Kònic Thtr durante la representación de Before the Beep

Steven Spielberg hizo que el robot David leyera en Inteligencia Artificial Las aventuras de Pinocho, estableciendo así un inevitable paralelismo entre la peripecia del personaje que interpreta Haley Joel Osment con el universal muñeco de Carlo Collodi. Otro cineasta, Stanley Kubrick, plantería en 2001, una odisea en el espacio, entre otras cuestiones filosóficas, la convivencia con la tecnología desde el simio que aprende a usar el hueso de una presa muerta (invocando así al primer cíborg) a la insurrección de HAL 9000, el poderoso supercomputador que manifestaba su miedo a la "muerte" al astronauta Dave Bowman mientras procedía a su desconexión.



Y es que el cine, junto a la literatura de ciencia-ficción (Isaac Asimov o Philip K. Dick, entre otros muchos autores) ha sido uno de los principales medios artísticos de expresión que más se ha ocupado de la Inteligencia Artificial, especialmente a la hora de proponer argumentos, generalmente entre la acción y la reflexión. La saga Blade runner, de Ridley Scott y Denis Villeneuve, Transcendence, de Wally Pfister, Ex Machina, de Alex Garland, y Ghost in the Shell, de Rupert Sanders, son solamente algunos ejemplos recientes. Además, el uso de esta tecnología para el rodaje lo ha empezado a utilizar el director danés Lars von Trier, que acaba de incorporar el sistema Autovisión, una forma de operar con la cámara que le permite controlar el encuadre. "Ya no lo controlo yo, lo hace el ordenador", ha señalado el director de Bailar en la oscuridad.



La Inteligencia Artificial ha estado siempre presente en el mundo de la creación, pero es en estos momentos, con el despegue tecnológico, cuando se ha incorporado como un instrumento de creación de primer orden, esencial para entender algunas propuestas, en las que ya resulta imprescindible su intervención. Es el caso de Pablo Gervás Gómez-Navarro, profesor de la Facultad de Informática e Instituto de Tecnología del Conocimiento de la Complutense de Madrid, que trabaja en modelos computacionales para la creatividad literaria. "A día de hoy -explica a El Cultural- se están explorando soluciones tecnológicas para aprovechar el potencial de la Inteligencia Artificial en procesos de creación que abarcan muchas áreas. Se aplica IA directamente en música, arte, juegos, poesía y narrativa. En muchos casos los resultados son fruto de una simbiosis entre las capacidades del computador y las del hombre que lo utiliza".



Este mismo año, el equipo de Gervás ha participado en el Festival Poetas de Matadero, donde presentó una antología de poemas generada automáticamente entre abril y mayo. "De él era su rostro de la curiosa/Cuello y las palabras se le bajaron./ Pues bien a la cabeza y la miraron. Del dormido niño y la silenciosa". Los versos pertenecen a Tristeza 1, poema realizado a partir de una palabra y generado por el programa SPAR (Small Poem Automatic Rhymer). Otro proyecto en el que trabajó Gervás es en el musical Beyond the Fence, que se realizó conjuntamente con grupos de investigación de varias universidades europeas y en el que utilizaron el programa PropperWryter para desarrollar el argumento de la obra. Para Gervás, el impacto las tecnologías en la creación siempre ha sido muy grande, incluso cuando éstas no eran digitales: "Las digitales tienen la peculiaridad de que sus efectos se multiplican. En nuestro trabajo hemos recurrido a fuentes muy diversas, como los clásicos de la oratoria, la narratología o la psicología. También hemos utilizado trabajos de los pioneros en Inteligencia Artificial que intentaron construir máquinas generadoras de historias en los años sesenta o los realizados por los surrealistas que exploraban posibilidades de construir textos a base de recombinar otros ya existentes". Otro ejemplo en el que las musas hacen de intermediarias con la tecnología son estos versos de Otoño de lluvia 1, creados a partir de un conjunto de palabras: "Había un silencio de su pasado./ Lluvia en el libro que estaba perdido./ Y la sonrisa que le despertó".



Pintores, músicos, cineastas...

En El próximo paso. La vida exponencial (BBVA/OpenMind), Ramón López de Mántaras, director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial, se refiere a la creatividad en las artes visuales citando el sistema robótico AARON, desarrollado por el artista y programador británico Harold Cohen. El ingenio es capaz de coger un pincel con su brazo y pintar en un lienzo sin ayuda. "Pinta personas en un jardín botánico no solo copiando un dibujo existente sino generando tantos dibujos únicos sobre este tema como sean necesarios. AARON nunca ha visto una persona paseando por un jardín botánico, pero se le han proporcionado conocimientos sobre posturas corporales mediante reglas. Sus conocimientos no son como los de los humanos, basados en la experiencia, pero han sido adquiridos de forma acumulativa", precisa López de Mántaras, que en la misma tribuna hace también referencia a sistemas de improvisación musical. Flavors Band, de jazz y música popular, GenJam, a través de algoritmos genéticos, Franklin, que emplea redes de neuronas artificiales, Thom, de improvisación interactiva, Dannenberg, con las pautas del compositor, y Wessel, sobre improvisación en directo, son algunos de ellos.



"La Inteligencia Artificial ha desempeñado un papel crucial en la historia de la música por ordenador casi desde sus inicios, en la década de 1950", nos recuerda Mántaras, que aborda los sistemas de creación musical a través de la composición, la interpretación, la improvisación y, especialmente, la interpretació;n de música expresiva, de la que destaca los trabajos de Suzuki, Taboudic y Widmer. Para Mántaras, la posibilidad de que un ordenador interprete de manera expresiva "es un componente fundamental de los llamados 'hiperinstrumentos', diseñados para aumentar el sonido musical con unos matices que le den expresividad humana y una sonoridad rica y viva".



