Image: Boetti o la forma más alta de belleza

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Exposiciones

Boetti o la forma más alta de belleza

Alighiero Boetti. Estrategia de juego

7 octubre, 2011 02:00

Vista de la exposición en el Museo Reina Sofía

Comisarios: Lynne Cooke, Mark Godfrey y Christian Rattemeyer. Museo Reina Sofía. Santa Isabel, 52. Madrid. Hasta el 5 de febrero de 2012.


La sucesión de revisiones y descubrimientos de figuras de la escena internacional de la segunda mitad de la década de los sesenta y los setenta, y sus prolongaciones posmodernas, revelan, entre otras cosas, la proposición repetida de ideales. Utopías que cifran sus objetivos en un nuevo contrato social entre creación y recepción, estableciendo nuevos sistemas de producción artística, en los que la ironía, la levedad argumental aparente y la renuencia a las categorías establecidas por las posvanguardias resultan patentes. Entre sus protagonistas principales, con valoraciones que no han dejado de acrecentarse con el tiempo, estuvo el turinés Alighiero Boetti (1940-1994), a quien, en una iniciativa inusual, el Reina Sofía, la Tate Modern de Londres y el MoMA de Nueva York dedican una formidable y absorbente exposición antológica.br />
Comisariada por Lynne Cooke, Christian Rattemeyer y Mark Godfrey, la muestra reúne 150 piezas del artista, en un intrincado y fascinante recorrido por toda su obra, que se inicia con su breve periodo vinculado al arte povera -al que paradójicamente criticaría de palabra y obra, a pesar de ser de los pocos integrantes del grupo presente en todas las exposiciones organizadas por Germano Celant-, durante el que concebiría algunos de los postulados fundamentales de su trabajo.

Uno de ellos es la presencia del doble, argumento y fuente posterior de su atracción por "el Otro" -siendo él, en cierto sentido, extranjero de sí mismo- que le llevaría a los dibujos realizados a dos manos, al desdoblamiento de su nombre en Alighiero e Boetti y a su identificación con un mítico antepasado viajero convertido al islam, Giovan Battista Boetti. En segundo lugar, su predilección por materiales pobres y sencillos, o los producidos en serie -como los sellos de correo-, que transforma en obras de arte mediante manipulaciones simples o variaciones y combinaciones matemáticas. Por último y como tercera premisa de su obra, el valor que Boetti otorga a todas las fases del proceso creativo, tanto en el momento de la concepción de la obra como en las etapas de su producción física. De ahí que el tiempo, su medida y su simbología sean integrantes esenciales de su labor -así, la sorda ironía de grabar y tejer la supuesta fecha de su fallecimiento, que debería ocurrir el 11 de julio de 2023, o de la celebración de su primer centenario, el 16 de diciembre de 2040-. Lo mismo ocurre con la noción de juego, con su seria formalidad infantil y sus sutiles estrategias.

Las obras que le han dado mayor celebridad internacional son los bordados de juegos de palabras (arazzi) y de mapamundis políticos (mappe) y los kilims y alfombras con motivos autobiográficos o propuestas estéticas abstractas que hizo en colaboración con artesanos de Afganistan desde principios de los años setenta hasta la invasión soviética y, desde entonces hasta su fallecimiento en 1994, por exiliados afganos refugiados en Pakistán, con los que nunca tuvo contacto directo.

Las bases establecidas por Boetti para su realización, fundamentalmente la libertad de elección cromática que permitía a las bordadoras y también la libre redacción de textos en la orla de tapices y kilims, escritos por los hombres, dotan a sus obras de seductoras excentricidades -las mujeres afganas, con toda probabilidad analfabetas, ignoraban lo que era un mapamundi y bordaban los mares y océanos de color rosa o anaranjado, mientras obedecían rigurosamente a los colores indicados para las banderas- o de lemas y mensajes políticos expresados en persa por los artesanos exiliados. Como él mismo decía: "El trabajo sobre el mapa bordado alcanzó la forma más alta de belleza; para la obra acabada no hice nada, no elegí nada; el mundo es el que es (yo no lo dibujé) y las banderas nacionales son las que son (yo no las diseñé). En resumen, no hice absolutamente nada".

El visitante no podrá olvidar el placer que se siente en la sala de los mapas, con su vibrante colorido, ni la consistencia material de los grandes tapices con los nombres de los ríos más largos del mundo, ni tampoco los aerei, con sus seductores juegos de siluetas de aeroplanos. Será consciente, igualmente, de cómo los mapas representan los cambios políticos de un mundo convulso, con países que desaparecen y otros que emergen, con cambios en las divisas nacionales. Y que si hoy Boetti viviese para continuar el proceso de su obra, serían igualmente variables, mientras algo permanecería inmutable: Afganistán sigue invadido por potencias y naciones extranjeras, entre ellas España, y, como admirara el artista, "sigue resistiendo", como desde hace milenios.

No hay duda de que la colaboración entre grandes instituciones favorece los buenos resultados. Esta exposición de Boetti es una de las más completas y contundentes que ha programado el Reina Sofía en los últimos años y una de las que mejor concreta un momento dado y más eficazmente especula con sus consecuencias artísticas, sociales y políticas.