No voy a entrar aquí a discutir las teorías políticas de Juan Carlos Monedero, destacado líder de Podemos y figura omnipresente en nuestras vidas. Tampoco, sus problemas con Hacienda, en los que disto de ser un experto. Voy a hablar de cine y de las teorías del pujante político respecto a este noble arte, del cual se declara un gran aficionado. Como suele suceder con todos los ideólogos, aquellos para los que existen primero unas ideas buenas y otras malas, según Monedero las obras de arte deben ser juzgadas en función de su “corrección”. Es decir, para ellos la cultura no es la máxima expresión de la diversidad humana y de la libertad sino un instrumento para adoctrinar en el buen camino al pueblo. En este sentido, existen películas con ideas “peligrosas” y otras, las menos, que dan luz sobre el mundo. Su misión, como buen profeta, es mostrarnos la “realidad oculta” de lo que consumimos.
Porque lo que Monedero dice es tanto una obviedad como una monstruosidad. Vayamos a sus análisis de El rey león, obra maestra de Disney que considera especialmente terrible, o Skyfall para entendernos. Respecto a la película de animación, más allá de que a estas alturas da grima volver a escuchar esa vieja cantinela de los “mensajes subliminales que corrompen a la infancia” de Disney, idiotez que la izquierda española hizo propia durante décadas, dice el teórico que tras mirarla “con ojo crítico” descubre que “hay un elemento radical de monarquía. El que no está de acuerdo es el malo y Dios sanciona esa posición especial”. Cuidado con las hienas, su acento extraño recuerda a los “afroamericanos” y en la versión latina tienen acento mexicano, agravio a los “espaldas mojadas". Es asombroso como una persona que dice estas cosas que más bien provocan risa goza de tanto predicamento. En fin.
Llegamos al meollo del asunto, el malo de El rey león está construido a imagen y semejanza de Jomeini y resulta que Pumba y Timón no son simpáticos, su “hakuna matata" es una invitación a la apatía política y aceptar el sistema (o sea, no lo sabemos pero El rey león en realidad trata sobre musulmanes malos y occidentales que hacen bien disfrutando de la vida mientras los líderes políticos se los cargan). Al parecer, la invención del malo árabe es cosa de Huttington y la película plasma su teoría del choque de civilizaciones, con mucho ojo, hay que añadir, porque el filme es de 1994 y el famoso artículo se publicó unos meses antes, cuando estaba terminada y rematada. Hay más peligros en Disney. Peter Pan en realidad es un alegato anticomunista y el garfio del capitán Hook es una representación de la hoz y el martillo. Todo esto lo cuenta Monedero, por cierto, en la televisión venezolana, país conocido por su aceptación de la disidencia. Es broma.
Monedero acaba de descubrir la cultura. Las películas, como suele repetir un hombre sensato como Costa Gavras, siempre transmiten un concepto político, no son obras "inocentes" sino que revelan valores y creencias, tanto del autor como del mundo en el que han sido realizadas. Más allá de la falsa astucia de ver símbolos y mensajes ocultos donde no los hay, algo que solo revela la estrechez del ideólogo, es una obviedad que la industria de Hollywood se dedica a defender una forma de ver el mundo e incluso unos intereses. Y estoy de acuerdo en que el grado de dominación cultural de Estados Unidos es tan brutal y apabullante que supone una seria amenaza para la riqueza de nuestra sociedad. El problema no es que las películas americanas defiendan valores americanos, sino que la gente no vea otras. En la tarea imposible pero noble de tratar de comprender el mundo no se trata de distinguir entre buenos y malos sino de tener los ojos abiertos a distintas sensibilidades y culturas; es una cuestión de diversidad, no de ideología. Porque en el mundo de Monedero los críticos de cine deberían desaparecer para ser sustituidos por los censores de toda la vida.
Vayamos brevemente a lo que dice sobre Skyfall, de James Bond, en un libro colectivo editado por Pablo Iglesias para seguir descubriendo las pistas de una forma de entender el cine absurda. Dice Monedero que en una de esas escenas típicas del cine de acción hollywoodiense en callejuelas del tercer mundo vemos “frutas rodando por las calles, verduras por los aires, tarantines destrozados" en lo que calibra como una maldad profunda: “ ¿A quién le interesa la suerte de unos pobres diablos de países miserables que están vendiendo mercancías baratas en la calle?" se pregunta además de barruntar todo tipo de sospechas surgidas de la mala fe o la estrechez típica del ideólogo que a costa de ver el mundo por una cerradura lo acaba reduciendo al tamaño que abarca su mirada. Hay gente que se lo hace venir todo bien para los que la verdad, siempre mucho más confusa y caótica, es un estorbo.
Voy a terminar siendo claro. La política cinematográfica que se extrae de estas teorías da pánico: con todos sus defectos, prefiero que escojan qué películas se hacen los ejecutivos de las televisiones que una checa. Cuando valoramos a los artistas no por su talento sino por la pureza de sus ideas la tragedia está servida. Los fieles están contentos, ¿pero qué pasa con los otros? Los del “pensamiento crítico” suelen ser muy graciosos, no aceptan ninguna crítica. En el mundo de Monedero el cine no es libertad, es un púlpito.