Los cineastas Alauda Ruiz de Azúa (Barakaldo, 1978) y Rodrigo Sorogoyen (Madrid, 1981) estudiaron en la Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid (ECAM). Todo apunta a que llegaron a coincidir en algún curso, pero ninguno de ellos tiene conciencia de haberse cruzado con el otro siquiera en los pasillos. Sorogoyen, historiador de formación, nunca se imaginó haciendo otra cosa que no fuera cine; Ruiz de Azúa, licenciada en Filología inglesa, tampoco se vio nunca ejerciendo como filóloga. Sus nombres hoy forman parte, junto a otros autores de éxito, del gran momento que atraviesa el cine español.
Ruiz de Azúa debutaba en 2022 con Cinco lobitos, que en marzo se presentó en la sección Panorama de la Berlinale con una gran ovación y se alzó con la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga. “Es un guion que nadie produciría porque todo sale bien”, bromeó la directora en la primera sesión del año de Los martes de El Cultural. El director de la revista, Manuel Hidalgo, condujo el encuentro, tal y como hiciera en las sesiones anteriores del ciclo que, una vez al mes, reúne a los creadores más interesantes en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
As bestas, de Sorogoyen, recibió el Premio del Público y fue reconocida como Mejor Film Europeo en San Sebastián antes de lograr 17 nominaciones a los Goya, que se celebrarán en Sevilla exactamente un mes después de la publicación de esta crónica. Tanto Cinco lobitos como As bestas aspiran a alzarse con el premio a la mejor película.
[Los martes de El Cultural: Alauda Ruiz de Azúa y Rodrigo Sorogoyen en el Círculo de Bellas Artes]
Volviendo a sus años en la ECAM, Ruiz de Azúa y Sorogoyen recordaron este martes que lo mejor de aquella etapa no fueron las clases, sino los contactos con los compañeros: Ruiz de Azúa conoció a la montadora de Cinco lobitos precisamente allí y Sorogoyen fundó en 2010 la productora Caballo Films junto a tres compañeros de la ECAM. También fueron determinantes las conversaciones sobre cine. “No te pueden enseñar a ser director”, asegura la realizadora, aunque reconoce que gracias al visionado de películas como Mi vida sin mí (Isabel Coixet, 2003) comprendió que “se podían hacer las cosas de otra manera”.
Para Sorogoyen, “Alejandro Amenábar fue una revolución”, si bien recuerda las referencias de Pedro Almodóvar, Álex de la Iglesia o Juanma Bajo Ulloa. Julio Medem, por su parte, fue una figura citada por ambos. El director de El reino y Que Dios nos perdone considera que la nueva ola de nuestro cine, que Hidalgo calificó como “histórica”, se integra en “una misma generación”.
Tal vez por ello existen concomitancias en la elección de las temáticas, donde Ruiz de Azúa reconoce un “salto generacional” que parte de la “revisitación del realismo”. Ahora bien, "el cambio de sensibilidad en los temas tiene poco que ver con ser mujer", consideró la directora de Cinco lobitos, que celebró que cuestiones como "la vulnerabilidad" o "los cuidados" se hayan convertido en "asuntos universales".
Pese a que Cinco lobitos y As bestas son películas con estéticas, intenciones y lenguajes muy distintos, en las dos historias subyace un interés crucial por las vicisitudes personales que impulsan las tramas. As bestas es un thriller, concedió Sorogoyen, pero “lo que nos interesan son los seres humanos de esas películas”. El director activa esas latencias en un guion compartido con su inseparable Isabel Peña, que lo acompaña desde el inicio de su carrera.
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Cinco lobitos, un delicioso drama que se ocupa de la maternidad y los afectos familiares, tiene como única guionista a su directora, que paradójicamente en la ECAM estudió en la rama de dirección. A Ruiz de Azúa le gustaría escribir a cuatro manos, aunque por el momento “lo veo difícil”, dice. Y añade: “Si no va a ser la pareja ideal, mejor hacerlo sola”.
El encuentro, que transcurrió ameno y, a ratos, resultó muy divertido, alcanzó los mejores momentos cuando los cineastas charlaron sobre la dirección de actores. “No creo que haya mejor actor o mejor actriz”, consideraba Sorogoyen. Lo importante era la “comunicación”. Ruiz de Azúa recuerda que en el casting de Cinco lobitos “no elegíamos a los protagonistas de una películas, sino a una familia”.
La importancia de la coralidad en su película interesó a Sorogoyen, que le preguntó por los tiempos de ensayos. Tres semanas de ensayos por grupos y lecturas del guion con cada uno de los actores, que leían solo su parte, fue el método para encarar el rodaje de Cinco lobitos. Lo más interesante de esta actividad es que "siempre salen cosas nuevas de ahí", coincidieron.
Sorogoyen fue interpelado por Hidalgo a propósito de un plano de 10 minutos en el que dos de los protagonistas mantienen un intenso cara a cara. Más allá de las virtudes formales, el director de El Cultural subrayó el equilibrio que en la secuencia mantienen los personajes, cuyas razones se confrontan a la misma altura, "algo que rara vez ocurre en el cine español". El director de As bestas arguyó que "lo importante de esa escena era el ritmo" y, aunque su método pasa por ensayar una escena cuando el rodaje de la misma está cerca, en este caso hubo que comenzar mucho antes. Cinco intentos y dos tomas completas. Se quedó la tercera.
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En cuanto a los resultados económicos, el mismo Sorogoyen aseguró que normalmente espera "poco del público". Incluso "creía estar abocado a que mis películas no las viera mucha gente", dijo. Por fortuna, la tendencia cambió con el éxito de As bestas en taquilla. Sin embargo, tanto el director de Stockholm como Ruiz de Azúa dieron cuenta de la indeterminación en los datos que supuestamente revelan el número de espectadores en plataformas. "Te lo tienes que creer", vino a decir Sorogoyen.
Los cineastas, que protagonizaron la sesión más concurrida en Los martes de El Cultural —la sala Ramón Gómez de la Serna estuvo repleta de gente de todas las edades—, reconocieron el entusiasmo generado en torno al cine español en los últimos meses, aunque no habían reparado, como sí lo hizo Hidalgo, en que la corriente venía impulsada por un apoyo casi unánime de la crítica especializada. Lo admitieron, claro, y lo celebraron. Lo que no tiene tan claro Sorogoyen es que esa euforia se traslade a la gran fiesta del cine español.