desmantelamiento total del Estado del bienestar. Para muchos jóvenes ser mileurista hoy es un lujo porque no llegan ni a los 600 euros. Es una destrucción de los derechos y expectativas de la gente. En cambio, si tú ves los Instagram de la gente parece que a todo el mundo le va de puta madre. Cada vez más vemos dos realidades, la representada y la real, en todos los ámbitos.



P.- ¿Por qué os mostráis tan críticos con la tecnología en vuestras canciones?

M.G.-: Hay una especie de anestesia general a través de la tecnología. ¿Qué hay que hacer hoy para sacudir la conciencia de la gente joven? Nos hemos acostumbrado a un falso bienestar y cuando un montón de señores se forran mientras los demás se matan a trabajar por dos duros resulta que nadie se mueve. ¿Por qué se produce esta docilidad?



P.- Vais a dar tantos conciertos en España como en Latinoamérica. ¿Cómo es vuesta relación con el continente?

M.G.- En la historia de Dorian hay tres momentos muy importantes. Uno es la fundación del grupo en Barcelona que no se explica sin la escena electrónica e indie de finales 90 y principios 2000 de la ciudad. El otro es cuando nos trasladamos a Madrid y surgen canciones como A cualquier otra parte y en tercer lugar está el salto a América Latina. Cuando nosotros comenzamos a ir a México prácticamente ningún grupo independiente se aventuraba a ir por allí. Comenzamos a sentirnos cómodos, empezamos por México y después seguimos por países como Colombia, Perú o Chile. Este año por primera vez publicamos el disco en toda Latinoamérica y Estados Unidos. América del Sur nos puso mucho las pilas cuando comenzamos a girar por allí y nos ha cambiado como personas y como músicos. Eso se refleja en las letras en canciones como El temblor o Lllévame en este último disco. Nos han enseñado mucho nuestros primitos de allí.



@juansarda