Autor de algunas de las películas españolas más importantes del siglo XX, Jaime Chávarri (Madrid, 1943) estrena la que él mismo cree que será su “última película”. Dieciocho años después de Camarón (2005), biopic del cantaor flamenco, aterriza con La manzana de oro, adaptación muy libre de la novela Ávidas pretensiones de Fernando Aramburu. Protagonizada por Sergi López, Marta Nieto, Adrián Lastra o Vicky Peña, cuenta en tono de comedia (con punto dramático) la reunión durante tres días de unos poetas ansiosos de reconocimiento que luchan por la “manzana de oro” del título, galardón concedido al que escriba la mejor poesía.
Dice Chávarri que tiene la impresión de que al escritor vasco “no le gustan mucho los poetas” y en su versión los personajes tienen un arco dramático más amplio que los lleva a no acabar como han comenzado la película. Chávarri también ha querido hacer un retrato de distintas generaciones y si en el original eran cincuentones, aquí vemos desde un joven rapero (los poetas contemporáneos para el director) a un tipo (Celso Bugallo) que cumple cien años y labró su fama como bardo “antifranquista”.
Hombre cordial, hablador y de una falta de pedantería desarmante, Chávarri vive en pleno barrio de Malasaña en una casa llena de libros y Blue-Rays, entregado en los últimos años a la enseñanza, que considera una pasión tan grande como la propia de dirigir. Considera que El desencanto (1976), retrato crudo y sensible de la familia Panero y del propio canto del cisne del franquismo, y Las cosas del querer (1989), su película sobre la copla en plena posguerra, son sus mejores títulos. Su mayor éxito comercial fue Las bicicletas son para el verano (1983), adaptación de una obra de Fernando Fernán Gómez en la que vemos los estragos de la guerra civil. En su haber otros títulos como Bearn o la sala de muñecas (1982), Gran slalom (1996) o Besos para todos (2000).
Pregunta. ¿Por qué ha estado dieciocho años sin dirigir una película?
Respuesta. Porque no tenía nada que hacer. No había una película que me apeteciera y me tentara. Hace años descubrí la vocación de la enseñanza y ahí sigo dando clases. Ahora estoy solamente en la ECAM pero he pasado por muchas escuelas y talleres en España y en Latinoamérica. Hay una continuidad. Primero hacía películas y daba clases y luego me dejó de apetecer dirigir.
P. ¿Cómo se produce el regreso?
R. El productor me dijo que quería una película diferente, eso me gustó. Me dan el libro y es un libro sobre gente que escribe. Me animó mucho el tema, encontrar un proyecto en el cual puedes hablar un poco de la relación de la gente con su trabajo cuando no es cotidiano, de oficina. Es una comedia con tono ligero sobre la profesión creativa. ¿Para qué hago esto? ¿Lo que cuenta es mi vanidad? ¿Llegar a emocionar a otra persona? Nunca tienes oportunidad de hablar sobre ese tema.
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P. ¿Ha cambiado mucho el libro?
R. Me dijeron que tenía libertad absoluta. El centro es el mismo, una reunión de poetas durante tres días. Mantengo algunos personajes del libro y otros nos los inventamos. Aramburu retrataba a una generación de cincuentones y yo quería cuatro generaciones distintas para hacer un recorrido de la poesía. Luego el libro era más farsa, estaba muy bien y aprendías mucho de las relaciones de los poetas, eran más brutos, mas competitivos. Y luego una cosa que si quería meter es la poesía, porque no estaba en el libro, era la profesión de los personas y deducías de una manera indirecta que los poetas no le gustaban mucho.
P. ¿Es inevitable la vanidad en el artista?
R. Todos los que nos dedicamos a esto, cine teatro, música,.. caemos en eso, unos más que otros pero el ego cuenta mucho. Quien diga lo contrario miente. Lo vemos en ese poeta ciego al que pone más nervioso que su pareja escriba que le ponga los cuernos. Y luego vemos el personaje de Sergi López, que ha sido el mejor poeta de su generación y no puede seguir escribiendo. Eso es una cosa muy dura que le puede pasar a un artista.