El número de enero de la revista Telos, editada por la Fundación Telefónica, además de la entrevista a la antropóloga cíborg Amber Case (que ocupa su portada), destaca la presentación, en el I Festival Internacional de Robótica de Milán, de Yumi, un robot humanoide que dirigió nada menos que a la Orquesta Filarmónica de Lucca en el Teatro Verdi de Pisa imitando los movimientos de su director, Andrea Colombini.



La Inteligencia Artificial tiene también mucho que decir en el mundo de la escena. Uno de los pioneros en incorporar este tipo de tecnología es Marcel.lí Antúnez. El cofundador de la Fura dels Baus realizó su primer robot junto a Sergi Jordà y lo llamaron JoAn l'home de Carn. "Tenía comportamientos simples pero 'randomizados', como si tuviera su propia llamémosle inteligencia", explica el director a El Cultural, creador también de la performance Epizoo, un ingenio que permitía al espectador controlar su cuerpo a través de un sistema mecatrónico creado con un robot corporal de forma exoesquelética, un ordenador, un dispositivo de control mecánico y una pantalla de proyección vertical. "La gramática de la interactividad, que tan claramente vemos en los 'smartphones' y que ha propiciado el Big Data, sí que ha tenido un éxito increíble. Sólo hay que ver el tiempo que le dedicamos".



Pero, ¿puede hablarse de un comportamiento artístico de las computadoras? Antúnez apunta a que ciertos errores de los programas, como por ejemplo el llamado Glitch, que aparecen en algunos vídeos, pueden considerarse comportamientos de carácter artístico y por tanto una forma de IA: "Desde esta perspectiva quizá las máquinas puedan establecerse como creadores independientes...". Calder, Jean Tinguely y Stelarc han sido los principales artistas que llevaron a Antúnez a trabajar con estos mecanismos. "Como referente del género elegiría La riqueza de las naciones, de Adam Smith, amigo del inventor escocés James Watt, que, sin saberlo, fueron los padres de la preponderancia de las máquinas".



Una ópera mecánica

Muy vinculado también a la Fura (firmó el famoso Hércules de la ceremonia de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92), Roland Olbeter, deslumbrado por Los viajes de Gullivert, de Jonathan Swift, presentó hace dos años en el Grec El sueño de Gulliver, una ópea mecánica para marionetas robotizadas en la que hasta la música, compuesta por Elena Kats-Chernin, era interpretada por instrumentos robotizados, algunos de ellos en directo. "El montaje se debate así entre lo grande y lo pequeño, entre la comedia y la tragedia, entre la verdad y la mentira", explica el director alemán, creador de un mundo paralelo habitado por seres mecánicos capaces de transmitir expresividad y emociones.



La tecnología interactiva es también el material de creación para la compañía Kònic Thtr, que lleva investigando desde los años noventa. Mezclan danza, performance, música y artes visuales con las nuevas tecnologías digitales. Es lo que Rosa Sánchez y Alain Baumann, director artístico y tecnológico, respectivamente, llaman "escena aumentada". Han trabajado para sus montajes con el Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial de Barcelona (IIIA) y el IRCAM de París: "Realizamos dispositivos en el que varias personas del público puedan interactuar simultáneamente, con objetos provistos con sensores inalámbricos. La IA nos facilitó patrones de interacción con estos objetos, por lo que pudimos clasificar la relación con el público con diferentes grados de intencionalidad". Mur.muros, instalación que reflexiona sobre el fenómeno de las migraciones, y Before the beep son dos de sus proyectos. Tanto Sánchez como Baumann han tomado como referencia los trabajos del ingeniero portugués Vitorino Ramos, que ha colaborado con varios artistas para crear robots que pintan, como los realizados por Leonel Moura. "Su trabajo nos hizo descubrir el nuevo e inmenso potencial de la aplicación de la IA en el arte". Las creaciones de Christa Sommerer y Laurent Mignonneau, y en concreto A-Volve, de 1994, marcaron un antes y un después en sus creaciones.



Alex Peña se inspiró en el teatro posdramático del alemán Heiner Müller a la hora de adaptar su Máquinahamlet. Recientemente llevó al vestíbulo del Teatro Central de Sevilla una instalación interactiva o máquina dispensadora en la que podía adquirirse la obra dentro de un pen drive. Los textos estaban locutados por las voces que ofrece el sistema IOS en su herramienta "Dictado y habla" y musicados por Yunke Junk Preachers. La máquina permitía también un sistema de pre-escucha con auriculares para que el espectador pudiese disfrutar de la obra in situ de forma gratuita. "De esta forma -señala Peña- se mantiene el espíritu de Müller desmembrando la "representación" y haciendo, a su vez, un juego de dominio y consumo. En este caso 'robamos' la interpretación de los robots de Dictado y habla y la utilizamos para darl vida a Hamlet y Ofelia en la versión de Yunke Junk Preachers. Así es como la IA participa en nuestra obra".



La Inteligencia Artificial es ya una realidad entre nuestros creadores. Desarrolla, cuando no sustituye, nuestras manifestaciones artísticas, creando nuevos caminos en la forma de expresarnos. Como señala Geoffrey Hinton en la revisa Ábaco, Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Tecnologías de la Información y Comunicación de 2017, a propósito de por qué tenemos sueños: "Sospecho que hay una buena razón computacional y cuando la descubramos podremos hacer redes neuronales artificiales que aprendan mucho mejor". Ése será el próximo "sueño", el gran desafío del ser humano.



@ecolote