Amestoy o la rabiosa actualidad
Estrena en Madrid La última cena
23 abril, 2010 02:00Bruno Lastra en la obra
En la Guindalera de Madrid se representa La última cena, texto sobre el terrorismo vasco de Ignacio Amestoy. La protagonizan Bruno Lastra y José Maya.
Amestoy ha alcanzado un grado de madurez escénica que le permite afrontar los temas más abruptos. Nunca ha eludido cuestiones espinosas, esas que en periodismo, y Amestoy es maestro de periodistas, llamamos "candentes y rabiosas". O sea que quema y encabrona: la lucha armada, las ekinzsas como quimérica expresión política, el adiós a las armas no menos quimérico, la amenaza de una muerte por cáncer, por pistola o por melancolía. Y una reflexión sobre la muerte. Toda muerte, incluida la que llamamos normal, es violenta, una agresión contra los hombres; un fracaso de la divinidad. Y otra agresión: el fracaso del diálogo, un hijo activista de las bombas y un padre liberal, activista del pensamiento.
Amestoy maneja los resortes emocionales e intelectuales de una sociedad fragmentada porque, como vasco, conoce los campos de minas sembradas por dos ideas nacionales incompatibles sobre el terreno: el sentimiento español y el sentimiento euskárico. Tras unas peripecias de salud felizmente recompuesta, Ignacio Amestoy se reconoce "más relativista, más hondo en las reflexiones y más firmemente enraizado en la aventura dramática". Eso tiene el dolor y las adversidades; actúan como crisol de la bondad y de la capacidad de creación. Alguien dijo que las adversidades pueden convertir al hombre en un hijoputa o en un ser noble. Se podría decir que eso es aplicable a la escritura: la amenaza te devasta o te hace más clarividente.
Directores miopes.
A Ignacio Amestoy, mientras contempla y supervisa en La Guindalera el último ensayo de la obra, se le nota una plenitud sin devastaciones. El autor forma parte de ese grupo escogido de dramaturgos españoles mucho más numeroso y rico de lo que la miopía de los directores y empresarios creen. Conocida mi poca afición al patriotismo artístico, y de los otros, siempre defenderé que en España hay autores y que si no estrenan obras de este tiempo, es porque a las empresas les falta capacidad de riesgo y a muchos directores y escenógrafos, no a todos, imaginación para superar el realismo de fondo inherente a ese teatro. Actualidad tiene La última cena, dirigida por Juan Pastor e interpretada por José Maya (Iñigo, el padre) y Bruno Lastra (Xavier, el hijo).
Amestoy estrena en una sala como La Guindalera, de pequeño aforo; lo que quiere decir que, incluso poniendo el cartel de no hay billetes, como le ocurre casi siempre a Juan Pastor, 70 espectadores no dan para vivir. Han desaparecido las ayudas institucionales a estas salas -y a revistas como Primer Acto- mientras se derrochan miles y miles de euros en otras empresas, importantísimas sin duda. Pero los recaudadores y los dispensadores de dádivas oficiales debieran repartir mejor, digo yo. Si un día desaparecieran revistas como Primer Acto o salas como las citadas, sería el mal síntoma de una sociedad enferma. Y más enfermos, todavía, sus gestores. ¿Estará condenada La ultima cena a ese público minoritario o hallará una sala más rentable? Nunca se sabe. Pero el conflicto envenenado, la convulsión del terrorismo que desquicia a la sociedad española es algo que debieran ver todos aquellos interesados por el teatro y el mundo en que vivimos.