"Puedes ser el poeta más conocido de tu generación y no ganar ni para comer"
P. ¿Por qué acaban mal muchos más artistas que abogados o dentistas?
R. Es una profesión en sí insegura, en el caso de los poetas encima es que no hay dinero de por medio. Puedes ser el poeta más conocido de tu generación y no hay esa parte económica. Es muy bueno pero no gana ni para comer. Yo creo que eso debe ser muy duro. No se habla de ello en la película, pero cuando vuelven a sus vidas normales se van a una oficina, vemos tres días de libertad que tienen como poetas.
P. ¿Quería celebrar la sensualidad y el deseo con esas escenas de seducción?
R. Seguramente es la última película que hago y yo también quería que fuera una celebración del deseo porque aunque uno sea mayor recuerda qué era aquello del deseo. Soy admirador de Jean Renoir y quería una escena en la que simplemente se miraran y se desearan. Echo mucho de menos que cuando se refleja el sexo en el cine se pase por la etapa del deseo, porque se va a la cama directamente.
P. ¿Ve la película como una tragicomedia?
R. Hay un momento dramático en toda la película y está llevado a la comedia porque la monja hace un chiste. No concibo el humor sin un contraste porque entonces se convierte en una película de risa, me gusta que el humor salga de los personajes y no de los chistes.
P. ¿Quiere reivindicar el valor de la poesía?
R. Yo creo que la poesía es el primer medio por el cual el ser humano describe que le pueden contar cosas que son mentira pero transmiten una verdad. De allí viene la literatura. La Ilíada surge del recitado. En la tradición india es aún más fantástico porque en La Ilíada había existido esa guerra. Con esas epopeyas cuentan un mundo imaginario que se mantuvo durante miles de años. Hay mucha fuerza en eso y sigue vivo a través del rap.
"Algunos raperos son una continuación de la poesía antifranquista, la canción de protesta"
P. ¿Le gusta el rap?
Algunos raperos son una continuación de la poesía antifranquista, la canción de protesta. Es una cosa del barrio que también puede ser sentimental. Es una vuelta a una visión primitiva de reflejar para los otros el sentimiento que tiene cada uno. Vuelve la palabra recitada con música como hacían en la antigüedad para dar ritmo a esos textos. Escuché en una mezquita recitar El Corán, en serio, y se te ponían los pelos de punta.
P. Ha dicho que es su última película, ¿no quería despedirse con algo trascendente y solemne?
R. Sería lógico que fuera la última pero si no lo es tampoco pasa nada. Cuando tienes ochenta años sabes que puede ser la última pero la solemnidad nunca ha sido lo mío. No es testamentaria, es una película hecha como se hace el cine, para entretener a la gente, interesarle y tenerle enganchado dos horas.
P. Vemos una guerra entre los poetas más y menos exitosos. ¿La envida es el lado oscuro del éxito?
R. España tiene fama de ser un país muy envidioso. No lo sé, he trabajado siempre al margen de lo que es competir, quizá por miedo. Cuando eres consciente de que eres mediocre y estás viendo a una persona que ha sido estupenda y ahora es tan mediocre como tú, hay ese momento de triunfo, ya estamos a la misma altura. En la novela los personajes empezaban de una manera y acababan igual. Yo quería que después de los tres dias nadie se fuera como había venido. Hay también una continua influencia de unos sobre otros.
"He trabajado siempre al margen de lo que es competir, quizá por miedo"
P. ¿Sigue el cine moderno?
R. En cada curso les pido a los alumnos una lista de películas modernas y trato de ver todas las que puedo para luego comentarlas. A los estudiantes de ahora les gusta mucho también el cine clásico, cosa que antes no pasaba, y también el teatro. Hay un cambio tremendo.
Esto tambien es influencia de la incorporación de las chicas, antes había pocas, ahora hay más y muchas veces son las mejores. Traen un mundo que no es que sea más femenino pero sí es más sensible de una manera inteligente. Eso también hace que los chicos pierdan el miedo a la sensibilidad. Los hombres solemos estar demasiado pendientes de lo que piensen de nosotros. Al principio ningún alumno hacía practicas sobre nada que tuviera que ver con su vida. Hacían prácticas de samuráis. Historias ajenas, púdicas y ocultando sus sentimientos. Eso ha cambiado.
