Denis Villeneuve y, detrás, Roger Deakins, director y director de fotografía de Priosioneros
El director estrena 'Prisioneros'
-¿Prisioneros es una mezcla entre drama y thriller, qué aspecto le interesa más?
-Me resulta mucho más interesante el drama. El thriller estaba muy bien escrito en el guión, pasabas una página tras otra. Lo que me interesaba y por lo que escogí el proyecto es la descripción del drama de estos personajes, su viaje. Traté de poner eso en primer plano, aun a costa de matar al thriller y aunque los productores lo dudaban. Era más importante profundizar en ese aspecto.
-Explorar la violencia es recurrente en su cine, ¿a qué se debe?.
-Creo que Polytechinque, Incendies y Prisioneros forman una especie de trilogía sobre la la violencia cuando se expande a la intimidad, tratan sobre cómo nuestro pasado es una fuerza que puede provocar grandes dramas en el presente. Hablan también de nuestra responsabilidad de convertirnos en adultos. Hay muchas similitudes también en la forma de rodar, de tratar a los personajes. Fue una suerte que Roger Deakins (operador habitual de los hermanos Coen) fuera el director de fotografía y que se adaptara a mi estilo perfectamente. Él es muy importante en esta película, he aprendido mucho con él sobre cine.
-Vemos la irrupción del horror en vidas cotidianas.
-Al principio quería transmitir esa sensación de normalidad, quería sentir la vida de cada día. Sentir esa espontaneidad, esa autenticidad, porque cuanto más cerca de la realidad estuviera la película más violenta sería. Lo que buscaba es mostrar el impacto y la fealdad de la violencia. Cuando ves una pelea de verdad, no es excitante, te da náuseas, te sientes raro y da miedo, da mucho miedo, no es esa violencia estilizada que vemos en las películas.
-Es curioso que tenga un antagonista tan peculiar.
-Es difícil hablar de ello porque estropeas el final. El público podría reír y ese era un riesgo. Hay algo terrorífico sobre lo que hace el malo, pero para mí lo interesante es cómo gente normal puede terminar en este tipo de violencia, no estaba tan interesado en el villano en sí, he tratado de que fuera lo más humano posible. El estudio estaba preocupado con este final, hicimos otro, pero hubo screen tests y funcionó. Esta es la versión definitiva. No habrá nunca un montaje alternativo. Honestamente, nunca he visto un montaje mejor que el orinal salvo Sed de mal. Ahí está Apocalypse Now que es mil veces mejor que la versión redux. En el cine tienes que poner tu ego a un lado y tomar decisiones correctas por el bien de la película. Muchas veces es tu equipo el que tiene las mejores ideas.
-¿Cómo se ha sentido en su salto a Hollywood?
-Lo más excitante es trabajar con grandes actores. No son estrellas. Esta gente es impresionante, todos son lo máximo. A veces tenía que pincharme a mí mismo para asegurarme de que no es un sueño. La gran diferencia es que estoy acostumbrado a trabajar con presupuestos pequeños y equipos reducidos con la presión que eso conlleva, Hollywood es como una operación militar. Todo está controlado. Por primera vez he tenido control sobre el tiempo, he podido rodar cuando quería, construimos un estudio con todo un barrio y muchas casas, esto me permitía poner la cámara donde quería. Hay un elemento de claustrofobia en la película que he podido desarrollar al máximo sin temor a que llegara el invierno. Eso solo Hollywood te lo proporciona. En Canadá estaba acostumbrado a escribir una escena con sol, que se pusiera a llover y tener que cambiarlo todo.
-¿Es Prisioneros el título y el tema de la película?
-Cada personaje tiene algo dentro que le destruye, su ego, sus traumas... y eso le impide ser feliz. Desde luego, prisioneros es uno de los grandes temas.