Daniel Canogar, fondo de ojo
Time Release, 2002. Proyección
Nacido en Madrid en 1964, estudió Ciencias de la Imagen en la Universidad Complutense de Madrid y recibió sendos masters de fotografía en la Universidad y en el Center for Photography de Nueva York. Realizó su primera exposición individual en la Galería Studio Ethel de París en 1985 y, desde entonces, lo ha hecho anualmente en solitario y colectivamente. Sus obras figuran en numerosas colec- ciones públicas y privadas.
En el curso de una trayectoria artística que consolida y transmite sus convicciones, Daniel Canogar se ha servido de cuatro elementos o ingredientes fundamentales para la elaboración de sus propuestas. La aplicación de la fotografía ayuna de sus soportes tradicionales o contemporáneos. La preeminencia de la luz emitida o proyectada. La presencia exclusiva del cuerpo humano, cabal o fragmentado, en su visión epidérmica y también fisiológica. Y, por último, y en modo alguno menor, por una progresiva ocupación y dominio del escenario.
“El interés del artista en lo corporal -ha escrito Sally Jean Norman-, nunca ha sido reducido a imágenes literales del cuerpo. Más bien, la obra de Canogar subraya la confrontación fenomenológica entre el espectador de carne y hueso y las imágenes fotográficas iluminadas y creadas con medios a veces huidizos y elusivos.”
La afirmación de Norman, válida para muchas de las realizaciones de Daniel Canogar de los últimos cinco años, resulta especialmente pertinente para Time release. Al entrar en la sala, construida para la ocasión en la galería, el visitante se ve a sí mismo contemplado por una multitud de ojos, que están rodeados, a su vez, de imágenes oftalmológicas y microscópicas. Semejante red se proyecta, fragmentaria y cambiantemente, sobre el cuerpo del espectador, al tiempo que éste descubre, en sus desplazamientos, nuevas imágenes procedentes de puntos de emisión que anteriormente él mismo, sin saberlo, tapaba. “A través del roce con la realidad descubrimos los límites matéricos de nuestros cuerpos, nuestra identidad como seres creíbles -afirma el artista-. [...] La densidad visual de Time release pretende desorientar al espectador. éste volverá a encontrar sus coordenadas con su propio cuerpo, que utilizará para procesar y entender las diversas capas de imágenes que se le presentan.”
Una pieza en la que el color desempeña un papel protagonista, tanto por la nitidez y precisión con que dibuja ese “dibujo” que es el ojo, como por la virtualidad de las restantes imágenes, que le confieren, por así decirlo, una atmósfera de virtualidad alumbrada.
Un proceloso panorama. Un cubículo, pese a sus generosas dimensiones, en el que se asiste a una experiencia inquietante. Una curiosa vuelta de tuerca nos permite, además, apreciar la analogía existente entre los mecanismos del ojo -su cualidad de lente, los integrantes nerviosos necesarios para su transmisión y recepción, etc.- y los dispositivos técnicos aquí empleados: las minicámaras, la fibra óptica y sus atadijos en cables, el fondo de aparatos de proyección. Ojos humanos que ven. Ojos cibernéticos que representan que nos miran.