Galería M&+R. Madrid. Serrano, 120. Hasta el 6 de febrero. De 50.000 a 150.000 pesetas.
Durante su corta trayectoria, la galería que dirige María Rovira viene apostando por valores no consagrados, pero dotados de personalidad, y ésta no es la primera vez que en ella puede verse una muestra colectiva. Las obras de los madrileños hermanos Silva sirven a la perfección a tales propósitos, encajando entre ellas como si de las piezas de un puzzle -unas de mar y otras de cielo- se tratara. Ambos utilizan de manera casi provocativa una paleta luminosa, expansiva y naïf, y en sus obras se refleja una parecida querencia por lo plano, lo esquemático y las series o variaciones sobre motivos repetidos. Así, mientras Juan Silva (1969) aborda, desde un tratamiento figurativo y cercano al cómic, los cambios de la luz en el transcurrir de las horas del día, Rafael Silva (1965) va a emplear un código geométrico esencial como herramienta de disección de algo que se acerca más a la trascendencia de los cambios acontecidos en el tiempo histórico y a la sensación del paso de las estaciones. Dos ejercicios de pintura, dos resúmenes paralelos de una doble crónica admirada de la realidad.