Dos superhéroes que representan dos visiones de la justicia y dividen a la humanidad
Warner tira la casa por la ventana para reunir en la pantalla a los dos superhéroes más icónicos de todos los tiempos en Batman v. Superman: El amanecer de la Justicia.
Estamos en un Estados Unidos ficticio dominado por sus dos grandes ciudades, Gotham, hogar de Batman, y Metrópolis, de Superman. La película parece pasar por alto las anteriores sobre Batman dirigidas por Christopher Nolan (aunque su huella sea muy visible) y se plantea como una secuela de la resurrección de El hombre de acero (2013), cuyo director (Zack Snyder) repite aquí como maestro de funciones. Para los desmemoriados, o quienes aun no la hayan visto, El hombre de acero terminaba con una pelea a muerte entre Superman y el malvado General Zod, eterno enemigo acérrimo del superhéroe desde los tiempos de Krypton.
En esta secuela, volvemos atrás para ver aquella pelea desde un punto de vista totalmente distinto. En las películas de Hollywood solemos ver cómo ciudades enteras quedan arrasadas pero esa tragedia humana queda enmascarada por la espectacularidad de la secuencia. Aquí Snyder nos propone que veamos las consecuencias de esa destrucción y convierte a las victimas de la pelea entre Superman y Zod en una especie de remedo de los damnificados por el 11S (las imágenes le rinden evidente homenaje).
Y aquí comienza la confusión. Por una parte, Snyder ha querido realizar una película para fans de los cómics, explotando y celebrando los clichés y las rutinas de sus dos personajes más conocidos. Batman v Superman es rizar el rizo y tiene en sí mismo algo de kitsch e incluso de broma para adeptos. Son además dos mundos tan distintos (el Gotham oscuro y la ambigüedad moral de Bruce Wayne, el millonario que lo encarna, frente a la ingenuidad buenista de Clark Kent/Superman) que existen dos maneras de planteárselo, como una gran fiesta que supere lo inverosímil del planteamiento, celebrando precisamente su inverosimilitud y su condición de artefacto pop; o como una película solemne que dé altura trágica a un choque de tamaño tan épico.
Una escena de Batman v. Superman
El problema es que Snyder quiere hacer las dos cosas a la vez. Y Batman v Superman: El amanecer de la justicia funciona mucho mejor cuando se dedica simplemente a pasárselo bien y a divertirse con su propia premisa de "más grande, imposible" que cuando pretende ser una suerte de Ilíada contemporánea. Es mala idea volver a empezar con la escena del asesinato de los padres de Wayne/Batman porque la hemos visto demasiadas veces y ya cansa y la trama, excesivamente forzada en el tramo final y ya no digamos en el último giro, no logra estar a la altura de los propios grandes dilemas morales que quiere plantear.Es cierto que si el propio Shakespeare tuviera que escribir tragedias sobre estos personajes lo tendría también difícil para que un tipo con calzones como Superman y un señor disfrazado de murciélago logren superar el absurdo de sus propias vestimentas para profundizar en las raíces del poder y la justicia y que nos olvidemos del artificio. Snyder no es Shakespeare y cuando pretende que su película sea algo más de lo que es se le va de las manos. En sus Batman, Nolan quiso hacer una reflexión sobre los límites del Estado de derecho ante una amenaza como el terrorismo. En este filme, Snyder nos quiere habar de eso pero también crear el blockbuster definitivo, una suerte de broma privada compartida por millones de personas para las que el propio enunciado de Batman v Superman esboza una sonrisa porque es colmo del propio "hollywoodismo" o el concepto de secuela llevado hasta su propio paroxismo. Y entre la gran tragedia contemporánea y el artefacto metapop, a Snyder le queda una película entretenida de ver y a la postre, fallida.
@juansarda