Hoy la directora de Madrid en Danza, Aida Gómez, casi con lágrimas de emoción, nos ha dado una buena noticia: los Teatros del Canal suben el telón el 17 de junio con el festival que comanda, de manera que será el primer escenario en abrir en la Comunidad de Madrid después de la epidemia. Como digo es una noticia que nos llena de ilusión, pero… ¡a qué precio!
La muestra -llamarle festival sería hiperbólico y presuntuoso-, se compone de seis espectáculos patrios, de los que se ofrecerán una única función. Una deduce que si el tijeretazo ha sido tan grande a la programación habitual (la pasada edición tuvo 19 espectáculos), el presupuesto también lo habrá sufrido. Primer error: hete aquí que programar seis espectáculos de danza unipersonales, con la excepción de uno protagonizado por una pareja de bailarines y otro de un coreógrafo con dos músicos, rondará los 370.000 euros.
Esta cifra me la proporcionó el director general de Promoción Cultural, Gonzalo Cabrera, tras la rueda de prensa: “La Comunidad venía dedicando medio millón de euros a Madrid en Danza en ediciones anteriores. Creo que al cierre del presupuesto en esta edición rondaremos entre los 350.000 y 370.000 euros”.
-La programación se ha reducido sustancialmente, no hay compañías extranjeras ni elencos grandes, y también hay menos días de representaciones ¿a qué obedece que el presupuesto no lo haya hecho en proporción similar?
-“Hay que tener en cuenta que aunque ha habido una reducción de espectáculos y de funciones, tenemos unos gastos fijos, de personal… Y por otro lado, hemos tenido que dedicar parte del presupuesto a las medidas para aplicar los protocolos contra la epidemia”.
Por muy bien pagados que estén nuestros coreógrafos (pongo 20.000 euros/bolo que ya es mucho decir), por mucho que cueste la partida de gel, alfombrillas, máscara y test para los artistas y personal técnico, mi cuenta me dice que los gastos fijos se “chupan” más del cincuenta por ciento del presupuesto del festival, básicamente gastos de personal. Si estos presupuestos pertenecen a la “nueva realidad”, prefiero la “vieja”. Y si son de la “vieja normalidad”, es una ocasión para cambiar las cosas.
Porque hay que tener en cuenta que el Festival apenas obtendrá ingresos por taquilla, ya que se celebrará con solo un 30% del aforo de la sala Roja, o sea, 240 personas por función.
Me alegra que los Teatros del Canal abran la espita de recuperar la actividad teatral, y que la población vaya ganando confianza en volver, y que actúen como laboratorio de pruebas para el resto de los teatros privados de la ciudad. Me ilusiona ver bailar a Israel Galván (que inaugura el festival), Sara Calero, Olga Pericet, Marco Flores, Iratxe Ansa e Igor Bacovich, y Rocío Molina. Tenemos mucha falta de que nuestras vidas recuperen una atmósfera propicia para el arte. Pero me temo que los tiempos que se avecinan no van a tolerar dispendios.