P. ¿Ve la España de hoy mucho mejor que la franquista?
R. Es que es de broma quien diga que es peor. Es mucho mejor pero los cambios son paulatinos y hay cosas negativas. Hay en muchos sentidos una mediocridad, es muy difícil salir adelante… incluso a través de la prensa y la televisión, hay muchas verdades absolutas que son todo mentiras. Sigue siendo un mar difícil de manejar. Me gustaría leer algo sobre moda y política, se crea una moda alrededor que lo deforma y lo pervierte. Pero de dónde surge sigue siendo importante. Se crea esa moda de una manera artificial de un tema que es completamente serio.
"Ahora hay más chicas en el cine y muchas veces son las mejores"
P. ¿Cuál es su cine preferido?
R. Yo necesito un tiempo para decir que una película me ha gustado porque son las que me han dejado poso. Las que me gustan de verdad me han seguido gustando a los 12 años y a los cincuenta. Muchas otras me gustaron y luego me dejaron de gustar. El poso es lo importante, no la impresión que te deja en el momento que la ves. Con suerte sabré dentro de diez años que películas ahora me gustan. Hay un cine y literatura clásicos con un poso muy claro.
El cine español me gusta muchísimo, hay varias que son de las que me gustan, Arrebato, El espíritu de la colmena, Canciones para después de una guerra, Plácido… No son tan antiguas. Sin embargo están en primer término de las películas que más me gustan. Hay un cine español popular sin pretensiones, costumbrista, que es muy especial y también me gusta mucho. La España de los años 50 la ves en La gran familia o Las chicas de la Cruz Roja. El cine de ahora está dentro de un género, y ves poco el país. También es verdad que la vida en España ahora es menos diferente que otros sitios que en los años 50. Las películas de Fernán Gómez son fantásticas.
P. ¿Cuál es su película propia preferida?
R. Si hay alguna que me disguste menos, acaso. El desencanto y Las cosas del querer. Me parece increíble que las dos películas las haya hecho la misma persona. Yo no quería hacer cine sino películas y lo más distintas posibles entre ellas. En cierta medida, eso lo he logrado. Howard Hawks me gusta mucho. Nunca empezó pensando que era un autor. Es el tipo de autoría que me puede gustar, no la buscada por el sujeto sino la deducida por los demás. Pero nunca me he interesado ser un autor porque me parece que es encerrarte en ti mismo. Almodóvar, por ejemplo, ha sabido salirse del mundo que ha creado.
Las cosas del querer, por su parte, es una película de culto casi. Mucha gente me la agradece y me dice que la ayudó a salir del armario, eso me emociona muchísimo. Y eso que le dan una paliza al personaje homosexual. A mí me gustaba el flamenco pero la copla no me interesaba. Un señor una vez me dijo que la copla era el único lugar en el que se hablaba del deseo de la mujer. Oyes Ojos verdes y se expresa el deseo de la mujer hacia el hombre. En el franquismo las mujeres no tenían deseos. Una mujer era como tu madre o tu hermana. En la copla se ve esa vulnerabilidad. Solo está en la copla.
“Nunca quise ser un autor, eso es encerrarte en ti mismo”
P. ¿Cómo ve ahora El desencanto?
R. El desencanto en Barcelona estuvo más de un año. Me sorprende porque les gusta mucho a los chavales de veinte. Y siempre les ha gustado a los chavales de veinte. Las películas se olvidan y que 50 años después siga viva para los jóvenes es maravilloso. Seguramente es una película triste. Hay algo de esa tristeza del franquismo, de un franquismo seguro de sí mismo que no se ha dado cuenta de lo triste que era. He conocido a gente franquista a la que les parece que los Panero son la familia ejemplar. Cada uno hace la lectura de quién es. Yo hice la película por Felicidad. Por esos tres zánganos no la hubiera hecho. Bueno, por Leopoldo sí la hubiera hecho. Ella revivió con la película y eso fue muy bonito.
P. ¿Se relaciona mucho con la gente del cine o prefiere otros ámbitos?
R. Me relaciono muy poco con la gente en general. Soy evidentemente solitario, me gusta mucho la gente pero más las personas. No me gustan las pandillas. Desde el colegio que soy así.