Image: Ángel Gutiérrez: “Me gustaría quedarme, pero en Rusia me quieren y me respetan”

Image: Ángel Gutiérrez: “Me gustaría quedarme, pero en Rusia me quieren y me respetan”

Escenarios

Ángel Gutiérrez: “Me gustaría quedarme, pero en Rusia me quieren y me respetan”

El creador del Teatro de Cámara Chéjov presenta El jardín de los cerezos en el Nuevo Alcalá | Ante la precariedad de su compañía, se plantea volver al país que le hizo amar el teatro

8 mayo, 2014 02:00

Ángel Gutiérrez ensayando con su Teatro de Cámara Chéjov.

Hace 40 años que Ángel Gutiérrez regresó a España y este viejo niño de la guerra, exiliado durante otros 40 en la URSS, los ha dedicado a construir un puente sólido entre nuestra escena y el teatro ruso. Esta impagable y discreta labor la ha realizado durante más de tres décadas desde su Teatro de Cámara Chéjov y por ella fue condecorado con la Orden de la Amistad rusa en 2008 y el Premio a la Tolerancia de la Comunidad de Madrid en 2010. Un año después, esa misma Comunidad le retiró la mitad de la ayuda económica que le brindaba y, tras perder su pequeño "templo" en Madrid, la compañía está al borde de la desaparición. La UNIR se apiadó entonces de Gutiérrez financiando la producción de varios montajes, explica el director. Desde hoy hasta el domingo, el Teatro Nuevo Alcalá estrena el último de ellos, El jardín de los cerezos, una de las obras cumbre del genio que da nombre a la compañía. Después de estos cuatro bolos, la incertidumbre más absoluta se abre bajo los pies del director. "Aún me quedan ganas para hacer muchas cosas y me gustaría hacerlas aquí, pero no descarto volver a Rusia. Allí me quieren y me respetan".

Gutiérrez se siente tan ruso como español. "En el país del frío descubrí el amor". Se refiere, sobre todo, al de sus maestros, que le pulieron su talento innato para las artes. Nada más llegar al internado de Leningrado en el que fue acogido junto a otros hijos de republicanos españoles, las autoridades rusas descubrieron sus aptitudes para la música y la pintura y sufragaron sus estudios. Esta versatilidad le ha sido muy útil en su carrera teatral. De hecho, se dedicó a las artes escénicas para no tener que renunciar a ninguna. En este montaje de El jardín de los cerezos, Gutiérrez es responsable de la dirección, la traducción, la adaptación, el diseño de la escenografía, del vestuario y de la iluminación, de la música y del espacio sonoro.

Gutiérrez estudió dirección escénica en la Academia Estatal de Arte Teatral de Moscú, Allí fue catedrático de interpretación y dirección durante 18 años y dirigió más de 40 espectáculos en distintos teatros del país. Sus profesores fueron alumnos de Stanislavski, y cuando regresó a España, Gutiérrez importó su famoso método interpretativo, o más bien corrigió -afirma- la visión errónea que aquí se tenía de él.

El amor del director por el teatro de Chéjov comenzó durante su infancia en Rusia. "Trabajábamos en los koljoses, serrando bosques para ayudar a la victoria, y leíamos mucho. Lo primero que leí de Chéjov fue Kashtanka, un relato sobre un perrito que se pierde. En ese momento me enamoré del autor y empecé a leerlo con entusiasmo y se convirtió en un ídolo y un maestro para mí", recuerda.

"Lo que más admiro de Chéjov es su amor por la verdad, por vencer obstáculos, trabajó como médico y construyó hospitales y bibliotecas... Su teatro es cósmico, real e irreal a un tiempo, nos traslada al pasado y al futuro. Sus historias son pretextos para hablar de los problemas eternos del hombre", destaca Gutiérrez, que ha estudiado y escrito mucho sobre el dramaturgo ruso.

Chéjov escribió El jardín de los cerezos poco antes de su muerte, con 44 años. El punto de partida de la obra son los problemas financieros de una familia aristocrática rusa, que se ve obligada a convertir su hacienda en un centro vacacional para evitar perderla. En un momento de la obra aparece un elemento misterioso: un lamento estremecedor y lejano, un gemido que hiela la sangre a todos los personajes presentes en escena y que se repite a lo largo de la obra. Nadie ha podido determinar, en más de 100 años, qué significa ese sonido exactamente. ¿Dolor? ¿Desesperación? ¿Vacío existencial? "Cuando los actores preguntaban a Chéjov durante los ensayos qué significaba aquel sonido, él callaba tercamente", explica Gutiérrez. Durante cuatro días, el público madrileño tiene la oportunidad de descifrar el misterio.