Hirokazu Kore-eda durante el rodaje de Nuestra hermana pequeña

El director japonés estrena Nuestra hermana pequeña, un melodrama familiar que habla de la necesidad de perpetuar los legados y tradiciones y de las oportunidades para cicatrizar ausencias.

Hirokazu Kore-eda (Tokio, 1962) se ha labrado un sólido prestigio en los cines españoles acompañado del favor del público. Sus filmes, pequeñas historias muchas veces con trasfondo familiar, seducen por su capacidad para contar historias íntimas y reconocibles en las que el cineasta ahonda en las contradicciones y anhelos más íntimos de sus personajes. Películas como Nadie sabe (2004), Still walking (2008) o las recientes Milagro (2011) y De tal padre tal hijo (2013) que culminan con uno de sus mejores filmes, Nuestra hermana pequeña (2015), donde retrata el paisaje familiar de tres hermanas adultas que acogen en casa a la hermanastra de 13 años cuando el padre muere. Hija de la mujer por la que el fallecido abandonó a la madre de las demás, el cineasta japonés refleja con hondura los prejuicios y traumas que deben superar las cuatro chicas para construir una nueva familia. Un filme con protagonistas femeninas de una sutilidad extrema donde es más evidente que nunca la huella del maestro Ozu.



Pregunta.- La idea de la orfandad sigue muy presente en su cine. ¿Ha comenzado a creer en los finales felices?

Respuesta.- No tuve una infancia fácil y de pequeño conocí esa sensación de abandono. En esta película, el hecho de que ellas logren crear un nuevo vínculo familiar es algo que me afecta y me conmueve. Desde que leí el manga en el que está basado la película me di cuenta de que me hablaba de una manera muy especial. Por otra parte, en los últimos años he perdido a mi padre y lo he sido yo. Todo eso me ha influido.



P.- Ese padre ausente sigue marcando su cine. ¿Ha cambiado la muerte del suyo si punto de vista?

R.- No sólo murió mi padre, también mi madre. De niño no me abandonaron pero mi padre no estaba mucho por casa. Siempre tuvo trabajos muy precarios y lo paso muy mal en la guerra. Con los años le he entendido mejor. Creo que esta película no está contada desde el punto de vista de las chicas sino de ese padre. Es como si pudiera ver lo que sucede después de su muerte.



P.- ¿Tiene la bondad la capacidad de salvarnos?

R.- Cuando mi padre desapareció sentí un gran vacío y ese vacío no desapareció hasta que nació mi hija. De esta manera, se produce un relevo a una nueva generación. Nuestros padres nos dejan una gran herencia que puede ser negativa o positiva. Nuestro trabajo es que con las nuevas generaciones seamos capaces de transmitir ese legado pero tambien de superarlo. Esas hermanas logran honrar la memoria de su padre y al mismo tiempo superar viejas situaciones y eso es lo hermoso de esta película.



El elenco de actrices protagonistas de Nuestra hermana pequeña

P.- Se habla mucho de la influencia de Ozu en este filme. Lo más llamativo es que después de varios personajes femeninos aquí si se mete de lleno en el mundo femenino.

R.- Toda mi carrera me han dicho que me inspiro en Ozu y nunca lo he visto tan claro. En esta película por primera vez sí soy plenamente consciente de esa influencia y es por esa presencia femenina. De todos modos, lo que me atrajo de la historia no es que este protagonizada por mujeres sino que hable de la aceptación. La hermana mayor aprende a ver otra casa del padre que odia porque se ha sentido abandonada y la pequeña a asumir su propia existencia.



P.- ¿Se define como un director humanista?

R.- No lo se. Si humanista significa que hago cine porque me interesan las personas, sí, soy humanista. Pero nunca me han gustado los -ismos. Quiero hablar de sentimientos, de lo que les pasa a las personas.