Tintoretto, el genio del concurso
El paraiso
22 junio, 2006 02:00Bassano: La coronación de la Virgen (El Paraíso), 1582. M. Ermitage, San Petersburgo
En su habitual línea de rigor intelectual, la serie Contextos de la colección permanente del Museo Thyssen-Bornemisza presenta una exposición en torno a una de sus más importantes obras de pintura veneciana renacentista como es su monumental El Paraíso de Tintoretto.Si en una de las anteriores muestras de esta serie, la realizada alrededor del Retrato de joven de Rafael, se exploraba la manera de creación del urbinés y la importancia del dibujo preparatorio y el papel del taller, cuestionando la tradicional idea del artista como genio universal, en esta ocasión esta idea se pone al día planteando el tema del encargo al maestro no como designación infalible e inapelable por parte del comitente, sino como producto de una competición entre grandes artistas.
El caso elegido es, nada menos, que una de las más importantes pinturas del Renacimiento veneciano como es El Paraíso de Jacopo Tintoretto, una obra de colosales dimensiones que todavía hoy podemos ver en el testero de la gran Sala del Consejo del veneciano Palacio de los Dux. Tras los sucesivos incendios de 1574 y 1577, la decoración pictórica de este edificio fue totalmente renovada. Muerto en 1576 Tiziano, maestro indiscutible de la escuela, apenas pudo participar en este proceso y fueron los pintores de la siguiente generación, Jacopo Tintoretto, Paolo Veronés o Jacopo Palma, el Joven, entre otros menores, los encargados de llevarla a cabo.
A diferencia de otros grandes encargos de la época -pensamos, por ejemplo en el Juicio Final de Miguel ángel en la Capilla Sixtina-, el encargo de El Paraíso, no fue hecho de manera directa a Tintoretto, sino que fue producto, como decimos, de un interesante concurso entre Jacopo Palma, Veronés, Francesco Bassano y Tintoretto, ganado, como es sabido, por este último. La exposición reúne los bocetos presentados por estos maestros, procedentes de diversos museos como la Pinacoteca Ambrosiana de Milán (Jacopo Palma), el de Lille (Veronés), el Ermitage de San Petersburgo (Bassano) y el Louvre y el propio Museo Thyssen para los dos bocetos de Tintoretto, en una magnífica confrontación y en un diálogo estética e históricamente pertinentes, del que sólo echamos en falta el complemento de los dibujos preparatorios que sí se pudieron ver en la versión anterior de esta exposición en el Museo del Louvre. La muestra no tiene sólo el interés de enseñarnos en todo su esplendor un concurso renacentista "al completo", sino el de hacernos reflexionar sobre el proceso de creación formal y estilística en un mundo que, como el veneciano, a menudo es analizado precipitadamente como el de unos pintores creando alla prima, sin la previa reflexión del dibujo preparatorio. La similitud compositiva de los proyectos hace pensar en la existencia de determinaciones previas dadas por el gobierno de la ciudad: un elemento más para hacernos dudar de la pertinencia del concepto "genio" al analizar parte de las producciones renacentistas. El comisario de la muestra, Jean Habert, con la colaboración de otros especialistas, ha realizado un interesantísimo trabajo reflejado no sólo en el Museo, sino también en un catálogo que constituye una aportación de primer orden al conocimiento de este decisivo capítulo del arte veneciano del XVI.
En 1903 se descubrió, bajo el monumental lienzo de Tintoretto del Palacio Ducal, los restos del fresco que Guariento había realizado en el siglo XIV para este lugar, los cuales, pasados a lienzo, podemos hoy admirar en una sala contigua. La estática composición tardomedieval, se sustituyó en el XVI por la dinámica obra tintoretesca que desarrolla a la manera veneciana ideas de Rafael en la Signatura vaticana y del mismo Miguel ángel en la Sixtina. Más tarde, el veneciano, encamina hacia el barroco estas ideas, como es perceptible en el lienzo del Thyssen, el de mayor calidad del conjunto.