Podría parecer una broma de mal gusto, cuando la epidemia del Covid-19 continúa su ascenso imparable en España, pero la prestigiosa cadena estadounidense de televisión por cable HBO ha encargado a Craig Mazin, el principal artífice de una de las series revelación de la temporada anterior, Chernobyl, la adaptación al formato televisivo de The Last of Us, del estudio californiano Naughty Dog. Los datos por ahora son escasos, pero suficientes para entender la relevancia que tiene un anuncio de estas características. La serie será producida conjuntamente por Sony Pictures Television y PlayStation Productions, siendo uno de los dos proyectos en los que está trabajando de manera intensa esta división que Sony creó específicamente para la adaptación de sus videojuegos. El otro también es una adaptación de una obra de Naughty Dog, Uncharted, una película que después de más de una década en infierno de desarrollo parece que tiene el rodaje planeado para empezar en las próximas semanas (coronavirus mediante). Mark Wahlberg, que un principio iba a interpretar al protagonista Nathan Drake, pasa ahora a ocupar el papel del mentor, y será Tom Holland (estrella de Sony por su papel como Spiderman) quien se ponga en la piel del cazatesoros. Antonio Banderas también formará parte del reparto de una película que tiene que estar dirigida por Ruben Fleischer (Venom, Zombieland). La fecha de estreno está planeada para dentro de doce meses.
Pero The Last of Us, a pesar de venir del mismo equipo que pergeñó Uncharted, es una obra muy diferente, y aunque durante años también se habló de una adaptación cinematográfica, las cosas no se han concretado hasta que Craig Mazin y la HBO se han metido de por medio. Uncharted se creó como un homenaje a las películas de acción y al espíritu de las aventuras de Indiana Jones, pero el objetivo de The Last of Us siempre fue hacer un estudio de personajes en circunstancias extremas. No hay grandes secuencias de acción delirante como en Uncharted, con edificios derrumbándose y trenes cayendo por acantilados, sino secuencias de tensión donde la violencia, lejos de esa algarabía exaltada de la acción sin consecuencias, es muy real, directa, visceral y tan incómoda como brutal. Sin las restricciones del consabido PG-13, con la amplitud que le ofrece para respirar una tanda extensa de episodios, el apoyo financiero de HBO y con un escritor que ha conseguido ya trasladar al formato la atmósfera asfixiante del desastre nuclear de Chernobyl, el proyecto tiene los visos de encarnar el cambio de paradigma que este tipo de adaptaciones transmediáticas exige.
Durante los último veinticinco años las adaptaciones de videojuegos han estado plagadas de una mala fortuna que se ha llegado a calificar de maldición, lo que ha llevado también a profundizar en el prejuicio que sobrellevan. La explicación es sencilla. La gran mayoría de las adaptaciones han sido resultado de una venta de derechos como una forma de inyectar liquidez de manera rápida en las empresas editoras, y dieron como resultado películas producidas sin ningún tipo de cuidado. En los últimos años esta tendencia se ha ido revirtiendo, y los primeros resultados ya han aparecido, con Sonic o Detective Pikachu como ejemplos de películas que la crítica ya no pulveriza por sistema y el público apoya en las salas de cine. Las adaptaciones de cómic siguieron el mismo camino. Si bien consiguieron encontrar la fórmula mucho antes, lo lógico sería pensar que pasara lo mismo con los videojuegos cuando personas con talento y un conocimiento extenso del medio se pongan a los mandos. Al fin y al cabo, es necesario un Kevin Feige para hacer un universo cinemático de Marvel.
The Last of Us va a tener detrás a dos personas con talento. Craig Mazin, del que ya hemos hablado, pero también al propio Neil Druckmann, escritor y director creativo de los juegos que ejercerá, además de guionista, también de productor ejecutivo. Es el mayor ejemplo posible de cómo poder retener el control creativo de una obra. Druckmann está ahora finalizando el desarrollo de la segunda parte del videojuego, prevista para finales de mayo si no hay más retrasos, pero lo lógico es que después se centre de lleno en la serie de televisión. En las últimas horas, Druckmann también ha anunciado que Gustavo Santaolalla, el
compositor argentino que ha puesto la banda sonora a los dos juegos, también trabajará en la serie. Casey Bloys, presidente de HBO, ha remarcado su confianza en el proyecto de una cadena que, tras el final de Juego de Tronos, está buscando su próximo gran triunfo, si bien manteniendo su apuesta por la calidad.
Lo incógnita más importante que queda por desvelar es quién se encargará de interpretar a Joel y Ellie, la dupla protagonista y cuya relación constituye la piedra angular del juego. Pero por lo demás, la serie tiene todo lo necesario para instigar el cambio de paradigma que permita llevar la narrativa de los videojuegos a otros públicos, quizá no tan duchos a los mandos. ¿Puede The Last of Us emular el caso del Watchmen de Damon Lindelof? La respuesta es sí, tiene todo el potencial. Hay mucho trabajo por hacer y hay muchas elementos que todavía tienen que alinearse, pero cuentan con uno de los juegos más celebrados de todos los tiempos como base y un talento abrumador para sacarlo adelante.